Índice general
Semejanza de la Epístola de Judas y de una parte de 2 Pedro
Autor:
Collected Writings 13 p.216-231
1 - Solo la Escritura arroja luz sobre el tema de las similitudes entre Pedro y Judas
La semejanza entre la Epístola de Judas y parte de la Segunda Epístola de Pedro ha llamado la atención, diría yo, de todos los lectores críticos, y de la mayoría de los lectores cuidadosos de la Escritura. Para explicar esta semejanza se han empleado toda clase de especulaciones y métodos, sobre los que no llamaré la atención de los lectores. Siempre estoy más convencido de que leyendo la Palabra de Dios con la ayuda del Espíritu Santo, se sabrá mucho más que un erudito que, por acercarse a ella razonando, no tiene la clave de la Escritura, y pierde la prueba misma de su autoridad divina, mientras que estas pruebas brillan con un fulgor sin nubes para quien está enseñado por Dios. Debemos recordar que, en cuanto a las cosas que se han de aprender, la ciencia no se ocupa de las que no son oscuras, y que su esfera de actividad está caracterizada por la duda y la oscuridad. Cuando una cosa es clara y cierta, no tiene utilidad para la ciencia. Mi propósito aquí es más bien señalar el carácter especial y la finalidad de las Epístolas.
1.1 - La suficiencia de la Escritura
Solo añadiré una observación: la poca atención que he podido prestar a los caminos errantes de la mente humana me ha convencido de que la Palabra de Dios no solo ha suministrado la verdad directa de Dios, que, por gracia, es su objetivo más dulce, sino que ha respondido a todos los errores a los que la actividad de la mente humana acerca de él ha conducido a los hombres. Cuando uno se familiariza con estos errores, las analogías de la Escritura para corregirlos, la forma en que la manera de enseñar la verdad responde a todos estos errores, no pueden dejar de golpear la mente. Es evidente que los incrédulos no han dejado de descubrir estas analogías, pero no tienen ni idea de la santidad y la gracia que resplandecen en la Palabra y dan a la mente sencilla la seguridad de la identidad de su Autor; solo les preocupan las circunstancias externas que van unidas a ella. Estos incrédulos han pretendido que estas analogías fueron tomadas de los egipcios, de los judíos alejandrinos y no sé quién más. Hombres serios –como Gale [1] en su libro: “El Atrio de los Gentiles”, y otros similares– han intentado demostrar que los gentiles las habían tomado de los judíos. Por mi parte, no creo en ninguna de estas tesis.
[1] Theophilus Gale (1628-1678) fue un pedagogo, inconformista y teólogo de la disidencia inglesa.
2 - La mitología, fuente y contenido
Noé y los primeros patriarcas tenían un gran conocimiento de Dios tal como se revelaba entonces en la creación, los juicios y el testimonio; en cuanto a las promesas, las advertencias, los sacrificios y los primeros acontecimientos de la historia divina, conocían los detalles mucho mejor que nosotros. Pero el hombre no ha tenido sentido moral para guardar el conocimiento de Dios (Rom. 1), y la idolatría se instaló. Se estableció un inmenso sistema; incluyendo muchas tradiciones de aquellos primeros días, e iniquidades que hicieron a los valientes hombres de antaño, cuya memoria fue preservada en siglos posteriores –ellos fueron los «varones de renombre» (véase Gén. 6:4) como dice la Escritura. Este sistema incluía retazos de ideas sobre el Dios verdadero; razonamientos sobre él; hechos sobre el diluvio, su carácter, sus causas y su autor; un vago recuerdo del paraíso; fuertes recuerdos de la iniquidad anterior al diluvio y de las personas que fueron salvas de él –la amplitud de la rebelión de los hombres elevando a los hombres de renombre al rango de dioses, mientras los llamaban réprobos, que deja perplejos a los aficionados a la mitología; le añadieron el sol, la luna y las estrellas, poblados, en la imaginación, con la existencia personificada de grandes personajes desaparecidos; se sabía que la serpiente era el origen del mal y del conocimiento, y por ello se la adoraba como a un dios; el diluvio era visto como una venganza, pero asociada al hecho de que la serpiente tenía que responder por ello; el arca era deificada como la madre protectora, y la tierra era vista como la matriz de la naturaleza y de todas las cosas; y todo esto estaba mezclado con las supersticiones más corruptas y corruptoras que la naturaleza humana caída podía permitirse en la práctica, pero mistificadas en nociones abstractas –todo esto fue utilizado por Satanás para oscurecer y confundir los pensamientos de los hombres, y dejar a la conciencia, que él no podía ayudar, el pensamiento de que podría haber un abismo y un paraíso o un posible vagabundeo de las almas, y como dice Pablo, algún «Dios desconocido» (Hec. 17:23) por descubrir.
2.1 - El cuadro de la mitología según la Epístola a los Romanos
Todo el proceso está descrito con exactitud en Romanos 1. Se puede leer muchos libros de mitología pagana, pero todo el resultado está descrito allí; es el cuadro más perfecto del mismo, no se pierde ningún elemento moral. Para mí, es divinamente perfecto; este capítulo conoce y juzga todo el cuadro y lo rechaza con esa justa estimación, dejando la mente libre para apreciar, respirando el aire puro de la clara atmósfera de la presencia del Dios verdadero, todo lo que la gracia y la verdad pueden revelar en la persona de Jesucristo, y el Evangelio de su gracia, para gozar de la verdad.
