El Señor Está Cerca

Viernes
21
Julio

Todos los hechos de su poder y autoridad, y… la grandeza de Mardoqueo… ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Media y de Persia? Porque Mardoqueo el judío fue el segundo después del rey Asuero, y grande entre los judíos, y estimado por la multitud de sus hermanos, porque procuró el bienestar de su pueblo y habló paz para todo su linaje.

(Ester 10:2-3)

Después de la cautividad en Babilonia (21) La grandeza de Mardoqueo

Estos versículos al final del libro de Ester dirigen nuestra mirada a Aquel que es el centro de toda la Biblia y que, de hecho, es el centro de todos los propósitos de Dios. En este pequeño libro, Mardoqueo se nos presenta primeramente en su afecto por Ester, su hija adoptiva. Su lealtad al rey que Dios había puesto en el trono del gran imperio medo persa quedó demostrada cuando le salvó la vida. Cuando los decretos reales entraron en conflicto con la voluntad de Dios, Mardoqueo eligió obedecer a Dios antes que a los hombres. Y cuando el pueblo de Dios fue amenazado con el exterminio a causa de la fidelidad de Mardoqueo, su corazón se conmovió profundamente y se esforzó por salvar a su pueblo. Por estas razones, el enemigo quería darle muerte.

La soberanía de Dios anuló los malvados planes de Amán, y dio el lugar de poder y autoridad (que hasta entonces había ocupado Amán) al varón que él, al igual que el rey, quiso honrar. Entonces el malvado Amán fue colgado en la horca.

A menudo Mardoqueo es denominado “Mardoqueo el judío”. Al igual que José, él fue puesto a cargo del reino por un rey gentil. Esto nos recuerda cómo todo estará sometido al Señor Jesús durante su reinado de 1.000 años en la tierra. Desde ahora podemos leer la descripción de la grandeza de nuestro Señor en las páginas de la Palabra de Dios, que, en contraste con las crónicas humanas, permanece para siempre en los cielos. Cristo será engrandecido y será bien recibido por sus hermanos judíos, pero reinará en justicia sobre toda la tierra como “Rey de reyes y Señor de señores”.

¡Oh, que llegue pronto ese día glorioso!

Eugene P. Vedder, Jr.

arrow_upward Arriba