El Señor Está Cerca

Sábado
7
Octubre

Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho.

(Tito 3:5)

Las obras de justicia

Las obras de justicia propia son como “trapos de inmundicia” a los ojos de Dios. Pablo confió una vez en estas obras de justicia, hasta que tuvo un encuentro inolvidable con Cristo Jesús, el cual cambió su vida. Después de su conversión, escribió: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor… para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe” (Fil. 3:7-9). Pablo hizo el maravilloso descubrimiento de que la justicia que buscaba, ya había sido provista por Dios para todos los que creen en el Señor Jesucristo. Abraham, antes que él, creyó en Dios y le fue contado por justicia. Israel, en cambio, “ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Ro. 10:3). Ya sean judíos o gentiles, “Dios sujetó a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos” (Ro. 11:32).

Todos los que se visten con sus propias “obras de justicia”, al final se darán cuenta que estas fueron tan inútiles como las hojas de higuera con las que Adán y Eva intentaron cubrirse. La salvación “no [es] por obras, para que nadie se gloríe” y, por lo tanto, les imploro que dejen sus vanos esfuerzos, y se entreguen por completo en la misericordia del Señor. “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Is. 55:7).

Richard A. Barnett

Tú me das ¡oh excelsa gracia! Tu justicia y perfección,
Por tu sangre la eficacia tengo plena salvación;
¡Redentor, Redentor! ¡Qué alegría celestial!

R. Holden

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