2.2 - El peligro de un retorno a la idolatría mística y mitológica y cómo Satanás se sirve de ella para enlazar a los hombres
Este es solo un ejemplo sorprendente de cómo es la Escritura en este sentido. Creo que no hay red de mentiras (a veces con grandes aproximaciones a la verdad en el ámbito del conocimiento, pero nunca en el de la relación del hombre con Dios), ni error alguno por el que Satanás haya engañado al hombre y lo haya alejado así de Dios, que no sea contrarrestado por la Palabra. A este respecto, puede que tengamos más necesidad de la que creemos. Estoy convencido de que el mundo volverá a caer en las ilusiones de la idolatría mística y mitológica en formas que nunca imaginó, porque el vacío de la incredulidad no puede satisfacerlo. Los hombres no necesitarán creer. Puede ser una especulación intelectual para algunos, una imagen dejada a la imaginación para otros, un hábito aceptado por todos, el poder de Satanás fijando firmemente la ilusión en la mente de la gente. Su dominio no es la fe, sino un poder sobre los pensamientos de los hombres. ¿Cuántos creyeron que la estatua de oro en la llanura de Dura era un dios (Dan. 3)? ¿Cuántos se negaron a inclinarse ante ella? Una vez que ha sido erigida, una vez que ha sido aceptada, una vez que los hombres se han postrado ante ella por razones interesadas, y han perdido así su fuerza moral; una vez que el poder la impone, que los placeres, las comodidades, las asociaciones nacionales o las esperanzas encuentran un interés en ella; cuando los hombres están dispuestos a aceptarla, a explicarla mediante sutilezas intelectuales ligadas al misterioso poder de la naturaleza; y, habiendo abandonado la conciencia y al verdadero Dios, habiendo perdido Su protección –la red de Satanás es ahora completa, y la extrema influencia que ejerce sobre las mentes, además de los aparentes milagros que puede obrar, encadena a los hombres más allá de toda escapatoria, atándolos a lo que no pueden creer o amar: no pueden amar por interés lo que desprecian y temen, sino que están atrapados en ello.
2.3 - Los efectos de la luz de la cristiandad y de la Escritura
Permítanme hacer aquí una observación. Uno puede preguntarse cómo la Palabra de Dios puede hacer frente a todas estas horribles perversidades. Debemos ser sencillos en cuanto al mal y sabios en cuanto al bien (Rom. 16). Ciertamente lo somos. Y esto es lo que la Escritura ha hecho de un modo relativamente feliz en los hombres, dondequiera que ha sido recibida. Estos horrores desdichados incluso han desaparecido de la sociedad como sistema y han sido olvidados. ¡Gracias a Dios por ello! Ha sido una liberación para el hombre, incluso externamente, en relación con Dios. Y una de las perfecciones de la Escritura es que lo ha hecho mediante la revelación del bien, para no entrar en el mal del que tiene que hacer frente en el mundo, aunque juzga brevemente su carácter moral, y, como ya he dicho, ha dejado así que la mente se ocupe libremente del bien. Quiera Dios que los santos no abandonen esta bendita posición. Es su bendito privilegio especial de Dios; y creo que la Palabra es su armadura completa en todos los aspectos, suponiendo siempre la fuerza y la ayuda del Espíritu Santo –la gracia obrando en el corazón. Y vean cuán sabia es la Escritura en esto, es decir, nuestro Dios es sabio en su Palabra. Cuando se encuentra este tipo de mal, se descubre y se juzga. Un hombre versado en el mal ve que alude a su maldad, lo juzga, advierte contra ese mal, en forma de alguna verdad. El simple creyente recibe la verdad misma en toda su fuerza sin estudiar jamás el mal. El que conoce el mal ve que la Palabra lo condena y demuestra su falsedad. El hombre, razonando, habría revelado y desarrollado el mal para responder a él, y así habría llenado de él sus pensamientos. Pero aquel que es bondad y luz puede refutar el mal y disipar las tinieblas, según la perfección de su divina sabiduría, presentándose sí mismo, pero de tal manera que solo podemos ver que se oponen a lo que él presenta, si los tenemos ante nosotros: sin embargo, el que goza de la bondad y de la luz no necesita recurrir a la otra para saber que la luz es luz, y la bondad es bien. La medida en que Dios toca estos bordes de oscuridad es la que, por gracia, es necesaria para la humanidad.
2.4 - Cuando la mitología alimentaba las formas de pensar del mundo
La luz del cristianismo –no digo simplemente su fuerza viva– ha desterrado todos estos espectros del mal, en su poder evidente y directo, el estado de cosas en 1853 [2]; o más bien, se han convertido en sombras; son temas para diccionarios mitológicos, aprendizaje clásico y culturas eruditas: investigaciones asiáticas, jeroglíficos egipcios, panteones o los toros alados de Nínive, recién descubiertos y expuestos en un museo. La gente solo conoce estas cosas de este modo y, por tanto, el espíritu de los santos no tiene ninguna relación con ellas. Pero cuando se escribieron las Escrituras no era así, la gente tenía la mente llena de estas cosas, aunque los filósofos empezaron a burlarse de ellas, y muchos se cansaron de ellas. Sin embargo, los hábitos surgieron de estas cosas. Cuando Pablo curó a un hombre impotente, le ofrecieron un sacrificio; el digno silencio de Bernabé le hizo parecer, en sus mentes, como Júpiter, y el ferviente discurso de Pablo le hizo parecer, a sus ojos, como Mercurio. Cuando le picó una víbora, para ellos, Némesis (venganza) no quería dejarle vivir; pero como no sufrió ningún daño, cambiaron de opinión y dijeron que era un dios.
