Índice general
El lugar que elegirá Jehová
Deuteronomio 12 y 16
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El lector de la Biblia no puede dejar de impresionarse por la recurrencia de las palabras que hemos elegido como título de este artículo. Nos referimos a ellas porque «lo que anteriormente fue escrito, para nuestra enseñanza fue escrito; para que por la paciencia y la consolación de las Escrituras tengamos esperanza» (Rom. 15:4). Veremos a medida que avancemos que, así como el Señor guio a su pueblo en aquel tiempo, así él está dando a conocer su mente a su pueblo en este día, y así como había «el lugar» entonces, hay «el lugar» ahora.
1 - Deuteronomio 12 – El lugar que Jehová escogerá para su morada
En Deuteronomio 12 vemos, en primer lugar, que cuando los hijos de Israel entraron en la tierra, su actitud hacia las religiones existentes debía ser de separación sin compromiso, y debían caracterizarse por una lealtad inquebrantable a Jehová.
1.1 - Un solo lugar – un lugar elegido por Jehová
Sus enemigos tenían “lugares” donde “servían a sus dioses”, pero para los hijos de Israel solo debía existir «el lugar que Jehová vuestro Dios escogiere». Ellos no debían elegir por sí mismos; era Jehová quien debía elegir por ellos. El lugar que él escogería sería el lugar de «su habitación» (12:5). En otras palabras, su Casa estaría allí, su nombre estaría allí, y sería allí donde él sería conocido. Se les advirtió que no siguieran su propia voluntad ni prefirieran lo que ellos eligieran (12:13-14) y se les instruyó que el lugar elegido por Jehová debía ser el punto de reunión para ellos. Esta es una lección muy importante para nosotros.
1.2 - La aplicación hoy
Vivimos en una época en la que la palabra “tolerancia” es el eslogan del mundo religioso. Se empieza diciendo “no importa a qué lugar pertenezcamos, dónde, cómo o con quién adoremos; todos estamos destinados al mismo lugar y todo se arreglará al final”. Luego están los que miran un poco más mar adentro, y ven muchas compañías diferentes de verdaderos cristianos que buscan sinceramente responder a la verdad revelada de las Escrituras; entonces dicen: “Todos estos grupos se parecen y realmente no importa dónde estemos”. Si un israelita hubiera tenido la tentación de argumentar de esta manera, habría oído una voz que le decía: «Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que vieres; sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás tus holocaustos, y allí harás todo lo que yo te mando» (12:13-14). Creemos que el Señor no está menos atento y que nuestro camino no es hoy menos claro.
1.3 - Reunirse en torno a él
¿Por qué insistir en este punto y repetirlo tan constantemente? Podemos estar seguros de que el Espíritu Santo nunca se permite repeticiones inútiles. Si «el lugar» iba a ser «su habitación», significaba que el Señor se deleitaría rodeándose de aquellos a quienes amaba y había elegido para ser «un pueblo… escogido», “los suyos” (7:6, 8). De la misma manera hoy, a nuestro bendito Señor le encanta reunir a «los suyos» a su alrededor y ocupar su lugar entre ellos. Deseamos darle este gozo; pero ¿dónde? “En el lugar que el Señor elija”.
1.4 - Caso de impedimento
Los versículos 21 al 25 (Deut. 12) muestran la tierna consideración de gracia del Señor. Algunos podrían, por diversas razones legítimas, verse impedidos de llegar a este lugar. Estos podían gozar de comunión con él donde estaban, pero se les imponía un límite. Las «cosas santas», los «holocaustos» debían ofrecerse en «el lugar que Jehová escogiere». Hoy en día, hay santos devotos que están postrados en cama o de otra manera impedidos de reunirse con otros creyentes; pueden experimentar la dulzura de la comunión dondequiera que estén. Sin embargo, es cuando se reúnen alrededor del Señor mismo que, como en ningún otro lugar, captan su amor, aprecian cuán precioso es él, y que la verdadera adoración generada por el Espíritu se eleva a Dios Padre. Algunas personas dicen: “Podemos disfrutar del Señor en casa; podemos adorar en nuestra habitación”. Hemos conocido a personas que, viviendo en un lugar donde el Señor tenía “un gran pueblo”, preferían la reclusión a la comunión: para ellos los versículos 26-28 contienen una solemne advertencia.
