El Señor Está Cerca

Viernes
3
Junio

Los israelitas dijeron a Gedeón: Sé nuestro señor… pues que nos has librado de mano de Madián. Mas Gedeón respondió: No seré señor sobre vosotros… Jehová señoreará sobre vosotros… También su concubina que estaba en Siquem le dio un hijo, y le puso por nombre Abimelec.

(Jueces 8:22-23, 31)

Los jueces de Israel (16) Gedeón (I) Lo que sucedió después

Dios le había dado a Gedeón una gran victoria. ¿Qué sucedió después? La segunda parte de jueces 8 se enfoca en algunos eventos, algunos positivos y otros negativos, que sucedieron luego de la victoria sobre los madianitas. Los tiempos posteriores a la victoria son, muy a menudo, momentos muy peligrosos para el creyente.

Luego de mostrarles a los ancianos de Sucot y Peniel que había capturado a los reyes madianitas, Gedeón aceptó los halagos de estos reyes, pero los ejecutó cuando su hijo mayor tuvo miedo de hacerlo.

Israel quería que Gedeón y sus descendientes los gobernaran, pero él rechazó firmemente aquello, diciéndoles que el Señor los iba a gobernar. Sin embargo, años después tuvo un hijo con una concubina en Siquem, cuyo nombre era «Abimelec», que significa «mi padre fue rey», un título de los reyes filisteos. Al final, esto tuvo consecuencias muy tristes.

Gedeón tomó las vestimentas y los ornamentos de los reyes madianitas, y los collares de sus camellos, y les pidió a los israelitas que le dieran los zarcillos de oro de su botín. Con todo este oro, él fabricó un efod –una vestimenta sacerdotal– y lo guardó en su ciudad. ¡Gedeón no era sacerdote! Este efod resultó ser una trampa que condujo a Israel a la idolatría. ¡Las memorias de una victoria fácilmente se pueden convertir en una trampa para nosotros!

Gedeón tuvo setenta hijos, porque tuvo muchas esposas y una concubina. Él vivió una vida extensa y tranquila en su propia casa, y la tierra reposó por cuarenta años. Tristemente, el pueblo volvió a caer en la idolatría luego de la muerte de Gedeón, y tampoco mostraron bondad hacia su familia. Con tal mezcla de cosas y acontecimientos, ¿podía Israel mantenerse fiel a Dios?

Eugene P. Vedder, Jr.

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