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¡Ten ánimo!
Autor:
Consuelos y recursos en el sufrimiento
Tema:También las cosas pueden ir mal para los jóvenes cristianos. No encuentran un trabajo, o lo pierden. Enferman. Sienten la soledad y la incomprensión. Tienen un problema… Qué bueno es tener a alguien que te grite: «¡Ten ánimo!».
1 - Un paralítico
Capernaum (Marcos 2:1 ss.). Cuatro amigos traen un paralítico al Señor (¡estaba paralizado desde hace mucho tiempo!). Había mucha gente en la casa, sin posibilidad de pasar para los cuatro hombres y su amigo paralítico. ¿Renunciar? ¿De nada sirve? ¿Dar la vuelta y volver a casa sin ningún resultado?
No, los cuatro amigos no retroceden ante ningún esfuerzo y suben al tejado de la casa llevando al paralítico, perforan el tejado y lo bajan hasta donde está el Señor Jesús. El Señor ve su fe y le dice al paralítico: «Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados» (Mat. 9:2).
Los escribas protestan y dicen: «Este blasfema». Y el Señor añadió: «Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa».
2 - Una mujer con pérdida de sangre
También en Capernaum (Mat. 9:18 y ss.; Lucas 8:43 y ss.). El Señor es llamado por Jaïrus para que cure a su hija. En el camino, una mujer toca al Señor. ¡Había estado sufriendo pérdida de sangre durante 12 años, es decir 144 meses o más de 4.320 días! Es ahora o nunca, puede haber pensado, pero no importa lo que pase, si alguien puede curarme, es él. El Señor la miró y le dijo: «Hija, tu fe te ha sanado» (Lucas 8:49).
Cuando el Señor Jesús cura a alguien, no es temporalmente, sino definitivamente. No hay duda de esto. Y la mujer se curó a partir de esa hora. El Señor le dijo: «Vete en paz» (v. 49). ¡Qué hermosa palabra de consuelo de la boca del Señor!
3 - En el lago
Doce discípulos en una barca en el lago de Genesaret (Mat. 14:24 y ss.). Son sorprendidos por una tormenta y por las olas, mientras el Señor está en la montaña donde está orando. La tormenta se hace más fuerte y la barca amenaza con hundirse. Entonces viene el Señor. Los discípulos no lo reconocen y gritan de miedo. El Señor les dice: «¡Tened ánimo; yo soy, no tengáis miedo!» (v. 27).
4 - Un ciego
Jericó, la ciudad que no debía ser reconstruida, después de haber sido destruida durante la conquista de la tierra de Canaán (Josué 7; Marcos 10:46 ss.). Allí encontramos a Bartimeo, el ciego que mendigaba al borde del camino. Escucha que Jesús se acerca y grita: «¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!» ¿Qué hace el Señor entonces? ¿Pasa de largo sin prestar atención, como tantos otros que también pensaron que Bartimeo debía guardar silencio? No, el Señor le deja gritar. Muchos le dicen a Bartimeo: «Ten ánimo, levántate, te llama» (Marcos 10:49).
Corre hacia el Señor y le expresa su más querido deseo, que quería recuperar la vista. «Recobra la vista, tu fe te ha sanado (te ha salvado)» (Lucas 18:42). El ciego glorificó a Dios y siguió al Señor (v. 43).
5 - Los discípulos
En el aposento alto, en Jerusalén (Juan 16), oímos las últimas palabras del Señor que dirige directamente a sus discípulos antes de la cruz. Les dijo tantas cosas antes de ir al Gólgota. Concluye diciendo: «Os he dicho estas cosas para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis tribulación; pero tened ánimo, yo he vencido al mundo» (v. 33).
Hasta el final, su amor lo llevó a consolar y confortar a sus discípulos. Sí, el mundo tiene más de un peligro, pero hay uno que es más fuerte y que ha vencido al mundo, y ese es nuestro Señor Jesucristo. Esto nos anima incluso hoy en día.
6 - El apóstol Pablo
Jerusalén (Hec. 23). Pablo, el siervo elegido por el Señor para proclamar el nombre del Señor a los gentiles, había sido puesto en prisión. Se nos informa de muchas cosas sobre sus viajes, sus pensamientos y angustias, sus sentimientos íntimos. Era un siervo excepcional, que servía a su Señor con toda su fuerza y compromiso, y sin embargo era un hombre como cualquier otro, que podía desanimarse.
El Señor le dijo: «Ten ánimo» (v. 11).
No te voy a decepcionar, te llevaré a Roma donde serás mi testigo. Me ocuparé de ello.
7 - Tú, hoy…
¿Eres dependiente de algo, buscas sin éxito un trabajo, no tienes ni idea de lo que va a ser de ti, tienes problemas para llevarte bien con la gente que te rodea, has estado enfermo desde tu juventud sin esperanza de recuperación, estás esperando una respuesta a una pregunta urgente?
Que el Señor te consuele con estas mismas palabras: «¡Ten ánimo!».
Llevo aquí mucho tiempo escuchándote y conociendo tus necesidades, y sé cuándo voy a intervenir para cambiar las cosas. –¡Ten ánimo!– ¡porque te amo! Sé lo que puedes soportar y cómo debes honrarme y glorificarme. Tal vez no lo entiendas, pero confía en mí, te digo: ¡Ten ánimo!
Estoy aquí, me preocupo por el estado de mis ovejas, no quiero olvidarte ni abandonarte. ¿Crees que la carga es demasiado pesada y excede tu fuerza? Créeme, sé exactamente lo que es, conozco el final, puedo ver mucho más allá.
Publicado originalmente en alemán en la revista: «Folge mir nach», 2011