[2] Año de esta predicación
Para el pueblo, este sistema estaba ligado al poder, y cuando veían poder, siempre lo atribuían a los demonios y no a Dios; esto estaba tan arraigado en sus mentes que incluso razonadores como los atenienses, buscadores de novedades, pensaban que Pablo, por predicar a Jesús y la resurrección, estaba propugnando nuevos dioses, confundiendo la resurrección (supongo) con una diosa. Y tanto buscaban, por medio del hombre, interferir en la obra divina para arruinarla, que el espíritu de la Pitonisa [3] anunció que Pablo y Silas eran instrumentos y siervos del Dios Altísimo, sin hablar realmente de Jesús, y se acreditó asociando su testimonio al de ellos. Simón el mago, por su parte, quería comprar ese poder, que amenazaba con eclipsar el suyo, cuya nada conocía lo bastante bien como para sorprenderse de su realidad. Satanás vio frente a sí un poder similar, pero verdadero y divino. Cuando la mente se vuelve ahora hacia el mal que reinaba entonces, descubre la alusión.
[3] La Pitonisa (serpiente) era sacerdotisa del templo de Apolo, en Delfos en la Grecia antigua (Wikipedia).
2.5 - Lo que era preservado del conocimiento de Dios
Las Escrituras retoman las fábulas de la idolatría entonces revestidas de la energía del poder satánico, aluden a ellas y las juzgan. Preceden al juicio pronunciado sobre ellas y a las formas en que se expresa la verdad para condenar estas cosas y liberar al espíritu que sería esclavizado por ellas. El ritualismo judío era un sistema complejo destinado, por cuidados llenos de gracia, para preservar al menos a algunos hombres en el conocimiento del Dios verdadero, y para preservar ese conocimiento a través de ellos, mientras las idolatrías abominables arruinaban y barrían todo lo que tenían delante, hasta que vinieran la Luz verdadera y la Simiente prometida. Dios no quería repetir el diluvio; el mundo está reservado para el fuego. Quería conservar algo en medio del diluvio moral con que Satanás había sumergido los pensamientos de los hombres. Las verdades existen desde el principio; muchos de los grandes hechos registrados en las Escrituras son anteriores a su redacción. El primer esfuerzo del hombre fue corromperlas; el remedio fue revestir las verdades con ciertas revelaciones positivas, juzgando y cuidando de que no se corrompiese la intervención de Dios en gracia y misericordia. Esta es la verdadera historia del mundo; al menos, yo no lo dudo.
3 - La verdadera luz apareció en Cristo
Así pues, mientras los santos disfrutan históricamente de la verdad tal como ha sido revelada en cuanto a la creación y a todos los tratos subsiguientes de Dios con los hombres, y la luz misma se ve al fin en Aquel que todo lo creó, en quien vinieron la gracia y la verdad –los que indagan sobre el mal de antaño, ahora tema de historiadores, encuentran alusiones y referencias al mismo en las Escrituras, donde las formas de la verdad se enfrentan a la verdad corrompida y a las corrupciones en que Satanás había atrapado al hombre. Como todo el mundo conocía estas cosas en aquella época, incluso el Nuevo Testamento alude a ellas. Pero aquí hay que señalar que cuando el pleno resplandor de la luz divina brilló en Cristo para formar lo nuevo, se requería nada menos que la plena revelación de Dios mismo. La verdad, la gracia, el poder, se ejercieron realmente; frente a esto, ¿qué era un Simón el mago o un razonamiento idólatra? Palidecían en su propia nada ante la luz. Sabemos (porque todos tenemos conocimiento) que un ídolo no es nada. Las sombras, en todos los sentidos de la palabra, huían. La vida era la luz de los hombres. ¿Qué podía hacer incluso un demonio expulsado o un mago silenciado (por no hablar del resplandor de la verdad), sino enfurecer a sus seguidores contra aquellos que ejercían un poder que no los reconocía y que, teniendo las exigencias absolutas, universales e inflexibles del verdadero Dios, no aceptaba rival alguno (cualquiera que fuese la gracia con que actuase) –no recibía ningún homenaje conciliador de lo que venía a destruir– los enfurecía contra los que derrocaban las imitaciones del poder y destruían toda altura que se alzase contra el conocimiento de Dios, liberando al hombre del dominio que Satanás mantenía por ambos ; que, de hecho, tuvo que ver con el judaísmo, que fue depositario de la verdad mientras se pudo esperar, con la mayor paciencia, el temor de Dios, pero que luego la juzgó cuando se hundió hasta el nivel común, al asociarse, en su enemistad con el poder que no quería reconocer, con la idolatría contra la que había dado testimonio?
4 - El comienzo de la decadencia en la Iglesia cuando el enemigo se infiltra
Pero, ¡ay! Porque hombres seguían siendo los depositarios de la verdad, y el Señor, para darle todo su carácter celestial, había ascendido a lo alto (al cielo). Esta energía reveladora para el bien fue decayendo poco a poco. La verdad sigue siendo indudablemente la misma, ¡bendito sea Dios! Es la verdad escrita, pero el vaso de su manifestación viva ha perdido su energía preservadora. Y el poder del enemigo ha comenzado a introducirse donde debería haber estado el poder de liberación para otros. Nótese aquí que la energía y el poder de la Iglesia se encuentran por gracia en Dios. Si ella solo es un cuerpo liberado, es débil. Para ser preservada, debe ser un cuerpo liberador, porque ese es el poder de la presencia de Dios en Cristo y en el cristianismo. Considerad la más humilde asamblea de santos o un cristiano individual. Si no hay la energía de un testimonio positivo actuando en otros, hay decadencia. Dios, en gracia, no puede ser inerte en cuanto al testimonio en un mundo de pecado. Sería un contrasentido.
5 - ¿Cómo tratan las Escrituras el decaimiento de la luz en la Iglesia?
