¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano y los cielos con su palmo, con tres dedos juntó el polvo de la tierra, y pesó los montes con balanza y con pesas los collados?
La caña de medir que aquel varón tenía en la mano era de seis codos de a codo y palmo menor.
Isaías 40 es un capítulo magnífico que describe la grandeza y el poder del Señor, su control sobre todas las cosas y su tierno cuidado por su pueblo. La expresión «el hueco de su mano» y «su palmo» hacen referencia a su perfecto control sobre la creación, y cómo la sustenta. Hebreos 1:3 –así como otras porciones de las Escrituras– muestra que este control se relaciona con su Palabra. El verbo «medir» indica, entre otras cosas, la precisión con la que obra y controla todas las cosas.
De muchas maneras, Isaías muestra que Él es nuestro gran Creador y Redentor, y en particular, el Redentor de Israel. El hecho de que también «pese» todas las cosas no solo demuestra su control, como en el caso de la «medida», sino también que evalúa todo y sabe como apreciar las cosas conforme a su verdadero valor. En las Escrituras, los montes frecuentemente representan a los grandes poderes (ver Is. 2:2) y Él los controla y los «pesa», como lo hizo con Belsasar, el nieto de Nabucodonosor (Dan. 5). Por lo tanto, cuán importante es que seamos humildes y dispuestos a someternos a su control y liderazgo.
El «palmo menor» que será añadido al codo (Ez. 40) significa que en el mundo venidero todo será puesto bajo el control de Cristo. Este es el significado de la nueva medida utilizada por el Señor, «la mano del hombre» (NBLA), cuando le instruyó a Ezequiel que escribiera acerca de esta caña de medir. En el mundo venidero, los pensamientos de Dios serán obligatorios y su mano estará sobre todas las cosas. Hoy en día, nosotros podemos reconocer su control en gracia, y por la fe someternos a él.
Alfred E. Bouter