El Señor Está Cerca

Día del Señor
21
Noviembre

Tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memo­ria de mí. De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama.

(Lucas 22:19-20)

La institución de la cena del Señor

La institución de la cena del Señor es como una preciosa joya en medio de un entorno oscuro; es algo precioso para los corazones de los que aman al Señor en tiempos en los que ha sido rechazado por Israel y por el mundo.

El pan que el Señor Jesús partió simboliza su cuerpo dado por nosotros, y esto ilustra sorprendentemente sus sufrimientos y muerte. Un grano de trigo cae en tierra y muere, luego el trigo crece y es cortado, entonces se trilla y se muele para convertirlo en harina, y luego se expone al calor del fuego para alimentar a los hombres. La verdad es que, prácticamente, no podemos entender nada de las profundidades y de la angustia de los sufrimientos de Cristo, pero el memorial de estos y de su muerte es de la mayor importancia en el partimiento del pan. Con ternura, el Señor Jesús nos pide que lo hagamos en memoria de Él.

La copa nos habla de su sangre derramada, el símbolo de un sacrificio consumado, porque el vino es figura del gozo, que es el precioso resultado de la obra de Cristo en la redención. Es “la copa de bendición que bendecimos” (1 Co. 10:16), aunque también es símbolo de sufrimiento y muerte, porque las uvas son aplastadas para producir el vino. De hecho, los sufrimientos indecibles de nues­tro bendito Señor producen un gozo inefable. Por lo tanto, podemos hacer memoria de Él con gozo y tristeza entremezcladas.

El Señor no nos dejó órdenes precisas ni regulaciones prescritas para responder a su deseo. Cuando los corazones se sujetan reve­rentemente a Él y están llenos de adoración a su bendito Nombre, entonces podemos confiar plenamente que el Espíritu de Dios nos guiará, sabia y ordenadamente, para dar supremo honor al bendito Hijo de Dios.

L. M. Grant

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