Jesús es Dios o la deidad de nuestro Señor Jesucristo


person Autor: Sin mención del autor

flag Tema: Jesucristo (El Hijo de Dios)

(Fuente autorizada: bibletruthpublishers.com)


Al considerar la eterna deidad de nuestro Señor Jesucristo recordemos siempre que Dios no puede ser conocido en ninguna forma aparte de la revelación divina. Y la revelación divina es entendida solamente por fe, jamás por simple razonamiento de la mente humana. «Por la fe entendemos… sin fe es imposible agradar a Dios» (Hebr. 11:3, 6). «Pero el hombre natural no recibe las cosas del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede conocer, porque se disciernen espiritualmente» (1 Cor. 2:14).

Cuando nuestro Señor Jesucristo estaba aquí, él reveló al Padre. Pero los misterios de su persona siendo Dios y hombre a la vez nunca fueron revelados sino a la luz de las Escrituras que declaren su deidad (véase Mat 11:27). Al meditar en esta verdad sublime debemos acercarnos con mucha reverencia, descalzos, tal como Moisés delante de Jehová, el «Yo soy» –y tal como Josué delante del «Príncipe del ejército de Jehová» (Éx. 3:14; Jos. 5:15). «El pensamiento de la carne es enemistad contra Dios», por lo cual tenemos que derribando «razonamientos y todo lo que se levanta contra el conocimiento de Dios», y «llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo», y que pongamos a un lado completamente nuestros propios pensamientos y recibamos con mansedumbre la palabra implantada (Rom. 8:7; 2 Cor. 10:5; Sant. 1:21).

La verdad de la deidad de nuestro Señor Jesucristo es atacada más y más en nuestros días. Satanás sabe que esta verdad es fundamental en la salvación de nuestras almas. Por lo tanto, en muchas formas y en muchas diferentes sectas humanas el maligno está haciendo dudar esta verdad principal. El Señor Jesucristo dijo en su día a los que dudaban de su deidad, «A menos que creáis que yo soy, moriréis en vuestros pecados», y «adonde yo voy, vosotros no podéis venir» (Juan 8:24, 21).

Que nuestro Señor Jesucristo es hombre a la vez que Dios, no lo negamos. A veces en oración él expresaba su dependencia en Dios su Padre. Como hombre perfecto, él podía decir: «El Padre mayor es que yo» (Juan 14:28). Los enemigos del Señor mostrando esto tratan de humillarle al nivel de una criatura y niegan su deidad. Esto es hacer lo que dice Pedro en 2 Pedro 3:16. «En todas sus epístolas… en las cuales hay algunas cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tuercen, como también las demás Escrituras, para su propia destrucción».

1 - Jesucristo es el mismo Dios omnipotente

Consideremos primero algunas escrituras que sin duda se refieren directamente a nuestro Señor Jesucristo. El que es enseñado por el Espíritu de Dios aquí, sin duda tendrá que caer por fe a los pies de Cristo y adorarle como Tomás diciendo: «¡Señor mío, y Dios mío!» Juan 20:28.

Al meditar en los siguientes versículos, quedará más claro que el sol al mediodía que nuestro Señor Jesucristo es el mismo Dios omnipotente.

1. Isaías 9:6: «Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz».

2. Zacarías 13:7: «Levántate, oh espada, contra el pastor, y contra el hombre compañero mío, dice Jehová de los ejércitos».

3. Mateo 1:23: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y será llamado Emanuel, que traducido significa Dios con nosotros».

4. Juan 1:1: «En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios».

5. Juan 5:18: «A causa de esto los judíos procuraban con mayor empeño matarle, porque no solamente quebrantaba el sábado, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios».

6. Juan 10:33: «Los judíos le respondieron: Por obra buena no te apedreamos, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios».

7. Juan 20:28: «Respondió Tomás, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!»

8. Romanos 9:5: «De quienes, según la carne, vino el Cristo, ¡el cual es, sobre todas las cosas, Dios bendito por los siglos!».

9. 2 Corintios 4:4: «En los que el dios de este siglo ha cegado el entendimiento de los incrédulos, para que no vean con claridad la iluminación del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios».

10. 2 Corintios 5:19: «Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo».

11. Filipenses 2:5-6: «Cristo Jesús, quien, existiendo en la forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse».

