Levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.
En la historia del hijo pródigo vemos un hermoso ejemplo del perdón. De hecho, podemos ver tres tipos corazones. Comúnmente, esta historia en Lucas 15 es llamada «La historia del hijo pródigo». La palabra «pródigo» significa «malgastador». Sin embargo, esta historia bien puede ser llamada «La historia del padre amoroso» o el «padre perdonador». Esta historia hace más énfasis en la gracia del padre que en la pecaminosidad del hijo. A diferencia del pastor y la mujer en las dos primeras partes de este capítulo, el padre no salió en búsqueda del hijo, sino que fue el recuerdo de la bondad de su padre lo que hizo que el joven volviera arrepentido y en busca de perdón. Romanos 2:4 nos recuerda que la bondad de Dios conduce a los hombres al arrepentimiento. Eso es lo que hizo que este hijo rebelde volviese.
Así que, al considerar esta historia del hijo pródigo, podemos dividirla en tres partes. De los versículos 11 al 16 vemos su rebelión: él se fue a una provincia lejana. Esta es una figura de cada uno de nosotros en nuestra condición perdida de rebelión contra Dios. Isaías 53 nos recuerda que “Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino”. Luego vemos su arrepentimiento: él volvió en sí (vv. 17-19). Y, por último, vemos su gozo: cuando llegó donde su padre (vv. 20-24). Es interesante considerar la descripción que da el padre acerca de la experiencia de su hijo: él estaba muerto, y ahora vive; él estaba perdido y fue hallado. Esta es la experiencia espiritual que todo pecador perdido atraviesa cuando llega al Padre por medio de la fe en Jesucristo (Jn. 5:24; Ef. 2:1-10).
Sólo hay un camino para ir al Padre, y es por medio de la fe en Jesucristo. Querido lector, ¿lo has hecho tú?
Tim Hadley Sr.