El Señor Está Cerca

Lunes
7
Marzo

Yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego.

(Daniel 9:2-3)

Leer la Biblia y orar

¡El profeta Daniel es un muy buen ejemplo de alguien que se tomaba un tiempo para leer su Biblia y orar todos los días! Había estado pre­ocupado por la desolación de Jerusalén, y así, un día en particular, leyó el Libro del profeta Jeremías para ver lo que la Biblia tenía que decir sobre esto. ¡Conocía lo suficientemente bien las Escrituras como para ser capaz de saber donde buscar la respuesta (¡en días en que no existían softwares de búsqueda ni concordancias escri­tas!). La familiaridad de Daniel con las Escrituras no deja ninguna duda de que él era un lector regular y sistemático de la Biblia. Pro­bablemente ese día él se desvió de su lectura regular con el fin de estudiar personalmente la Biblia buscando respuesta a su pregunta.

Esto fue luego de que Daniel se arrodillara en oración y se humi­llara delante de Dios. Él derramó su corazón en una extensa oración aquel día (9:4-19). Sin embargo, por otros pasajes, sabemos que su costumbre era orar tres veces al día (Dan. 6:10), tal como lo hacía David antes de él (Sal. 55:17).

Hay un cántico para niños que a menudo se canta en las escuelas dominicales y campamentos cristianos, y dice así: “Lee tu Biblia, ora cada día, si quieres crecer”. Ahora bien, la verdad contenida en este pequeño cántico no debe limitarse solamente a los niños, sino que debemos aplicarla a todos los que profesan fe en Cristo, sin importar su edad. Daniel tenía más de ochenta años y sentía que era necesario tener un «tiempo de tranquilidad»—un tiempo puesto a parte diariamente para leer la Biblia y orar. Si Daniel sentía que este era un ejercicio necesario, incluso a su avanzada edad, enton­ces cuánto más necesario es para nosotros en la actualidad.

Brian Reynolds

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