12. Colosenses 1:15-19: «El cual es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación, porque en él fueron creadas todas las cosas… y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas subsisten en él… para que en todo él tenga la preeminencia. Porque agradó al Padre que toda la plenitud habitara en él».

13. Colosenses 2:9: «Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad».

14. 1 Timoteo 3:16: «E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne».

15. 1 Timoteo 6:14-16: «La aparición de nuestro Señor Jesucristo, la cual mostrará a su tiempo el bendito y único Soberano, el Rey de reyes y Señor de señores, el único que posee inmortalidad, que habita en una luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, a quien sea el honor y el poder eterno. Amén».

16. Tito 2:13: «Aguardando la bendita esperanza y la aparición en gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo».

17. Hebreos 1:3: «El cual, siendo el resplandor de su gloria y la fiel imagen de su Ser, y sosteniendo todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo hecho la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas».

18. Hebreos 1:8: «Pero respecto al Hijo dice: Tu trono, oh Dios».

19. 2 Pedro 1:1: «Por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo».

20. 1 Juan 5:20: «Sabemos que el Hijo de Dios ha venido, y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la vida eterna».

Si hay alguna persona que lea estas líneas y que todavía no ha doblado las rodillas a Cristo, reconociendo y adorándole como su Señor y su Dios, hágalo sin demora tanto para la gloria de Él, como para la bendición y eterna felicidad de su propia alma.

2 - Los atributos exclusivamente de Cristo

Consideremos en segundo término las perfecciones y atributos exclusivamente divinos que adornaban a Cristo ya que solo Dios es eterno, inmutable, omnipresente, omnisciente, y omnipotente.

En las siguientes Escrituras, vemos que nuestro Señor Jesucristo también es eterno (siempre existe), inmutable (no cambia), omnipresente (presente en todo sitio a la vez), omnisciente (lo sabe todo), y omnipotente (tiene todo poder o todopoderoso).

2.1 - Eterno e inmutable

1. Isaías 9:6: «Llamarás su nombre… Padre eterno».

2. Miqueas 5:2: «Belén Efrata… de ti me saldrá el que será Señor en Israel… desde los días de la eternidad».

3. Juan 8:58: «Antes que Abraham llegase a ser, yo soy».

4. Juan 17:5: «Glorifícame tú, Padre, al lado tuyo, con la gloria que tenía junto a ti antes que el mundo fuese».

5. Colosenses 1:17: «Él es antes de todas las cosas».

6. Hebreos 13:8: «Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos».

7. Apocalipsis 1:17; 2:8: «Yo soy el primero y el último».

2.2 - Omnipresente

1. Mateo 18:20: «Porque donde dos o tres se hallan reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».

2. Mateo 28:20: «Estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del siglo».

3. Juan 3:13: «Nadie ha subido al cielo, sino aquel que descendió del cielo; es decir, el Hijo del hombre que está en el cielo». Él estaba al decir esto en la tierra, pero a la vez en el cielo.

4. Juan 14:18: «No os dejaré huérfanos; yo vengo a vosotros».

5. Juan 14:23: «Si alguno me ama, guardará mi palabra. Y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos morada con él».

6. Efesios 1:23: «La plenitud del que [Cristo] todo lo llena en todo».

7. Apocalipsis 2:1: «El que anda en medio de los siete candelabros [iglesias]».

2.3 - Omnisciente

1. Mateo 9:3-4: «Algunos de los escribas dijeron dentro de sí: Este blasfema. Pero Jesús, conociendo sus pensamientos». Compare con 1 Reyes 8:39.

2. Juan 2:24-25: «Él [Jesús]… conocía a todos… Él mismo sabía lo que había en el hombre».

3. Juan 16:30: «Ahora entendemos que sabes todas las cosas».

4. Juan 21:17: «¡Señor, tú lo sabes todo!».

5. Hechos 1:24: «Tú, Señor, que conoces el corazón de todos».

6. Apocalipsis 2:23: «Yo soy aquel que escudriña la mente y el corazón». Compare con Jeremías 17:9-10.

2.4 - Omnipotente

1. Marcos 4:39: «Levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: ¡Calla! ¡Sosiégate! Y se calmó el viento, y se hizo gran calma». Compare con Salmos 89:8-9.