2 - Deuteronomio 16: las 3 fiestas
En el capítulo 16 encontramos de nuevo la orden de adherirse al «lugar que Jehová tu Dios escogiere para que habite allí su nombre» (16:5-6). Este capítulo puede resumirse en los versículos 16 y 17. Los hombres son vistos como representantes. Las 3 fiestas mencionadas eran las más importantes del calendario israelita y tienen un significado muy real para nosotros.
2.1 - La Pascua
Al considerarlas, recordamos inmediatamente la Cena y lo que el Señor quiere que aprendamos de esa sagrada fiesta. La fiesta de los panes «sin levadura» está inseparablemente unida a la «Pascua». Comenzamos con la redención. Así, en la Cena, recordamos a un Cristo muerto. Recordamos que se ha resuelto la gran cuestión del pecado, y que se ha llevado a cabo la poderosa obra de la redención; vemos cómo se ha mantenido la gloria de Dios, cómo se ha sostenido la majestad de su trono, cómo se ha vindicado la justicia de su carácter, cómo se ha revelado el amor de su corazón, cómo se ha sentado la base para el cumplimiento de todos sus propósitos, y cómo nuestro adorable Señor se ha asegurado aquello en lo que estaba fijado su amor. Sin embargo, relacionado con esto, el «pan sin levadura» es llamado en este capítulo «pan de aflicción» (16:3). Nunca debemos olvidar que fueron nuestros pecados los que hicieron necesaria esta obra. Esto evitará la ligereza en los modales y el lenguaje cuando nos reunamos para recordarlo.
2.2 - La fiesta… de los Tabernáculos
La «fiesta… de los Tabernáculos» se refiere al glorioso futuro de Israel; señala el triunfo final de nuestro Señor Jesucristo. Al tomar la Cena, contemplamos Su victoria en toda su plenitud –no simplemente como se aplica a Israel, sino como la que se consumará con su entrega del reino a Dios, al Padre mismo… «para que Dios sea todo en todos» (1 Cor. 15:24, 28). Proclamamos su muerte «hasta que él venga» (1 Cor. 11:26), lo que significa no solo que este precioso recuerdo continuará «hasta que él venga», sino que tenemos en vista su venida para poner la piedra angular, es decir, la culminación de la obra de la que él puso los cimientos en la cruz (Apoc. 21:1-8).
2.3 - Pentecostés
La fiesta central era «la fiesta… de las semanas». Se trata de una representación figurada de Pentecostés, que nos habla de la venida del Espíritu Santo para establecer su morada en la Casa de Dios y en los corazones de los hijos de Dios. Cuando comemos la Cena del Señor, el Espíritu Santo atrae nuestros pensamientos hacia atrás, nos lleva a comprender cada vez más profundamente todo lo que la obra de Cristo ha asegurado para Dios y para nosotros; y lleva nuestros pensamientos hacia adelante, hacia el día de gloria que vendrá. Si él actúa a su manera con nosotros, no podemos estar “vacíos”; damos al Señor lo que él nos ha dado; nos damos cuenta de que es una «fiesta» y nuestras almas se regocijan. Todo esto es un fuerte incentivo para buscar el lugar elegido por el Señor, para conocer el lugar y el propósito de ese lugar.