De ahí que en el decaimiento de los cristianos encontremos constantes alusiones a toda clase de males que la luz de la publicación del cristianismo, al principio, había hecho perder de vista, por así decirlo. Tomemos las Epístolas a Timoteo, las de Juan, incluso Colosenses y ya Gálatas, Pedro, Judas. Los falsos maestros, la corrupción, la apostasía, los anticristos, el Anticristo, comienzan a aparecer en la luz mortecina de la Iglesia. Esta decadencia de la Iglesia es la fuente principal del mal, pero no es la única forma que toma. Una vez debilitado el poder de liberación, reaparecen los viejos males reprimidos, tal vez modificados, pero los mismos [5] –corrupción y voluntad propia humana, idolatría o paganismo, judaísmo despojado de todo lo que tenía de Dios, especulación en los caminos de un mundo invisible.
[5] Gálatas 4:8-9, muestra que el judaísmo sin Dios era paganismo.
Lo que la Escritura dice sobre la decadencia se divide en 2 ramas principales:
• En primer lugar, la relación del hombre con Dios como tal, que se corrompió en el paganismo y se restauró en el judaísmo, aunque la revelación de Dios no fue plena porque el hombre no podía soportarla; esta relación se restauró perfectamente en el cristianismo con la revelación plena, un punto que a menudo se pierde de vista, pero en el que insistieron los apóstoles en su predicación entre los gentiles o dondequiera que estuvieran;
• y, en segundo lugar, la relación especial en la que la revelación ha colocado a los hombres con Dios, y en particular al cristianismo, que supera a todos los demás por su luz pública, es decir, la posición responsable de la Iglesia en la tierra, como establecida por Dios en un lugar de testimonio –para guardar lo que es bueno y dar testimonio de ello.
Lo que la Escritura trata en estos 2 ámbitos:
• Uno se refiere al gobierno del mundo, de los hombres, de los judíos, de los cristianos, como caminar responsablemente en la tierra, hasta el final, en relación con el pecado y la justicia como tal ante Dios (incluyendo, por supuesto, la luz del cristianismo y los derechos de Cristo hoy y juzgando según esto).
• La otra se refiere a las responsabilidades particulares y la quiebra de la Iglesia, establecida en la tierra como testigo de las cosas celestiales que tenía en relación con un Salvador exaltado en lo alto.
El resultado es una doble corriente de testimonio en cuanto al mal. Una primera corriente de testimonio en cuanto al abandono o apostasía de la Iglesia como cuerpo profeso aquí, abriendo el camino a otros males, siendo al mismo tiempo un mal particular en sí mismo. Una segunda corriente de testimonio sobre el paganismo (por muy desarrollado que esté), el judaísmo, la rebelión del hombre contra Dios, la corrupción. La primera corriente se refiere a la Iglesia profesa y a su juicio particular; la segunda corriente se refiere a la relación entre el hombre y Dios.
No puedo entrar ahora en el punto de vista de Pablo al respecto. Lo encontrarán en 2 Tesalonicenses 2 en su carácter profético con el poder del mal en acción, y en 2 Timoteo 3, en su carácter moral. Trataré algo de esto en otra ocasión, si el Señor lo permite.
También podría mencionar aquí el testimonio de Juan, que lo considera en relación con la persona del Señor Jesucristo, y con los frutos y el carácter de la vida divina, tal como se manifiesta en el hombre, en Él y, por tanto, en nosotros, como aquello que así prueba doblemente el verdadero conocimiento de Dios.
6 - Las relaciones de las Epístolas de Pedro y Judas con los desarrollos precedentes del mal
Pero ahora debo limitarme a Pedro y a Judas. Pedro trata toda la cuestión en conexión con las relaciones del hombre con Dios, por supuesto a la luz del cristianismo, el gobierno del mundo –Judas considera la relación de la Iglesia con Dios y Cristo, como vaso responsable del testimonio de la gracia.
Males comunes estaban ante los ojos de ambos –males relacionados con el resurgimiento del poder de las antiguas corrupciones y perversiones de la verdad, de las que habíamos sido preservados de nuevo desde los días del mismo Noé; pero son tratados de manera diferente. Pedro habla del pecado contra Dios; Judas, de la apostasía en cuanto al lugar en que cada uno había sido colocado. Había 3 grandes principios de mal en aquellos días:
• Las especulaciones intelectuales acerca de un mundo invisible (y los poderes de la naturaleza y lo que produce), lo que parecía ser humildad, pero se inmiscuía en cosas que no se veían, hinchadas de vano orgullo por los pensamientos de la carne; esto conectado con la supuesta maldad de la materia, de ahí las prohibiciones de casarse, comer carne, no rindiendo cierto honor para la satisfacción de la carne. Esto es lo que comúnmente se conoce como gnosticismo,
• el segundo era el judaísmo,
• el tercero era el paganismo.
Todos se oponían a Cristo, y todos se unieron; el gnosticismo formando el eslabón entre el paganismo y el judaísmo, y todos los elementos de los cuales se encuentran en la corrupción del cristianismo que se llama a sí mismo Iglesia, y que ha hecho de ella, vista desde el punto de vista de la responsabilidad del hombre, el gran poder del mal en el mundo.