2. Juan 5:21: «También el Hijo da vida a los que quiere».

3. Juan 10:18: «Tengo poder para darla [Su vida] y tengo poder para volverla a tomar».

4. Juan 13:3: «Sabiendo Jesús que el Padre había puesto todas las cosas en sus manos».

5. Juan 17:2: «Como le has dado poder sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos aquellos que le has dado».

6. Efesios 1:21: «por encima de todo principado, y autoridad, y poder, y señorío, y de todo nombre que es nombrado, no solo en este siglo, sino también en el venidero».

7. Colosenses 2:10: «Cabeza de toda autoridad y potestad».

8. Hebreos 1:3: «Sosteniendo todas las cosas con la palabra de su poder».

La única conclusión que podemos hacer al considerar las escrituras citadas es que Jesús es Dios, inobjetablemente.

3 - El Antiguo y el Nuevo Testamento

En tercer lugar, consideremos algunas escrituras para comparar entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el Antiguo Testamento Dios es conocido mayormente por su nombre, Jehová. En el Nuevo Testamento veremos las escrituras que se refieren a Jesús. Al comparar el Antiguo Testamento con el Nuevo, no será difícil ver que Jesús es Jehová.

3.1 - Su gloria

Isaías 6:1-3, 5, 10: «En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria… han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos… Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad».

Juan 12:37-41: «Pero a pesar de haber hecho tantos milagros delante de ellos, no creían en él, para que se cumpliera la palabra del profeta Isaías: Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje? ¿Y a quién ha sido revelado el brazo del Señor? Por esto ellos no podían creer; porque también dijo Isaías: Él ha cegado los ojos de ellos y endurecido su corazón, para que no vean con los ojos y no entiendan con su corazón, y se conviertan, y yo los sane. Estas cosas dijo Isaías porque vio su gloria y habló de él».

Juan al hablar de nuestro Señor Jesucristo, dice que esto es lo que dijo Isaías cuando vio su gloria, y habló de él. Al escudriñar la visión de Isaías vemos que él habla de Jehová. Bien claro es al que abra sus ojos y quiera mirar que Jesús es Jehová.

3.2 - Su trono

Salmos 45:6: «Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre».

Hebreos 1:8: «Pero respecto al Hijo dice: Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos».

No es difícil aquí ver que Jesús, el Hijo, es Dios.

3.3 - La piedra viva

Isaías 8:13-14: «A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Entonces él será por santuario; pero a las dos casas de Israel, por piedra para tropezar, y por tropezadero para caer, y por lazo y por red al morador de Jerusalén».

1 Pedro 2:4, 6, 8: «Acercándoos a él [al Señor], piedra viva, rechazada ciertamente por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios… Porque encontramos en la Escritura… Piedra de tropiezo y roca de escándalo; porque siendo desobedientes ellos tropiezan con la palabra».

Lo que Isaías habla de Jehová, Pedro lo aplica a nuestro Señor Jesucristo. Desde luego, Jesús es Jehová.

3.4 - Tentaron a Jehová

Éxodo 17:7: «Tentaron a Jehová». Véase también Números 21:5-6 y Salmos 78:56.

1 Corintios 10:9: «Ni tentemos a Cristo, como algunos de ellos le tentaron».

Los de Israel tentaron a Jehová. El apóstol Pablo dice por inspiración del Espíritu Santo, que tentaron a Cristo. Por tanto Jesús es Jehová.

3.5 - El eterno Creador

Salmos 102:25-27: «Desde el principio tú fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permanecerás; y todos ellos como una vestidura se envejecerán; como un vestido los mudarás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no se acabarán».

Hebreos 1:8, 10-12: «Pero respecto al Hijo dice… Tú, Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son obra de tus manos, ellos perecerán, pero tú permaneces; y todos ellos, como una vestidura, envejecerán, y como una vestidura los enrollarás, y serán mudados; pero tú eres el mismo, y tus años no acabarán».

Lo que en los Salmos habla del eterno Creador es aplicado en Hebreos a nuestro Señor Jesucristo. Jesús es el creador Dios.

3.6 - El Señor de señores

Deuteronomio 10:17: «Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible».

Apocalipsis 17:14: «Estos harán guerra contra el Cordero, y el Cordero los vencerá; porque es Señor de señores y Rey de reyes».

El mismo título que lleva Jehová es el título que lleva el Cordero, nuestro Señor Jesucristo. Claro es que Jesús es Jehová.