3 - Lugar y finalidad
3.1 - Malaquías 3
Pasamos ahora al último libro del Antiguo Testamento (Mal. 3:16-17). Han pasado 1.000 años desde el tiempo de las instrucciones que hemos estado considerando hasta el tiempo de Malaquías. ¡Ay!, llegó la ruina. El pueblo que profesaba su Nombre se había alejado de Jehová, y el enemigo lo había adormecido tan completamente que era inconsciente de su deplorable condición. Parecía como si todo hubiera desaparecido y no quedara nada para Dios. Sin embargo, en medio de la oscuridad, hay un rayo de esperanza. «Entonces» –con todo el énfasis en el «entonces»– «Entonces los que temen a Jehová hablaron cada uno a su compañero». Es característico de los que temen al Señor hablar unos con otros. Puede que fueran muy pocos, muy probablemente débiles y probablemente despreciados, pero temían «a Jehová», «pensaban «en su nombre» y él estaba tan agradecido que «escuchó». Se inclinó para escuchar. Y ordenó que se escribiera un «libro de memoria» y dijo: «Serán para mí».
3.2 - Lucas 2
Lucas 2:25-38 está estrechamente relacionado con lo que dice Malaquías. Habían pasado unos 1.500 años desde el tiempo del que hablamos en Deuteronomio. Desde el día en que Malaquías escribió, no había habido ninguna relación entre Dios y la masa de su pueblo. La ruina era aparentemente completa. 2 de ellos son nombrados en estos versículos. Estaban en «el lugar» y reverenciaban «el Nombre» del Señor. Si se les hubiera preguntado: “¿Por qué os aferráis a este lugar?”, ¿no habrían respondido: “Porque es el lugar que Jehová ha escogido para hacer habitar allí su nombre”? Ellos «temían al Señor», «pensaban en su nombre», y tenían compañeros, pues Ana «hablaba» de Él «a todos los que esperaban la redención en Jerusalén». El “secreto de Jehová” estaba entre ellos; esperaban la primera venida de Cristo y, cuando vino, fueron los verdaderos adoradores. Todo esto confirma el hecho de que Dios nunca se deja sin testimonio.
Pensando en la aplicación actual de lo que hemos considerado, volvemos a esa palabra tan familiar e inestimable de Mateo 18:20: «Porque donde dos o tres se hallan reunidos a mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Aquí seguimos teniendo «el lugar» – «dónde»– y el Nombre «mi Nombre». Mientras que en lo que hemos visto tenemos el lugar y el propósito, aquí tenemos el lugar, la persona y el propósito.
4 - Lugar, persona y finalidad
4.1 - 2 o 3 reunidos, atraídos por el Señor
¿Acaso nuestro bendito Señor no tenía en mente un día de decadencia y de deriva como este cuando pronunció estas palabras? Son igualmente verdaderas para 200 o 300, o 20 o 40, pero él se contentó con el mínimo cuando dijo «dos o tres». ¿Por qué vemos aquí y allá a 2 o 3 personas que pasan junto a grandes edificios religiosos, sin mezclarse con las multitudes que los utilizan, sin invocar la ayuda de hombres doctos, sin adoptar ninguna forma de servicio o liturgia, sino que se reúnen de la manera más sencilla posible? Pueden sufrir en su trabajo, en los negocios y en otros ámbitos. Pueden ser tenidos en baja estima, incluso por quienes profesan su fe en Cristo. ¿Cuál es el secreto? ¿No es acaso que el Señor los ha atraído hacia sí, que su Nombre es el único que buscan reconocer, que desean responder a su llamado a reunirse, que desean darle la alegría que él busca de esta manera, y que anhelan tener la alegría de su compañía?
4.2 - Siempre habrá un lugar donde él hará morar su Nombre
Algunos dirán: “Eso está muy bien, pero en medio de la confusión, ¿podemos insistir en que hay un lugar?”. Hubo los días de antaño, cuando entraron de manera brillante en la tierra de Canaán y todo les iba bien; hubo el día de Malaquías, cuando la ruina era grande y el cielo negro; hubo el día de Simeón y Ana, cuando la noche era más oscura. Hubo también el día del frescor y la pureza de la Asamblea; hubo el día del fracaso en Corinto. Pero como ya hemos señalado, las palabras de nuestro Señor registradas en Mateo 18:20 nos llevan a esperar que siempre habrá un lugar donde se colocará su Nombre y donde él mismo se encontrará.
