El Señor Está Cerca

Sábado
7
Enero

Llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar.

(Génesis 28:11)

Piedras para un altar

Jacob se encontraba en una situación difícil, pero por su propia culpa. En complicidad con su madre, conspiró para robarle la bendición a Esaú, su hermano mayor, a pesar de que Dios le había dicho a Rebeca que el mayor serviría al menor. Sin embargo, ¡ambos pensaron que debían ayudar a Dios a cumplir sus planes soberanos! A pesar de ello, el Señor le reveló en una visión a Jacob Su propia fidelidad en cumplir sus planes para con él y su descendencia. Dios no le puso condiciones a Jacob cuando le dijo: “No te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho” (Gn. 28:15). Compara estas palabras con las de Pablo: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Fil. 1:6). Dios completará lo que ha comenzado, para su propia gloria y nuestra bendición eterna.

Pero Jacob le puso condiciones a Dios cuando dijo: “Si fuere Dios conmigo, y me guardare… Jehová será mi Dios” (Gn. 28:20-21). Dios estaba actuando sobre el principio de la gracia, pero Jacob, sobre el principio de las obras, y “al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda” (Ro. 4:4). Dios no le debe nada a nadie. Pero Jacob discernió que “ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (v. 16). Por lo tanto, tomó la piedra que había usado de cabecera y la alzó por señal, y llamó aquel lugar Bet-el–“casa de Dios”. Hay un Jacob en todos nosotros, y por eso es tan necesaria la disciplina de Dios. Si se encuentra en un lugar difícil, reconozca la presencia del Señor con usted allí, y recuerde que, como Jacob, puede convertir esas piedras en un altar de adoración a Dios.

Richard A. Barnett

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