La cruz de Cristo


person Autor: Frank Binford HOLE 114

flag Tema: Las dos naturalezas, la libertad cristiana


1 - Introducción

Los pasajes de Romanos y Corintios resumen la doctrina del apóstol sobre la cruz de Cristo. Los pasajes de Gálatas dan la aplicación de esta doctrina, y cómo afectó a su forma de vida.

Podemos hacer esta distinción: el primero y el segundo pasaje dan la doctrina y los principios. Declaran cosas divinamente realizadas en la cruz de Cristo. Los pasajes tercero y cuarto de Gálatas dan el lado experimental y práctico. En estos pasajes de Gálatas, Vd. notará que el apóstol cambia del plural al singular y usa el pequeño pronombre «yo» varias veces, porque no está exponiendo la doctrina cristiana, sino que nos muestra algo de la experiencia cristiana que operaba en él. De este modo, nos introduce en el secreto del maravilloso estilo de vida que lo caracterizaba.

Pero lo que lo caracterizaba como santo “modelo” debe caracterizarnos también a nosotros. La cruz de Cristo es tan central y tan válida para nosotros como lo fue para él. Al hablar de ella durante unos minutos esta tarde, su sombra debe proyectarse sobre nuestras mentes. Su profundo significado debe conmovernos a todos, especialmente al orador. Debemos aprender su lección; nunca terminaremos de aprenderla mientras estemos en la tierra.

2 - La cruz, un suplicio cruel y vergonzoso traído por los romanos

La cruz significaba la muerte: una muerte degradante y vergonzosa, un rechazo total. Creo que es justo decir que esta forma de matar fue introducida por los terribles romanos. Tenían un imperio tan duro como el hierro, al lado del cual el Imperio británico es incluso endeble; su imperio existió durante siglos. Como saben, perpetraron crueldades indescriptibles; cuando vencían y capturaban a los pobres bárbaros, los clavaban con desprecio, igual que un granjero clavaría una alimaña a la puerta de su granja.

Esta era la forma despectiva en que los romanos trataban a sus enemigos; no les daban una ejecución decente bajo la cuchilla –eso estaba reservado al condenado romano– sino que los clavaban con gran crueldad en una cruz de madera. Pero era la muerte la que estaba reservada para el Señor de la gloria, expresando rechazo, humillación y reprobación.

3 - Nuestro «viejo hombre», crucificado con Cristo

Se podrían decir muchas cosas sobre Romanos 6:6, pero me centraré solo en una. Tenemos la afirmación formal de que, en la cruz de nuestro Salvador, nuestro viejo hombre ha sido crucificado con él. Dios lo hizo. Dios lo dice. Lo sabemos, porque Dios lo dice.

4 - ¿Qué significa «nuestro viejo hombre»?

¿Qué significa «nuestro viejo hombre»? Nuestro «viejo hombre» es la personificación de lo que fuimos como hijos de Adán con todas sus características. No es raro que personifiquemos tal o cual carácter. Nos hacemos una idea más clara de este o aquel carácter imaginando a un hombre que lo porta.

Cada vez más experiencias científicas parecen mostrar que hay muchas características y potencialidades ocultas en cada especie, ya sea animal o vegetal. Ningún espécimen posee todas las características de la especie. Lo mismo ocurre con los seres humanos. Ningún hombre expresa todo lo que hay en el hombre. Hoy en día, la raza adámica tiene quizá 200 generaciones y cuenta con unos 8.000.000.000 de individuos; por lo tanto, estamos empezando a ver en la humanidad todas las características que había en Adán cuando, caído, se convirtió en el progenitor de la raza humana.

Al entrar en la ciudad, el primer día de mi estancia, me topé con un cartel en el que se leía en letras muy grandes: “¿No son los hombres bestias?” (Debo decir, de paso, que el cartel, quizá por una feliz coincidencia, estaba colocado junto a otro cartel, también en letras grandes, en el que se leía: «El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido» Lucas 19:10; … era bastante apropiado). Esta observación no iba seguida de un signo de interrogación, como si nos pidieran nuestra opinión sobre el tema, sino de un signo de exclamación. Era una afirmación audaz; debemos admitir que, por desgracia, es cierta.

5 - La sentencia de muerte de nuestro viejo hombre se ejecutó en la cruz

Todo lo que puedo decir es que, si realmente se pudiera producir un hombre que encarnara todas las cosas malas que se manifestaron en la raza adámica, realmente tendríamos una bestia, un monstruo terrible. No habría paz ni seguridad hasta que fuera condenado y ejecutado. Bueno, gracias a Dios, eso es exactamente lo que se ha hecho. Dios ha pronunciado la sentencia de muerte sobre nuestro viejo hombre, sobre todo lo que éramos como hijos de Adán. Lo maravilloso es que esta sentencia se llevó a cabo en la crucifixión de nuestro Señor Jesucristo. Él descendió a la muerte para pasar el juicio que el hombre de tal carácter tenía que pasar, y nuestro viejo hombre fue crucificado en su cruz. Esta es una verdad que, cuando penetra en nuestro corazón, afecta profundamente a nuestra vida.