3.7 - Él hizo todas las cosas

Isaías 44:24: «Yo Jehová, que lo hago todo, que extiendo solo los cielos, que extiendo la tierra por mí mismo». Véase también Proverbios 16:4 y Jeremías 10:10-16.

Colosenses 1:16: «Porque en él [el Hijo] fueron creadas todas las cosas: en los cielos y sobre la tierra».

Juan 1:3: «Todas las cosas fueron hechas por él, y sin él nada de lo creado fue hecho».

Isaías dice que Jehová hizo todas las cosas solo. En Colosenses y Juan vemos que fue Cristo que hizo todo. La única conclusión que podemos hacer es que Jesús es Jehová.

3.8 - Escudriña los corazones

Jeremías 17:10: «Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras».

Apocalipsis 2:23: «Yo [el Hijo de Dios] soy aquel que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno conforme a vuestras obras».

Solo Dios tiene poder de escudriñar corazones. Al escudriñar Cristo en este momento tu corazón, ¿te hallas listo para aceptar la verdad indiscutible que Jesús es Jehová?

3.9 - La fortaleza

Salmos 27:1: «Jehová es la fortaleza de mi vida».

Filipenses 4:13: «Todo lo puedo en aquel [Cristo] que me fortalece».

Sea David o Pablo, ambos habían hallado que solo en Dios está el poder para fortalecernos.

3.10 - Honra al Hijo

Isaías 42:8: «Yo Jehová; éste es mi nombre; y a otro no daré mi gloria».

Juan 5:23: «Para que todos honren al Hijo de la misma manera que honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió».

El que no honra al Hijo está deshonrando al mismo Jehová.

3.11 - La justificación

Jeremías 23:6: «Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: Jehová, justicia nuestra».

1 Corintios 1:30: «Pero por él sois vosotros en Cristo Jesús; el cual nos fue hecho sabiduría por parte de Dios, y justicia, y santificación, y redención».

La justicia de Israel es Jehová. Cristo Jesús es nuestra justicia o justificación. No son dos, sino Jesús es Jehová.

3.12 - Invocar su nombre

Joel 2:32: «Y todo aquel que invocare el nombre de Jehová será salvo».

Romanos 10:13: «Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo».

Joel habla de invocar a Jehová. Pablo citando esta misma escritura lo aplica al Señor Jesús. Ciertamente Jesús es Jehová.

3.13 - El primero

Isaías 44:6: «Así dice Jehová… Yo soy el primero, y yo soy el postrero, y fuera de mí no hay Dios».

Apocalipsis 22:13: «Yo [Jesús] soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio y el fin».

¿Es posible que haya dos primeros? No, sino ¡Jesús es el mismo Jehová!

3.14 - El «Yo soy»

Éxodo 3:14-15: «Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Jehová… me ha enviado a vosotros».

Juan 8:58: «Jesús les dijo: En verdad, en verdad os digo: Antes que Abraham llegase a ser, yo soy».

Juan 18:5-6. «Jesús les dijo: Yo soy… Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron y cayeron a tierra».

Los hombres que vinieron con Judas estaban con armas y listos para la resistencia. Sin embargo, cayeron atrás en tierra cuando Jesús dijo, «Yo soy». ¿Por qué? Porque Jesús es Jehová.

3.15 - El Salvador

Oseas 13:4: «Yo soy Jehová tu Dios… no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí».

Hechos 4:10, 12: «Jesucristo… en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado entre los hombres, en el que podamos ser salvos».

Hay uno solo que puede salvar –ningún otro– este es Jesús Jehová.

3.16 - El objeto de la adoración

Éxodo 20:3-5: «No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen… No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso».

Éxodo 34:14: «Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es».

Deuteronomio 5:7, 9: «No tendrás dioses extraños delante de mí… No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso».

Deuteronomio 6:14: «No andaréis en pos de dioses ajenos».

2 Reyes 17:35-36. «No temeréis a otros dioses, ni los adoraréis, ni les serviréis, ni les haréis sacrificios. Mas a Jehová… a este temeréis, y a este adoraréis».

Mateo 2:1-2, 11: «Después de nacer Jesús… vinieron magos del oriente a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque en oriente vimos su estrella, y hemos venido para adorarlo… Entrando en la casa, hallaron al niño, con su madre María; y postrándose lo adoraron».

Mateo 8:2: «Vino un leproso y se prosternó ante él».

