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La redención


person Autor: Diferentes autores 19

flag Tema: La justificación, la redención, la vivificación


1 - La redención

«Fuisteis rescatados… no con cosas corruptibles, como plata u oro, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin defecto y sin mancha» (1 Pedro 1:18-19).

El evangelio no solo proclama el perdón de nuestros pecados, y nuestra justificación en lugar de nuestra condena; también revela a Dios como Redentor, que redime, que libera de la esclavitud. Jehová había dicho al pueblo de Israel, esclavo de Egipto, «Os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes» (Éx. 6:6). Una sorprendente ilustración de la redención se encuentra también en el libro de Rut. Por su derecho a la redención, Booz tomó para sí tanto a Rut, como esposa, y la herencia que simboliza todo lo que ha sido adquirido para nosotros a través de la obra de Cristo.

En el Nuevo Testamento, la redención y la justificación se mencionan en Romanos 3. Somos «justificados… mediante la redención que es en Cristo Jesús» (v. 24). Estos diversos aspectos de la obra de Cristo, y sus efectos, están tan estrechamente vinculados que no podemos beneficiarnos de uno sin el otro, aunque tengan sus propias particularidades. Cristo ha hecho la magnífica obra que nos justifica; ha pagado nuestra deuda, y también nos da «toda bendición espiritual en los lugares celestiales» en él (Efe. 1:3): Él es nuestro Redentor.

La redención comprende la toma de posesión de esta herencia, pues leemos un poco más adelante: «Fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa; quien es las arras de nuestra herencia, para redención de la posesión adquirida» (v. 13-14). Estas arras por lo tanto nos son dadas hasta que tomemos posesión de todo lo que Cristo ha adquirido para nosotros. Esto incluye la resurrección de nuestros cuerpos. Esperamos este aspecto de la redención, que llegará cuando el Señor Jesús vuelva a buscar a los suyos. Por eso se dice que lo esperamos como nuestro Salvador, «que transformará nuestro cuerpo» (Fil. 3:20-21). La redención no es una obra humana, sino divina. Dios nunca deja su obra sin terminar, como podemos ver en la redención de los hijos de Israel en Egipto. No los redimió por la sangre del cordero para luego olvidarlos y dejarlos en manos de los opresores egipcios. No, a todos los que redimió con su sangre, también los sacó de Egipto con su poderosa mano. Dios también completará la obra que nos concierne (Sal. 138:8). Todos los que han sido redimidos por la preciosa sangre de Cristo serán llevados en su segunda venida, cuando Él complete la redención de los cuerpos de aquellos que le pertenecen.

F.B. Hole

2 - El hombre necesita ser redimido

«Todo primogénito de asno redimirás con un cordero; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. También redimirás al primogénito de tus hijos» (Éxodo 13:13).

Cuando los israelitas llegaron a la tierra de Canaán, debían consagrar a Jehová sus animales, puros e impuros. El primogénito era el representante del grupo del que era las primicias, ya fuera del hombre o de la bestia. El primogénito del animal impuro debía ser redimido igual que el primogénito del hombre. El asno era un animal impuro. A lo largo de la Biblia, es una imagen de la naturaleza del hombre como pecador que hace su propia voluntad. Se dice que Ismael era un «hombre fiero» –literalmente: un asno salvaje de hombre (Gén. 16:12). El énfasis aquí está en su carácter obstinado– lo que caracteriza el pecado con mayor precisión (véase Job 39:8-11). No deja de tener importancia que Ismael sea también el primogénito de Abraham. En la Epístola a los Gálatas leemos que Ismael «nació según la carne» (4:23), y desde este punto de vista, representa al hombre pecador bajo la Ley.

Si el asno no se redimía, se le tenía que romper la nuca. Era la redención o la destrucción; no había una tercera opción. Esto ilustra la condición actual del hombre: el mundo está dividido entre los que están perdidos y los que son salvos; no hay una tercera categoría.

Un cordero era sacrificado en el lugar del asno; ¡qué hermosa imagen del Cordero de Dios ofrecido en sacrificio por nosotros para salvar al hombre pecador! Alguien escribió: “Es interesante ver que por naturaleza se nos pone en el rango de un animal impuro, mientras que por gracia se nos asocia con Cristo, el Cordero sin mancha”. No puede haber nada más bajo que el lugar que es nuestro por naturaleza, pero no hay nada más alto que el lugar que tenemos por gracia. Éramos pecadores y Cristo estuvo por nosotros en la cruz. Pero ahora que Cristo ha resucitado y es glorificado, ¡estamos asociados con él en la gloria!

Te vemos en el Calvario,
Cordero de Dios por nosotros magullado;
Sobre ti tomas nuestra miseria,
Sobre ti llevas todos nuestros pecados.
Oh Cristo, por nosotros te has dado,
¡Que tu santo nombre sea exaltado!

(Traducción de un cántico)

L. Durand