Alguien preguntará: ¿dónde está ese lugar? Nos atrevemos a responder que, si estamos animados por el afecto y el deseo del autor del Cantar de los Cantares, aprenderemos dónde está ese lugar: «Hazme saber, oh tú a quien ama mi alma, Dónde apacientas, dónde sesteas al mediodía» (Cant. 1:7). Cuando encontremos a la Persona, llegaremos al lugar y daremos con él, no por nuestro intelecto, sino que nuestros pies seguirán a nuestro corazón, estando ese corazón fijo en él y solo en él.
4.3 - Aquellos en Filadelfia que guardan su Palabra y se aferran a su Nombre
Finalmente, llamamos la atención sobre el último libro del Nuevo Testamento (Apoc. 3:7-13). Si aceptamos la serie de las 7 iglesias de Asia como una visión general de todo el período de la Iglesia desde el día de Pentecostés hasta la venida del Señor, ¿no podemos admitir que en medio de la corrupción del romanismo (Tiatira), la muerte del protestantismo (Sardis), y la ruina total de la cristiandad en general (Laodicea), Filadelfia se destaca por representar a aquellos que, justo antes del regreso del Señor, serán encontrados temiéndole, pensando en su Nombre, hablando de él, y velando? Se caracterizan por tener «poca fuerza», pero el Señor lo tiene en cuenta y puede decirles: «Has guardado mi palabra y no has negado mi nombre» (Apoc. 3:8). Lo que lo es todo para ellos es Él mismo, Su Nombre y Su Palabra; si aquí son despreciados y menospreciados, Él les asegura que demostrará que son objeto de Su amor (Apoc. 3:9). Podemos estar seguros de que tal actitud no escapará al enemigo. Si puede inducirlos a rendirse y ponerse del lado de la mayoría, estará encantado. Si puede hacer que el camino parezca duro, la noche de la ausencia de Cristo larga y las dificultades grandes, algunos pueden rendirse en el camino. Para contrarrestar esto, está la palabra alentadora del propio Señor: «Vengo pronto; retén firme lo que tienes, para que nadie tome tu corona» (Apoc. 3:11). No es necesario que él diga: “Aquí estoy”, pues ellos le esperan ardientemente y velan por él. Es esta esperanza la que los ha separado del mundo en todas sus formas y los ha llamado a la compañía de él mismo.
Solo hay que dar algunos pasos más, un poco más de rudeza, y los días de viaje han terminado; es él mismo quien será nuestro objeto, su Nombre nuestra gloria, su amor el tema de nuestra ocupación para siempre.
5 - Conclusión
¿Cuál es la conclusión de todo esto?
- El Señor nos llama a la separación total del mundo y de sus sistemas religiosos.
- Él ha elegido un lugar donde ha colocado su Nombre, donde busca para sí la alegría de reunir a los suyos a su alrededor.
- Su Nombre debe ser el único punto de reunión, su Nombre debe ser el vínculo y su Palabra la única autoridad reconocida.
- Su temor siempre ante ellos, el amor por su Nombre llena sus corazones, y aquellos que son atraídos hacia él encuentran deleite en hablar de él unos a otros.
- Cualquiera que sea la oscuridad de la noche, las dificultades del camino o la pequeñez de sus números, siempre pueden contar con su apoyo.
- El Espíritu Santo está allí para guiarlos hacia el camino de su voluntad y para mantenerlos allí.
- La promesa de su pronto regreso los animará a ser fieles a su Palabra y leales a su Nombre.
Estamos seguros de que, en estos últimos momentos de la historia de la Iglesia, casi 20 siglos después de su creación, el Señor querría tratar de reavivar esto en los corazones de los suyos, de modo que ahora haya un auténtico encuentro para ir hacia él. Todos queremos responder a su llamada, tener su aprobación aquí y su sonrisa cuando le veamos cara a cara. Que así sea por amor a su Nombre.
Fuente: Verdad y Testimonio 1993-1