De la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, siendo muchos, somos un cuerpo en Cristo, y todos miembros los unos de los otros.
El cuerpo humano es una increíble obra maestra creada por Dios. Abarca una cantidad tan inmensa de grandes y minúsculos detalles que el salmista exclamó: “Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras” (Sal. 139:14). Es un extraordinario ejemplo de la diversidad en unidad, pues abarca miembros completamente diversos en carácter y operación, pero que funcionan juntos con una armonía maravillosa. Algunas de estas funciones son involuntarias, pues Dios creó así al cuerpo; mientras que otras son resultado de una intención consciente, dirigidas por los pensamientos de la mente.
Con esta figura, Dios quiere que tomemos conciencia del valor de la unidad que Él ha establecido en el cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios. Es una unidad que abarca a todos los hijos de Dios que están sobre la tierra. No hay muchos cuerpos, como algunos han planteado; solo hay uno. Cada creyente tiene su lugar en aquel cuerpo; él o ella es miembro de él. Esta es la única membresía que Dios ha dado. Por lo tanto, cada uno de nosotros también posee la habilidad de realizar la obra exacta y adecuada para el lugar que poseemos en el cuerpo. Una mano no puede tomar el lugar de un ojo, ni un pie el lugar de una mano. Quizás solo soy un miembro pequeño y escondido, pero esto no hace gran diferencia, pues los miembros que no se ven son igual de importantes que los miembros visibles. Ciertamente debemos desear el bien de todo el cuerpo, y debemos buscar este propósito, independientemente de cuáles sean las habilidades que poseemos.
En nuestro cuerpo, todo sustento, refrigerio y dirección proviene de la cabeza. De igual forma, dependemos completamente de nuestra Cabeza en el cielo, el Señor Jesús, para ministrarnos a todos, lo cual nos capacitará para cumplir la obra que nos ha preparado. Si nos sometemos a Él, entonces estaremos felices de trabajar por otros y en unidad con otros.
L. M. Grant