7 - Esquema de las Epístolas de Pedro
7.1 - La Primera Epístola
7.1.1 - Las indicaciones para el camino
La redención por obra del Señor y la regeneración por la palabra están claramente expuestas en la Primera Epístola de Pedro. Pero no es mi propósito desarrollar esto aquí. Los cristianos se ven, como los judíos dispersos [4], peregrinos en medio del mundo en el que son extranjeros. No se les ve, como tantas veces en las Epístolas de Pablo, resucitados con Cristo y sentados en los lugares celestiales, sino caminando sobre la tierra, aunque regenerados a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos para una herencia preservada en el cielo, siendo guardados por el poder de Dios para la revelación en los últimos días. Por eso hay poco desarrollo doctrinal en Pedro, pero mucha dirección sobre cómo proceder. La revelación de Cristo traerá la liberación completa. Hasta entonces debían esperar hasta el fin, ceñidos los lomos de su entendimiento y siendo sobrios. Así, mientras que las grandes verdades fundamentales de la salvación y la vida eterna están claramente establecidas para la salvación de las almas, tenemos el gobierno y los tratos de Dios con los hombres y los santos en este mundo. Si un hombre ama la vida y quiere vivir días felices, debe comportarse de tal o cual manera. ¿Quién podría hacerles daño si seguían el bien? Si sufrían por causa de la justicia (comp. Mat. 5:10), eran bienaventurados, debían santificar al Señor Cristo y no turbarse. No era una advertencia para que no contristaran al Espíritu Santo, sino para que, como peregrinos y extranjeros, se abstuvieran de lo que lucha contra el alma; que fueran pacientes, bajo el mal, como Cristo soportó todas las cosas. No miran unirse a Cristo en el cielo por la resurrección, sino que él venga para la liberación. Mientras tanto, los ojos del Señor están puestos en los justos y sus oídos abiertos a sus súplicas. Benditas y consoladoras verdades, que evidentemente conciernen a los santos de aquí y al gobierno de Dios sobre el mundo.
[4] Las Epístolas de Pedro se dirigen indudablemente a los judíos creyentes que estaban dispersos como tales. Este era le cometido bien conocido de Pedro. Es, además, sorprendente que la enseñanza se haya tomado tantas molestias al respecto, puesto que es el apóstol quien lo dice: «A los que viven como extranjeros en la dispersión», no puede haber duda.}
7.1.2 - Se acerca el tiempo del juicio. Dios Creador y Gobernador
Así que tenemos a Noé salvado a través del juicio del mundo por el agua. El Evangelio fue predicado para que los hombres sean juzgados o vivan. Había llegado el momento de que el juicio comenzara en la Casa de Dios, obviamente en la tierra. Los justos son salvados con dificultad a través de los peligros y acosos del poder de Satanás: ¿cuál será el fin del pecador y del impío? Sin embargo, deben confiar sus almas a Dios, como a un Creador fiel, haciendo el bien. Por eso, aunque encontramos la total afirmación del Padre y del Espíritu, en general se habla de Dios tratando con los hombres como Creador-Gobernador; y Cristo es Señor, no Hijo, de lo que no se le llama en la Epístola.
7.1.3 - Relación con la predicación de Hechos 2
Esto solo muestra su perfección; todo está en su lugar y en un orden divino. Esto se corresponde bien con la predicación de Pedro de que Dios había hecho Señor y Cristo a este Jesús a quien habían crucificado. Aquí está presentado como tal. Sin embargo, la verdad está clara aquí. Se piden bendiciones para ellos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
7.2 - La Segunda Epístola
7.2.1 - Capítulo 1
Respecto al mal, la Segunda Epístola va más allá de la oposición de un mundo impío y de la necesidad de un castigo para la Iglesia. Los cuidados apostólicos iban a extinguirse pronto, y quería poner por escrito, para su seguridad futura, lo que les prevendría contra formas de iniquidad distintas de la de un mundo hostil. El reino sigue siendo el límite de su esperanza, salvo en la única expresión que se vislumbra en el horizonte: «el lucero de la mañana se levante en vuestros corazones» (2 Pe. 1:19). Había dado a conocer el poder y la venida, y deseaba que tuvieran una entrada rica en el reino. El monte de la transfiguración había confirmado a los profetas en su testimonio de aquella gloria manifestada que los hombres podían ver, que Pedro y sus 2 condiscípulos vieron en la tierra; y los profetas profetizan acontecimientos en la tierra, aunque dan testimonio de la ascensión de Cristo a los cielos, como hace también el apóstol (1 Pe. 3:22).
7.2.2 - Más allá del reino, hasta el juicio por el fuego
Pero este gobierno justo va más allá del reino. Los impíos, que han confiado en lo que el ojo puede ver y en lo que el corazón del hombre voluntariamente engañado ha considerado estable, se enfrentarán a un juicio que dejará de lado todo aquello en lo que el polvo puede confiar: el día del fuego y de la destrucción de los hombres impíos, cuando toda la bella escena de un mundo ornamentado se derretirá bajo el calor abrasador del fuego que la ira de Dios habrá encendido. Aquel que puede crear puede destruir, y aquel que destruye toda forma y belleza puede crear y creará de nuevo, con nuevos cielos y una nueva tierra, donde el pecado no existirá más. En otro tiempo, el diluvio había limpiado en vano, durante un tiempo, un mundo contaminado de su horrible inmundicia, y solo había dejado un recuerdo de culpa y catástrofe como advertencia a los hombres rebeldes. Todo en vano. La naturaleza renovó su orden, y el hombre su pecado, y creyó voluntariamente que así había sido desde la creación, y que así volvería a ser en el futuro. La venida de Cristo fue burlada. Este es claramente el juicio del mundo, de la humanidad. Es una escena que se extiende desde la creación hasta el juicio por el fuego del mundo, entonces formado, al final mismo de su azarosa historia, del hombre justo o malvado que está ante Dios –siendo el mundo el escenario del ejercicio de Su gobierno. Solo los últimos días, a los que Él tendrá que responder, se caracterizarán por la burla de la venida del justo Juez, cerrando el día de la paciencia y trayendo el día del juicio.