Mateo 9:18: «Se acercó un jefe de los judíos, y se postró delante de él».

Mateo 14:33: «Los que estaban en la barca, se postraron ante él».

Mateo 15:25: «Pero ella se acercó y se postró ante él».

Mateo 28:9, 17: «Jesús les salió al encuentro… Y ellas, acercándose… se postraron ante él».

Lucas 24:52: «Ellos, habiéndole adorado, se volvieron a Jerusalén con gran gozo».

Hebreos 1:6: «Y otra vez, cuando introduce al Primogénito en el mundo, dice: Que todos los ángeles de Dios lo adoren».

Apocalipsis 4:10: «Los veinticuatro ancianos se postraban… y adoraban al que vive por los siglos de los siglos».

Apocalipsis 5:14: «Los ancianos se postraron y adoraron».

En el Antiguo Testamento la adoración a otro más que a Jehová fue terminantemente prohibido. Sin embargo, en el Nuevo Testamento vemos que Jesús recibía libremente la adoración de todos. Si él no hubiera sido el mismo Jehová Dios, hubiera sido blasfemia. El apóstol Pedro rechazó la adoración de Cornelio (Hec. 10:25-26). Pablo y Bernabé rechazaron los sacrificios del pueblo de Listra (Hec. 14). Dos veces un ángel rechazó la adoración del apóstol Juan, diciendo: «¡Adora a Dios!». (Apoc. 19:10; 22:9.) Más claro no puede ser que la gloriosa persona de nuestro Señor Jesucristo es el mismo Jehová Dios.

4 - Conclusión

Hemos visto primeramente las escrituras que hablan directamente de la deidad de nuestro Señor Jesucristo. Segundo, hemos visto que nuestro Señor Jesucristo tiene los atributos que solo pertenecen a Dios. Él es eterno, inmutable, omnipresente, omnisciente, y omnipotente. Tercero, hemos visto que lo que se dice en el Antiguo Testamento de Jehová es aplicado a nuestro Señor Jesucristo en el Nuevo Testamento. Hemos visto que Él se llama Dios fuerte, Padre eterno, Dios sobre todas las cosas, Emmanuel, el Bienaventurado y solo Poderoso, Rey de reyes y Señor de señores, el gran Dios y Salvador, y el verdadero Dios. Él es la imagen del Dios invisible y en él habita toda la plenitud de la divinidad corporalmente. ¡Qué Persona gloriosa! ¿Qué pruebas más podemos querer para mostrarnos la deidad de nuestro Señor Jesucristo? Solo los que le rechazan voluntariamente no lo van a poder entender.

Si alguno que lee esto todavía no se ha postrado a los pies de nuestro Señor Jesucristo para adorarle, otra vez le insinuamos que lo haga sin demorar para gloria de Él, y para la eterna bendición de su propia alma. No hacerlo es arruinarse por toda la eternidad. Dios ha declarado que toda rodilla se doblará en el nombre de Jesús. Pronto, los que le rechazan ahora, doblarán sus rodillas forzosamente delante de su tribunal para recibir eterna condenación. Dichoso el hombre que dobla sus rodillas, por fe, ahora.

El Verbo eterno tú eres, ¡oh Señor!,
El unigénito Hijo divinal,
Dios revelado en su inefable amor,
Viniendo aquí del orbe celestial.

En ti expresado en toda perfección
Ya brilla el ser del Padre con virtud;
¡Oh manantial de excelsa bendición,
De la Deidad misma eres «plenitud»!

Del «Invisible» imagen tú, Jesús,
A quien ninguno puede comprender,
Veraz fulgor de «inaccesible luz»,
¡Qué amor has dado al hombre a conocer!

Cual a otros seres, sobrepújanos
Lo que siempre eres en tu propio ser;
Tu nombre, que es el Hijo, solo Dios,
El Padre tuyo, puede comprender.

No obstante, amándote –en ti es que tu Dios
Descanso tiene y su satisfacción–
Tus santos bendecidos, a una voz,
Su canto elevan con exultación:

Del universo en éxtasis de luz
Glorioso sol y el centro, ¡oh Redentor!,
El tema eterno de loor, Jesús,
De ti será, ¡oh Amado!, en tu esplendor.

Coro:
Digno, ¡oh Cordero de Dios, eres tú!
¡Doblaos, rodillas, al Señor Jesús!