6 - La cruz de Cristo en la Epístola a los Corintios

En Corintios seguimos teniendo la cruz de Cristo. Pablo evangelizaba a una gente muy culta, cuya cultura exterior ocultaba una gran corrupción interior. Les dijo que no quería saber otra cosa que Cristo crucificado. Ahora, Cristo crucificado es el poder de Dios y la sabiduría de Dios, y vemos en este pasaje que, si esto es necedad para los hombres, simplemente prueba la necedad de los hombres. Fueron los gobernantes de este mundo los que fueron juzgados a la luz de la cruz, porque ninguno de ellos conocía la sabiduría de Dios; si la hubieran conocido, no habrían crucificado al Señor de gloria.

Con toda su sabiduría terrena crucificaron al Señor de gloria. Encima de él escribieron su título en tres lenguas: en latín, la lengua de los líderes militares y gubernamentales; en griego, la lengua de los líderes intelectuales; y en hebreo, la lengua de los líderes religiosos. Todos estaban unidos, judíos y gentiles. ¿Por qué crucificaron al Señor de gloria? Porque no lo conocieron. Si su sabiduría no les permitió reconocer a su Creador cuando lo vieron, está condenada.

7 - El Hijo de Dios, el Creador, ha venido a esta tierra y ha sido crucificado

Isaías dijo en su día: «El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento» (Is. 1:3). Esto podría decirse con mucha más fuerza hoy. Jesús, el Hijo de Dios, estaba entre ellos. ¿Lo conocían? No. ¡Ni siquiera tenían el sentido del asno!

El Señor de la creación se humilló en gracia entre nosotros, y su crucifixión puso la sentencia de condenación sobre el mundo y sus dirigentes. La cuestión está zanjada. Ellos lo crucificaron, por supuesto, pero lo que Dios y los santos ángeles vieron fue que se crucificaron a sí mismos.

Se cuenta la historia de un hombre recién enriquecido, pero en realidad muy ignorante. Entró en una galería de arte donde había cuadros famosos de gran valor. Se dirigió a un empleado y le dijo: “¿Son estos sus cuadros más famosos? No les tengo mucho aprecio”. El hombre le contestó: “Señor, el valor de nuestros cuadros es absolutamente cierto: no están ahí para ser valorados; lo están los visitantes”. Al condenar los cuadros, el hombre se estaba condenando a sí mismo. No hacía más que mostrar su estupidez e ignorancia. Los gobernantes de este mundo se han condenado a sí mismos de esta manera.

8 - La sabiduría del mundo fue condenada en la cruz, las consecuencias prácticas para los cristianos

Por tanto, la sabiduría del mundo está condenada. Eso está establecido como principio; pero ahora necesitamos ver la aplicación, porque a eso es a lo que vamos. La verdad debe tener consecuencias prácticas para nosotros, y si las tiene, entonces estaremos viviendo para Dios. La dirección y el curso de nuestras vidas serán cambiadas. Tendremos ante nosotros un nuevo propósito. La Epístola a los Gálatas nos muestra esto.

Antes de estar convertido, el yo estaba en el centro mismo de nuestro pensamiento; era el pequeño charco fangoso donde todo se derramaba. Ahora, el torrente de nuestra vida ya no desemboca en él, sino en el océano glorioso: Cristo mismo. Dios es el objeto de la vida del cristiano, como dijo Pablo: «He muerto a la ley, a fin de vivir para Dios» (Gál. 2:19).

La palabra «yo» aparece no menos de 7 veces en los versículos 19 y 20, y algunos podrían tener dificultades con ello. Existe «yo mismo», el ser vivo, el individuo; pero a veces puedo identificarme en pensamiento con lo que soy como la «nueva creación» en Cristo Jesús, y a veces con lo que soy como el “hijo de Adán”.

Con esto ante nosotros, leamos de nuevo el versículo 20: «Con Cristo estoy crucificado; y ya no vivo yo (el individuo), sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo (el individuo) en la carne, lo vivo (la nueva creación) en la fe en el Hijo de Dios, el cual me amó y sí mismo se dio por mí». He sido identificado con él en su muerte y, cautivado por su poderoso amor, acepto en cuanto a mí mismo, en cuanto a la carne y sus acciones, la crucifixión que sufrió Cristo, mi Señor. La crucifixión está llevada interiormente a la conciencia y al corazón del individuo, privadamente, para que Cristo pueda ahora manifestarse en la vida: esto explica la forma de vida que caracterizó al apóstol Pablo.

