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Sacudida – Una vez más
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«Una vez más sacudiré no solo la tierra, sino también el cielo» (Hebr. 12:26).
«Haré temblar los cielos y la tierra; trastornaré el trono de los reinos, y destruiré la fuerza de los reinos de las naciones» (Hageo 2:21-22).
1 - Habrá una sacudida final
Con estas palabras, el autor de la Epístola a los Hebreos ha citado una antigua predicción del profeta Hageo, añadiendo y subrayando la expresión «una vez más». ¡Anotémoslo bien! «Una vez más»: como no habrá más sacudidas, será un evento final. Será un acto de Dios, y por eso el siguiente versículo de Hebreos 12 explica que esta palabra «una vez más» significa la desaparición de lo que es sacudido, las cosas hechas, las cosas mudables, –para que lo que no puede ser sacudido permanezca. Sabemos, pues, cuál será el fin de todo lo que ha sido socavado por el pecado; y no tenemos que sorprendernos de las sacudidas de hoy.
2 - Lo que ocurre antes de la sacudida final
Cuando se produce un terremoto en algún lugar de la tierra, es como un trueno en un cielo azul. Sin la menor advertencia, el desastre se produce y la gente está arrojada al suelo por la espantosa convulsión de la naturaleza; luego, durante semanas o incluso meses, hay temblores posteriores de menor importancia. La tierra ha tenido sus grandes perturbaciones, y luego una serie de temblores menores preceden a la estabilización final en la nueva configuración.
Pero si esto es así en la materia creada, parece ser lo contrario en el trato de Dios con el hombre. Por ejemplo, cuando Dios sacudió a Egipto hasta el fondo con la muerte de los primogénitos, anunció la proximidad de esta gran perturbación mediante las nueve perturbaciones menores que la precedieron y que llamamos «plagas» o «calamidades». Se trataba de juicios providenciales de creciente severidad. Luego, finalmente, llegó la gran conmoción cuando, a través del ángel de la muerte, Dios mismo descendió en juicio.
3 - La sacudida llegará hasta los cielos confirmada por el Apocalipsis
Volverá a ocurrir lo mismo, a mayor escala. El libro del Apocalipsis prevé estas sacudidas de intensidad creciente, hasta que alcancen tanto los cielos como la tierra, y culminen en la gloriosa aparición del Señor Jesús en juicio. Pero podemos preguntarnos: ¿Por qué sacudir los cielos además de esta tierra pecadora?
La respuesta a esta pregunta es claramente que los cielos son la sede del poder de Satanás. Se le llama «príncipe de la autoridad del aire» (Efe. 2:2), y bajo él están «los principados» y «las potestades», «los gobiernos del mundo de las tinieblas» y «las huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales» (Efe. 6:12). Los movimientos malignos que llenan la tierra son dirigidos en gran parte desde la sede del poder de Satanás en el cielo. Dios tratará en juicio no solo con el pecado y los males que llenan la tierra aquí, sino también con los poderes satánicos arriba, desde donde todo es dirigido.
Así, al leer el libro del Apocalipsis, vemos en el capítulo 6 la mano divina comenzando a sacudir las cosas en la tierra, y en el capítulo 12 encontramos que los cielos son sacudidos, y Satanás es desposeído y arrojado a la tierra; la sacudida final de la mano de Dios alcanza su culminación en el capítulo 19.
4 - Decaimiento actual
En la actualidad es evidente que los asuntos de los hombres se encuentran en una posición muy inestable. El espíritu de autoafirmación, de agitación, de insurrección se manifiesta con fuerza creciente en todos los rincones de la tierra. Lo que podemos llamar terremotos es cada vez más frecuente. Las naciones, los gobiernos, las organizaciones y todo el sistema mundial se han convertido en un edificio plagado de feos desgarros y grietas, a la espera de la sacudida final del «una vez más».
5 - El cristiano en medio de lo que permanece
¿Debe el cristiano alarmarse y deprimirse? ¡Claro que no! Recibe «un reino inconmovible», como dice Hebreos 12:28. Un lector atento de toda la Epístola no puede dejar de notar los adjetivos que se repiten con frecuencia: «salvación eterna», «dos cosas inmudables», «un sacrificio intransferible», «redención eterna», «posesiones permanentes», «el pacto eterno». Por la fe, ya hemos llegado a la esfera de las benditas realidades, como se expone en los versículos 22-24, de este capítulo 12. En el capítulo 11, se enfatiza fuertemente la fe, pues solo por ella abrazamos ahora realmente estas realidades permanentes.
6 - Lo que debe ocuparnos mientras esperamos la sacudida final
¿Qué es lo que nos ocupa, mientras vivimos en medio de este mundo vacilante? Evidentemente, se trata, como indica la conclusión de nuestro capítulo, de «servir a Dios como a él le agrada, con temor y reverencia». Para ser aceptable, nuestro servicio debe estar de acuerdo con sus pensamientos y su voluntad revelados para el tiempo presente.
No somos enviados a sostener el mundo y un sistema global que se derrumba, porque Dios se ocupará de ello a su tiempo y él es un «fuego que consume» (12:29).
El propósito expreso de Dios para nuestro tiempo es sacar de las naciones «un pueblo para su nombre» (Hec. 15:14). Y su propósito incluye además «perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo» (Efe. 4:12).
Que Dios nos impulse a todos a servirlo de una manera que le sea agradable, con reverencia y temor piadoso, mientras aún estamos en medio de los choques preliminares que marcan la presente época malvada.
(Extractado de la revista «Scripture Truth», Volumen 41, 1962-64, páginas 1 y siguientes)