El Señor Está Cerca

Sábado
15
Mayo

Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado con­tra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros.

(Lucas 15:18-19)

El hijo pródigo (2)

En esta historia veo tres tipos de corazones. Es importante que nos demos cuenta que, si bien esta es una bella historia acerca de un pecador perdido que Dios rescató, este joven jamás dejó de ser hijo de su padre. Echemos un vistazo al primero de estos tres tipos de corazón: el corazón arrepentido.

El hijo pródigo demostró tener un corazón arrepentido, el cual se quebrantó cuando él entró en sí y decidió volver a la casa de su padre. La palabra “arrepentimiento” significa «cambio de mente». Significa que uno está de acuerdo con Dios y hace un giro en 180° grados en su vida para ir a Él. Cuando nuestros corazones no son rectos para con Dios, sea cual sea la razón, el Espíritu de Dios obrará en nosotros, convenciéndonos de pecado y generando den­tro de nosotros un hambre por estar a cuentas con Dios, y restituir cualquier mal hecho a alguien con quien podamos estar en desave­nencias. Necesitamos que ambas relaciones estén bien, vertical­mente con nuestro Padre, y horizontalmente unos con otros.

El hijo pródigo reconoció, voluntariamente, su orgullo y falta de amor, primero hacia Dios y luego hacia sus pares (vv. 18-19). Los cristianos necesitamos mantener cuentas claras con Dios: “Si con­fesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados” (1 Jn. 1:9).

Finalmente, el pródigo reconoció que no merecía nada. Trató de pedir misericordia, sirviendo como un esclavo, sin demandar ser restituido a su posición anterior en la familia (v. 21). Si mi Señor y Salvador pudo perdonar a aquellos que lo clavaron en la cruz, si Él pudo perdonarme todos mis pecados, ¿qué derecho tengo de man­tener algo en contra de otro creyente en la familia de Dios?

Tim Hadley Sr.

arrow_upward Arriba