9 - Ilustración de lo que precede

Quizá conozca Vd. esta vieja ilustración: un hombre iba a ser reclutado en el ejército de Napoleón; como estaba casado, un amigo soltero ocupó su lugar. Al cabo de un tiempo, el sustituto murió en combate y, cuando se volvió a convocar al ejército, se llamó de nuevo al hombre casado. Al no presentarse, le llamaron, pero contó lo sucedido y dijo que había muerto en la persona de su sustituto.

Pero hay una secuela que quizá Vd. desconozca. El caso fue llevado ante Napoleón, que falló a su favor, diciendo que su posición legal era inatacable, pero que no podía tener las 2 cosas. No podía pretender estar legalmente muerto en la persona de su sustituto y seguir viviendo como antes. Napoleón decretó que debía cambiar su nombre. Él y su familia debían vivir ahora bajo el nombre del hombre que había muerto por él. Esto ilustra mi punto de vista, pero para nosotros va mucho más allá de un simple cambio de nombre. Tiene que haber un cambio de vida: «¡Cristo vive en mí!» El que murió –el que realmente experimentó la crucifixión– vivirá ahora en aquellos por los que murió.

10 - Cristo es ahora el objeto de la nueva vida del creyente (ya no más el «yo»)

Toda vida debe tener un objeto, y nosotros tenemos un objeto adecuado para la nueva vida en la que estamos introducidos en Aquel que nos amó y se entregó por nosotros. Nuestros ojos estarán fijos en él para siempre. Hoy vivimos por la fe en el Hijo de Dios. Pronto será por su vista.

¡Esto es extraordinario! Jesús, el Hijo de Dios, me amó y se entregó por mí. Por un lado, el Señor de gloria; por otro, el pobre de mí, no solo pequeño, sino envilecido, sucio, odioso. Si Pablo ratificó la descripción de los cretenses como siempre mentirosos, bestias repugnantes, vientres perezosos, pasó a decirle a Tito que nosotros mismos éramos odiosos, odiándonos los unos a los otros. Es fácil odiar a otra persona, ver sus defectos, pero tenemos que aceptar que nosotros mismos somos odiosos. ¿Se ha dicho Vd. alguna vez: “Soy una persona odiosa”? Si no es así, es hora de que lo haga. Pero el Hijo de Dios me miró y me amó. ¡Eso conmueve el corazón! Lo más asombroso que conozco es que me amó cuando no había nada amable en mí, y que se entregó por mí. ¡Qué hecho tan conmovedor! Con qué alegría puedo decir: “Señor Jesús, que tu cruz descanse sobre lo que soy, para que tu vida se manifieste en mí en alguna medida”.

11 - Qué significa estar crucificado al mundo

Por último, una palabra sobre el mundo: su sabiduría perecerá, como nos dice la Epístola a los Corintios. El mundo mismo perecerá. Juan nos dice: «El mundo pasa y sus deseos» (1 Juan 2:17). El apóstol Pablo, en nuestro pasaje, vuelve a hablar de manera personal y experimental cuando dice: «Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gál. 6:14). Se gloriaba en esta sentencia de rechazo, vergüenza y muerte. Esta cruz se interponía entre Pablo y el mundo, pues no solo el mundo estaba crucificado a él, sino que él estaba crucificado al mundo.

Me pregunto cuál de estas 2 cosas nos resulta más difícil de aceptar. ¿Ha tenido el mundo una muerte vergonzosa a nuestros ojos? ¿La muerte de Cristo ha quitado la máscara de la cara del mundo? ¿Hemos visto su verdadero carácter manifestado en presencia del Señor de gloria?

Del otro lado, el mundo dice: “No te quiero. Estás crucificado para mí”. Es muy humillante estar crucificado para el mundo. Pablo lo vio; la sentencia de la cruz estaba sobre él, pero dijo: «Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz…».

12 - La cruz de Cristo se interpone entre el cristiano y el mundo

Que Dios nos ayude a ver las cosas así, y que la cruz de Cristo se interponga entre nosotros y el mundo. Que nos gloriemos en la cruz, como Pablo. ¿Cuánto le costó la cruz a nuestro Salvador? ¿Qué significó para él?

13 - Que el verdadero significado de la cruz se grabe en nuestros corazones

Hace siglos, se hizo costumbre llevar crucifijos que, se pensaba, recordarían la cruz de Cristo. Muy pronto se perdió la realidad. El símbolo mató la realidad que debía mantener viva. Lo que necesitamos es que la cruz, en su verdadero significado, permanezca grabada en nuestros corazones renovados.