Estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros.
Luego de la Pascua, los hijos de Israel llegaron al mar Rojo, donde se enfrentaron a una situación angustiosa y al límite. Habían dejado Egipto luego de que la sangre del cordero había sido rociada en sus puertas, pero ahora se encontraban en una situación tal que la muerte parecía ser su único destino. Pero lo que parecían ser las aguas de la muerte, Dios lo convirtió en el camino de vida para su liberación. Las aguas se levantaron como muros a cada lado, y los hijos de Israel atravesaron el mar con seguridad, y cuánto más luego de ver la evidencia de que Dios estaba con ellos.
La noche de la Pascua, Dios no permitió que el destructor los tocara. Pero la sangre del cordero, en lugar de mostrar que Dios estaba con ellos, fue simplemente una protección para que Dios no estuviese en contra de ellos. ¿Cómo un alma puede estar en paz con Dios en tal situación? Si se quita de en medio solamente lo que se interponía entre Dios y yo, nunca tendré una seguridad sólida delante de Él. Es por eso que lo que vino después manifestó la condición en la que habían caído los hijos de Israel –una condición de ansiedad, la cual es peor que todo lo que habían experimentado antes. ¡Es lo que frecuentemente les sucede a los cristianos! Luego de que un alma ha sido conducida a Cristo, a menudo se halla en aguas más profundas que nunca. Luego de que hemos mirado a Cristo, el peso del pecado es mucho más agudo que cuando huíamos de Él.
Pero entonces se abrió un camino de vida a través de la muerte. Dios estaba por ellos; pero también estaba en contra de los egipcios. Y cuando los israelitas hubieron cruzado, y el mar Rojo se cerró sobre sus enemigos, Israel fue salvo. Es notable que Dios utilice aquí el término salvación –no en la noche del cordero pascual, sino cuando hubieron cruzado el mar. La salvación implica mucho más que ser mantenido a salvo. La salvación significa la total liberación de todos nuestros enemigos y de la casa de esclavitud; es ser hechos libres ante Dios para ser su pueblo, como testimonio en medio del mundo.
W. Kelly