La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos y exhortándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor.
A menudo escuchamos sobre el tipo de vida que Cristo le da a quienes confían en él. Me gustaría seleccionar cuatro cosas del versículo de hoy que hablan del tipo de vida que él no nos da.
La primera palabra es «morar». Cristo no nos da una vida ocasional, sino una vida eterna y abundante. No desea que le visitemos ocasionalmente, sino que permitamos que su Palabra more abundantemente en nosotros. Esto significa que debemos sumergirnos diariamente en la Palabra de Dios, y hacerlo en oración. “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11).
La segunda palabra es sabiduría. Cristo no nos da una vida vacía y necia. Incluso cuando somos jóvenes, podemos empezar a recurrir a esa sabiduría que proviene de lo alto y que se halla en Cristo. “Hasta alcanzar todas las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Col. 2:2-3).
La tercera expresión es «enseñar y exhortar». Cristo no nos da una vida inútil. No es necesario que seamos predicadores para enseñarnos y exhortarnos unos a otros. “Muéstrame, oh Jehová, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame” (Sal. 25:4-5). Todo cristiano puede compartir con otros lo que ha aprendido de Cristo, haciéndolo de una forma útil.
La cuarta palabra es «cantando». Cristo no nos da una vida apagada. A Satanás le gusta decirnos que es así, pero, en realidad, el cantar cristiano expresa el gozo y la vitalidad de lo que hemos hallado en Cristo. Tenemos derecho de cantar porque hemos sido redimidos: “Cantando y alabando al Señor en vuestros corazones” (Ef. 5:19).
Grant W. Steidl