7.2.3 - La negación de los derechos divinos sobre la creación
Ahora bien, en esta escena se presentan 2 clases, los justos y los malvados; solo que, por lo que respecta a los cristianos, se da un carácter especial a la forma en que se extenderá la maldad. Los falsos maestros introducirán sectas de perdición, negando al Maestro que los compró. No se trata aquí del Señor en el sentido de Jesús nuestro Señor; se trata de Aquel que tiene un título sobre todos los hombres a quienes ha comprado. La cabeza de todo hombre es Cristo. No solo eso, Dios tiene poder sobre todos los hombres, sobre toda carne; Cristo tiene poder sobre toda carne, y eso tanto por derecho de compra como por derecho de creación. Se resistirán a esto. No es la renuncia a privilegios eclesiásticos, sino la negación de los derechos divinos lo que el juicio dirimirá, y de lo cual la disolución de toda la escena (cuando el hombre se ha ilustrado ante sus propios ojos con pretensiones altaneras mientras que Aquel que podía haberlos puesto a prueba está lejos) será la confusión final –el fin de la escena en la que tal locura se habrá mostrado.
7.2.4 - El recuerdo de anteriores juicios
Por eso recuerda los grandes casos y ejemplos de juicios similares. Los ángeles pecaron: están encadenados en las tinieblas, reservados para el juicio. Noé, el predicador de justicia, fue perdonado, mientras que el mundo de los impíos fue destruido; Sodoma y Gomorra fueron derrocadas como ejemplo para los impíos, y el justo Lot fue liberado. El Señor sabe, pues, liberar a los piadosos y reservar a los injustos para el día del juicio, cuando serán castigados; mientras tanto, debemos mostrar paciencia y piedad.
7.2.5 - Las grandes características del mal
Las grandes características del mal son la voluntad humana que se manifiesta en pretensiones altaneras y en el rechazo de la autoridad, –Dios ya no refrena el alma– se niega y se rechaza el señorío de Cristo; y, con esto, aparece el rechazo altanero de toda autoridad: así, la voluntad, que rechaza lo que está por encima de ella, se entrega a la vil gratificación de sus codicias carnales.
7.2.6 - La maldad que surge de la verdad
Pero esto fue introducido por falsos maestros codiciosos que usaban palabras engañosas. Esto ocurría en relación con los que profesaban el camino de la verdad, de modo que esta fue blasfemada. Así vemos en Pedro el mal asociado con la Iglesia, caracterizado por el rechazo del señorío de Cristo, la voluntad propia y la codicia. Esto es iniquidad, aunque surgió en conexión con la verdad. Y es una iniquidad considerada en presencia de un Dios que juzga la tierra, que ha dado pruebas solemnes de ello y que reserva a los ángeles para ese juicio –un Creador fiel que preservará las almas de los fieles a través de todo ello; y el juicio está considerado como llegando hasta la disolución de los elementos de esta creación visible. Dios es un Dios de juicio y, aunque lento a la cólera, castigará con seguridad la iniquidad. Esto excluye la mera idea de una apostasía particular. Los ángeles pecan; el mundo es impío; Sodoma y Gomorra viven en la impiedad, y el juicio les espera, o ha sido ejecutado; así sucederá con los que desprecian a Cristo y todo señorío. Toda esperanza de la naturaleza perecerá en su disolución bajo la mano de Dios.
7.2.7 - La predicación a los espíritus que están en prisión
Añadiré, de paso, que esto aclara un pasaje que a menudo ha desconcertado a la gente: la predicación a los espíritus en prisión. Solo se habla de los espíritus de la época de Noé. Pedro habla del Espíritu de Cristo en los profetas. Los creyentes eran un pequeño rebaño: como la familia de Noé. Cristo estaba presente solo en el Espíritu: así era en tiempos de Noé; pero, los que lo despreciaron estaban en prisión, y tal sería el destino de los que hoy descuiden el testimonio de Cristo en el Espíritu. Serán puestos en prisión para el juicio. Así fue con los santos del Antiguo Testamento entonces muertos. Se les había anunciado promesas, pero no se les había dado la posesión de ellas; así que, caminando como hombres en la tierra, estaban por tanto sujetos al juicio; si se recibía el testimonio, vivían según Dios en el espíritu, como los santos están llamados a hacer hoy.
El testimonio del Espíritu Santo mediante Pedro es, por tanto: un Dios que juzga a los que caminan sobre la tierra, y que buscan la justicia; finalmente un cielo nuevo y una tierra nueva, donde mora la justicia.
