El Señor Está Cerca

Viernes
28
Octubre

El Espíritu de Jehová vino sobre él… y hallando una quijada de asno fresca aún, extendió la mano y la tomó, y mató con ella a mil hombres… Y teniendo gran sed, clamó luego a Jehová… Y juzgó a Israel… veinte años. Fue Sansón a Gaza, y vio allí a una mujer ramera, y se llegó a ella.

(Jueces 15:14-20; 16:1)

Los jueces de Israel (29) Sansón (E) Contradicciones

Los hombres de Judá entregaron a Sansón a los filisteos, sus dominadores. Pero, por el poder del Espíritu de Dios, Sansón mató a 1.000 de estos enemigos con la quijada de un asno y obtuvo así una victoria portentosa. Cuando tuvo sed, clamó al Señor, y Él le respondió abriendo repentinamente una fuente en la roca, logrando reanimarlo.

¡Qué victoria! Luego de esto, Sansón juzgó a Israel por veinte años. De forma similar, Dios puede darnos grandes victorias y también tiempos de gran necesidad. Tales momentos pueden convertirse en una inmensa bendición cuando clamamos al Señor en nuestra desesperación. ¡Él es fiel!

Es triste decirlo, pero, al igual que Sansón, nosotros podemos proseguir por años en el servicio del Señor y su pueblo, y luego ser indulgentes con la carne de alguna manera, arruinando nuestro testimonio. Satanás, el acusador de los hermanos, con gusto utilizará cualquier ocasión para hacernos caer. En otra ocasión, Sansón se levantó a la medianoche, y tomó las puertas de la ciudad donde los filisteos pensaban haberlo atrapado, y las llevó a un monte que está frente a Hebrón. Nosotros también podemos, de alguna manera, superar un problema inmediato en el que nos hemos visto enfrascados, ¡pero a qué costo!

¡Qué inconsistencias tan notorias hay, con tanta frecuencia, en nuestras vidas! Por un lado, tremendas victorias dadas por Dios, recibiendo bendiciones y refrigerio espiritual por Su inmensa gracia, y luego, a veces después de años de servicio útil en las manos del maestro, ¡una vergonzosa auto complacencia termina por arruinar nuestro testimonio para el Señor! Oh, que podamos vivir siempre cerca del Señor, aprendiendo siempre de Él y aferrados a Él, ¡para que así nuestras vidas glorifiquen su Nombre!

Eugene P. Vedder, Jr.

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