El Señor Está Cerca

Jueves
3
Agosto

No tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contrahuestes espiritualesde maldad… orando en todo tiempo... en el Espíritu… por todos los santos.

(Efesios 6:12, 18)

Conflicto con Satanás: lucha por tus hermanos

La lectura de este versículo me hizo ver que esta lucha es mucho más seria de lo que solemos pensar. No se trata de un conflicto individual con Satanás solamente, sino se trata del ataque de los poderes de las tinieblas a la Iglesia de Dios en la tierra: “Todos los santos”. El cristiano que permanece vigilante en este aspecto se ocupa de toda la Iglesia, pues esta es una sola; y si el enemigo logra abrir una brecha en algún lugar, no es solo allí donde saldrá victorioso.

Supongamos que me mantengo firme pero mi hermano cae, ¿acaso eso no me afecta? Sin embargo, esto debería ser el caso. Si mis afectos no se ven conmovidos, esto no hace más que demostrar que no comprendo el carácter del conflicto, y que no me importa mucho.

El diablo obra con sus artimañas, engañando a los creyentes con lo que es «popular». Satanás utiliza alguna doctrina engañosa, o algún elemento religioso ajeno a Cristo, para tratar de desestabilizar a los creyentes de su firme posición por Cristo y por la verdad.

¡Cómo debe odiar la Epístola a los Efesios! Y uno de sus trucos es hacer creer a los cristianos que la verdad que esta presenta es demasiado elevada para ellos.

Cada uno debe vestirse de “toda la armadura” (v. 13), pero no debe pensar solo en sí mismo. Debe orar por todos los santos y por el anuncio del “misterio del evangelio” (v. 19) –y no solo por el anuncio del evangelio, sino por el anuncio del misterio que este involucra: Cristo y la Iglesia unidos en un solo cuerpo Cuerpo (Ef. 5:29-32).

J. T. Mawson

Alcemos pues la frente, hermanos: ¡A luchar!
Es Cristo suficiente, Él nos hará triunfar;
Del Padre es Hijo amado, de nos fiel Salvador,
A quien de allá esperado, sirvamos con amor
Hasta el eterno albor.

Louis Barbey

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