8 - Esquema de la Epístola de Judas
8.1 - El mal llegando bajo forma de impíos introducidos entre los fieles
Paso ahora a Judas. Aquí, veremos que el tema principal del Espíritu es la Iglesia y el abandono de su posición. Judas quería escribir diligentemente sobre el tema común y bendito de su edificación, pero se vio obligado a empezar a escribir sobre la llegada del mal. La Iglesia misma (el testigo del bien en medio del mal, y por lo tanto contra el mal) devenía, por su decadencia y esta obra sutil y secreta, el recipiente mismo del mal. No se trataba de maestros introduciendo caminos perniciosos, para que el camino de la verdad fuera blasfemado. Hombres se habían introducido entre los cristianos; eran impíos que cambiaban la gracia en disolución; negaban al único Maestro y Señor (la palabra «maestro» es la misma que en «al Señor que los compró», y no la habitual «Señor»; significa la autoridad absoluta de un amo sobre sus esclavos). En 2 Pedro era el Amo quien los compró; aquí, es el dominio absoluto y la autoridad de Dios como tal y el señorío de Cristo que lo acompaña. Se trata de la misma clase de la que habla Pedro; pero allí, era gente codiciosa que enseñaba la iniquidad; aquí es gente que se ha infiltrado en la Iglesia entre los santos. Estaban en sus ágapes (fiestas de amor), festejando con ellos sin temor, y eran los objetos del juicio, como se ha atestiguado desde el principio del mundo, según el testimonio de Enoc, que, llevado a Dios en el cielo, dio testimonio al mundo de lo que le esperaba de parte del Señor, especialmente sobre los impíos, cuyos orgullosos discursos se habían levantado contra él. El mal del que habla Enoc era esta impiedad y resistencia al Señor, de los que dicen: «Por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?» (Sal. 12:4). Judas muestra cómo sucede esto. La Iglesia que había sido liberada del mundo, en cierto sentido, teniendo en su seno a esta gente infiltrada y poseída de este espíritu, corría el peligro, como Cuerpo en la tierra, de abandonar su posición, como todos los que se habían alejado precedentemente. Había sido colocada fuera del mundo para mostrar la bondad y la santidad de Dios, y no solo la autoridad única de Dios, sino también el señorío de Jesucristo. Si dejaba entrar lo que le negaba y perdía su primer estado, el único remedio era el juicio y no otro testimonio. Por tanto, lo que aquí se subraya es la apostasía y el abandono del primer estado, y no la iniquidad.
8.2 - Casos anteriores de quienes no han conservado su origen
Los ángeles no son simplemente los que han «pecado»; han abandonado su primer estado y no han conservado su propia morada; están reservados para el juicio, como Sodoma y Gomorra que fueron tras otra carne y se dan como ejemplo. No se trata del rescate de un remanente, sino simplemente del juicio por haber abandonado el camino de su naturaleza. Así, aunque Israel fue redimido de Egipto, Dios destruyó después a los que no creyeron. El mal consistió entonces en no mantener su estado original. Podía ser un mal natural como Caín, o religioso como Balaam, o una rebelión abierta como Coré. Cuando adquiere este carácter, llega la perdición. Murieron 2 veces, naturalmente y por apostasía después de profesar; no tenían fruto real; lo que tenían en apariencia, se había secado. Eran nubes, pero no tenían agua. El juicio se ejecutará contra ellos cuando el Señor venga con sus santas miríadas, pero en ese momento se estaban introduciendo en la Iglesia.
8.3 - La venida del Señor en juicio
Por lo tanto, puesto que se está hablando de la dispensación actual, de la Iglesia como Cuerpo de testigos en la tierra, no se habla del día, ni de la disolución de los elementos, sino de la venida del Señor, que juzgará a los apóstatas del tiempo presente. Además, al hablar del juicio del mundo, Pedro habla de la revelación de Cristo al mundo y de la disolución de la estructura actual de las cosas por el fuego del juicio. No habla de la venida de Cristo con respecto a los santos, si no es por la burla de los escarnecedores. Judas, al tratar de la Iglesia y de los apóstatas de esta dispensación, presenta al Señor con sus santos para juzgarlos; pero cuando dirige sus saludos directamente a los santos, habla de su presencia ante Él. Esta es su base, pues trata de lo que es la porción de la Iglesia: «Al que os puede guardar sin caída, y presentaros sin mancha ante él, con gran gozo, al único Dios, nuestro Salvador, mediante Jesucristo nuestro Señor, ¡sea gloria, majestad» (Judas 24-25).
9 - Judas y Pedro, uno en comparación con el otro
9.1 - Tema general
Estas intrusiones de los antiguos principios del mal, conocidos desde los ángeles hasta los solemnes juicios del diluvio, de Sodoma y de Gomorra, estaban en el punto de mira tanto de Pedro como de Judas. Pedro lo aplica al juicio de Dios sobre los hombres y el mundo; Judas, a la ruina del Cuerpo de testigos y a la apostasía de los no están guardados por Dios a causa del mal que se ha introducido en la Iglesia, el lugar del santo testimonio en el mundo y para el mundo.
9.2 - Dios soberano y justo en Pedro
Pedro recorre toda la escena de la creación, desde el pecado de los ángeles hasta la disolución final de los elementos en su caos primitivo, y que serán renovados en «nuevos cielos y una tierra nueva» (2 Pe. 3:13); habla de un Dios soberano y justo, que juzga, que no soporta el pecado y que no puede tolerar la rebelión. Cristo está presentado como Señor, pero cuando juzga, habla de un Creador fiel que siempre perdona y libera a los justos, y que ha demostrado que lo hará, de manera que podemos hacerle confianza. El título de justo y soberano, y la posición de Cristo en ese título, caracterizan el testimonio de estas Epístolas en las que Dios y el mundo están en el punto de mira –y Dios en justo juicio.
9.3 - La apostasía según Judas
Judas desciende a una escena más cercana. Hombres malvados se han introducido en la Iglesia y, una vez instalada la corrupción, el lugar del testimonio se convierte en escenario del poder del mal. Los antiguos males se manifiestan, pero se originan en la Iglesia; dan a los que participan en ella el carácter terrible de la apostasía. La carne, las grandes pretensiones dentro de la Iglesia, conducen a duras palabras contra el Señor mismo; y luego ese juicio por su venida, del que el Señor ya había hablado hace mucho tiempo por boca de Enoc, el antiguo anuncio del juicio que encuentra sus objetos en los apóstatas del último recurso de la gracia. El Nuevo Testamento revela su carácter actual. Se insinuaba en la Iglesia con este propósito. Pocas personas (creo) saben hasta dónde ha llegado la parte inventiva del paganismo gnóstico, cómo se ha vinculado con el judaísmo, cómo ha dejado las huellas de sus mancillas en el cristianismo de nombre, en lo que ocupa la plaza pública de la Iglesia.
