Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido… lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios. Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.
Las palabras “olor fragante” es una expresión muy fuerte. ¿¡Qué!? ¿Un donativo monetario es denominado como un “olor fragante… agradable a Dios”? Sí. Sin embargo, si no hubiese estado motivado por el amor de Cristo, entonces esta ofrenda habría sido merecedora de la expresión: “Tu dinero perezca contigo” (véase Hch. 8:20). Por otro lado, incluso “un vaso de agua fría” (Mt. 10:42) expele un olor fragante si es dado en nombre de Cristo. ¡Cómo sorprenderá a los suyos por la forma en que ha contado y anotado todas las pequeñas cosas que se han hecho por su bien! ¿Siento amor por Dios, que dio a su Hijo para morir por mí? ¿Y es el amor a Aquel que, mediante esta muerte, me permitió llamar a su Dios mi Dios, la motivación para despojarme de todo por él?
Los filipenses se despojaron de sus bienes para ayudar a Pablo, y su corazón era tan sencillo que lo pudo aceptar todo, diciendo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta”. No podía rechazar el último trozo de pan que quedaba en las cestas de los filipenses, pues sabía que su Dios los saciaría. Se necesita la mente de Cristo para aceptar lo que no se pide, porque se da por amor a Dios.
Una vez me negué a aceptar algo de una pobre viuda; me equivoqué y no estuve a la altura de las circunstancias. Ella quería que se predicara el Evangelio, y se ofreció a ayudar con sus “dos blancas” (véase Mr. 12:42); debemos tener cuidado de no negarle a nadie la alegría y la bendición que el Señor quiere dar a los que se identifican con su obra y sus intereses, pues él mismo dijo: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hch. 20:35). Dios satisfará todas tus necesidades, pero tiene su propio plan, un plan en el que posee todo lo necesario para satisfacer el corazón hasta rebosar. Él proveerá todas las necesidades presentes de los suyos, y luego les dará las “riquezas en gloria en Cristo Jesús” eternamente.
G. V. Wigram