Pero Jehová tenía preparado un gran pez que tragase a Jonás; y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días y tres noches.
El profeta Jonás fue enviado por Dios a Nínive para dar la siguiente advertencia: «De aquí a cuarenta días Nínive será destruida» (Jonás 3:4). Pero Jonás no se deleitaba en la voluntad de Dios, quien no quiere «que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pe. 3:9).
En Jonás vemos a un hombre que no estaba en sintonía con el corazón y la mente de Dios, y, por lo tanto, se dirigió a la posición opuesta a la que Dios lo había enviado. Antes de hablar mal de Jonás, debemos recordar que nosotros no siempre somos obedientes a la voluntad de Dios, incluso como cristianos, sino que nos hemos contentado con menos de lo mejor que Dios pretende para nosotros. Nuestra historia pasada, moralmente hablando, también es un recordatorio vergonzoso: «Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros» (Tito 3:3).
¡Qué maravillosamente alentador es mirar más allá de Jonás, y más allá de nosotros mismos, fijando nuestros ojos en el Único que pudo decir: «He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón» (Sal. 40:7-8)! Él fue «hasta la muerte, y muerte de cruz» (Fil. 2:8). La gracia reina debido a su obediencia, y gracias a su obediencia hemos sido declarados justos.
Jonás tuvo una marca distintiva que lo convirtió en una figura del Señor Jesús en su muerte. El mismo Señor corroboró y dio testimonio de esto, Él dijo: «Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches» (Mat. 12:40). ¿Hay algo en tu vida, o en la mía, que despliegue alguna característica moral de Cristo?
Richard Barnett