Los filósofos judíos creían que las estrellas eran seres animados, lo cual era sabeísmo [5].
[5] El sabeísmo fue una antigua religión preislámica desaparecida (Wikipedia)
9.4 - Las diferencias entre la cristiandad de occidente y de oriente
La influencia del paganismo en los Padres de la Iglesia, especialmente en los de la escuela alejandrina, es aterradora; nadie puede dudar de que personajes como Orígenes y Clemente estaban en gran medida imbuidos de él. La intrusión de los males antiguos en el cristianismo occidental, menos inventivo (y por tanto más ortodoxo), se inspiraba más en el judaísmo en cuanto a su carácter. Sin embargo, no ha escapado a la intrusión del mal. Adora a santos y ángeles, prohíbe el matrimonio y ordena la abstinencia de carnes, reclama la justicia humana a través de obras y ordenanzas, y niega en gran medida el señorío y la gracia de Cristo. En otras palabras, los elementos del judaísmo, el gnosticismo y el paganismo están presentes –su desarrollo está restringido, pero están presentes y caracterizan el sistema– la masa habiendo rechazado por completo el señorío de Cristo. Este elemento está restringido, pero siempre está listo para estallar si se levanta la restricción de Dios.
10 - Algunas palabras sobre el protestantismo
10.1 - Su luz ha sido una liberación, pero la decadencia hace perder la fuerza moral
La gente no se da cuenta de la liberación que ha supuesto el protestantismo en este sentido. Pero, por desgracia, ha perdido su fuerza moral; se ha vuelto incrédulo. La luz que había en él se ha convertido en tinieblas, por un lado, allí donde había rechazado el viejo sistema gnóstico judeo-pagano; y, por otro lado, allí donde había conservado algunos elementos del mismo, habiendo perdido su fuerza vital, vuelve de nuevo a él, como un perro vuelve a lo que ha vomitado, para sumergirse voluntariamente, y por tanto sin esperanza, en el mal que Dios está a punto de destruir, porque no le queda más que el juicio. Cuando la mente del hombre esté activa, no dudo que vean a la gente volverse hacia la incredulidad racionalista; las órdenes superiores y los poderes gubernamentales estarán bajo la influencia del judeo-paganismo.
10.2 - Temas de estímulo. Lo que hay que tener firme
Pero Dios tiene las riendas, y está Aquel que, si cierra, nadie puede abrir; si abre, nadie puede cerrar; y debemos con toda sabiduría, porque los días son malos, con la energía de su gracia, afirmar el Señorío de Cristo, la santidad espiritual de su nombre en el mundo, y la perfección de su redención, el don de un Dios de amor cuando no había nada bueno en el hombre, y perfecto al reconciliarnos con él. La Palabra escrita es la gran regla inmutable y segura, donde Dios mismo habla; se señala como salvaguardia en los últimos días, cuando las pretensiones de la Iglesia, que contradicen el señorío de Cristo (pues tengo un Señor, no una señora, sobre mí, y no puedo servir a 2 señores), y la corrupción surja, mientras esperamos diariamente a Aquel que nos presentará irreprensibles ante la presencia de su gloria, con abundancia de gozo.
11 - Conclusión
11.1 - Lo que necesita un cristiano para caminar apaciblemente
Solo he esbozado (y a grandes rasgos, lo sé sin falsa modestia) los principios fundamentales de estas Epístolas; pero espero haberlo hecho suficientemente, de acuerdo con la verdad para permitir a los santos que las lean utilizar lo que he dicho como una ayuda, en la medida en que sea una. Si los = les despierta en el sentido del carácter espantoso del mal que se avecina, la apostasía dejando entrar el torrente agravado y más sutil de antiguos males establecidos desde hace mucho tiempo por Satanás, y les hace sentir que realmente están tratando con el enemigo, será realmente útil. Recordemos solamente que, caminando tranquilamente en el mundo, sometidos a los poderes actuales, como siendo de Dios, sin esperar que los hombres nos hagan daño si somos imitadores de Aquel que es bueno, contentos de sufrir si es por la justicia o por Cristo, los cristianos no deberían asustarse en modo alguno por sus adversarios, que para ellos es una demostración de perdición, pero de vuestra salvación y esto por parte de Dios (Fil. 1:28). Y si el Señorío de Cristo es negado por el establecimiento de la autoridad de la Iglesia, ya sea abiertamente o no, los cristianos todavía creen que él es Señor y que él tiene el poder de mantener su Señorío, y todo el poder en el cielo y en la tierra. Así que nuestra parte es guardar la palabra de su paciencia, y nuestra seguridad y gozo con él serán completos.
11.2 - Lo que es común a Pedro y a Judas
A los hombres críticos les ha llamado la atención la similitud de los temas parciales de Pedro y Judas. No podía ser de otra manera; eran expresiones del mal que estaban combatiendo y que entonces se insinuaban; la parte que más llama la atención de los críticos, era perfectamente conocida por todos los gentiles. El Espíritu se ocupaba de lo que tenían delante. La manera de tratarlo estaba muy clara. Los grandes ejemplos del juicio público también estaban presentes y eran conocidos por todos; pero Judas cita un caso (Israel) en relación con su propósito, cosa que Pedro no hace; y Pedro se refiere a la disolución final, mientras que Judas se refiere a la venida de Cristo con sus santos. Hay aquí lo que iba a ser común, pero el testimonio de ello es perfectamente independiente.