Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
Esta pregunta de los discípulos, con respecto a la restauración del reino de Israel, estaba completamente en orden. Esa es la esperanza de Israel; mientras que la esperanza de la Iglesia no es un reino terrenal, sino una gloria celestial; no esperamos ser súbditos en un reino en la tierra, sino reinar y gobernar juntamente con el Rey. La respuesta que recibieron les aseguró que el reino le sería restaurado a Israel; sin embargo, solo el Padre sabe cuándo sucederá esto.
Luego lo vieron ascender. ¡Qué escena! Su Señor fue “recibido arriba en gloria”. Con un silencio majestuoso, los discípulos lo vieron subir gradualmente al cielo. Y los ojos amorosos del Señor debieron estar fijos en ellos, mientras que los ojos de ellos lo miraban solamente a Él. Entonces una nube lo recibió y lo ocultó de sus ojos. Esta nube no era una nube corriente. Era la nube de gloria que había llenado el templo de Salomón, y que, en la historia pasada de Israel, había aparecido a menudo como una señal exterior de la presencia de Jehová. Entonces los ángeles anunciaron que Él volvería de la misma manera, y en el mismo monte de los Olivos (Zac. 14:4).
Sin embargo, debemos ser cuidadosos de no confundir el evento anunciado por estos dos ángeles con la esperanza bienaventurada, que es la esperanza de la Iglesia. La venida del Señor mencionada aquí es su aparición visible, tal como está descrita en los libros proféticos del Antiguo Testamento; es su venida para establecer su gobierno sobre la tierra. En aquel momento, sus santos vendrán con Él (Col. 3:4). La venida del Señor por su Iglesia, antes de su manifestación pública y gloriosa, es revelada en 1 Tesalonicenses 4:16-18.
Es bueno que mantengamos estas importantes verdades en mente. Confundir ambas cosas es desastroso. Y cuando se cumpla la promesa hecha por estos “dos varones con vestiduras blancas”, Él vendrá para ser sacerdote sobre su trono (Zac. 6:13).
A. C. Gaebelein