El Señor Está Cerca

Miércoles
16
Noviembre

Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo.

(Éxodo 26:7)

Las cortinas y cubiertas del tabernáculo (2)

La siguiente cubierta, que se ubicaba sobre la cortina de lino, era la cortina de «pelo de cabra». Esta cubierta también apunta a Cristo. Se necesitan todos los tipos y sombras; sí, toda la Escritura, para expresar las maravillas de aquella bendita Persona. De hecho, el creyente estará siempre aprendiendo más de Él al leer, estudiar y meditar en la Palabra de Dios. Su grandeza y dignidad sobrepasan inmensamente a cualquier otro ser humano; Él es el Incomparable. Al trazar Sus glorias y perfecciones en estas extraordinarias figuras; al seguirlo en su humilde andar sobre la tierra; al contemplar, por la fe, la iluminación de la gloria de Dios reflejada en Su faz, nuestros corazones hacen eco de esta expresión: «Eres el más hermoso de los hijos de los hombres» (Sal. 45:2).

En la cubierta de pelos de cabra, nuestros pensamientos se dirigen a los profetas, quienes se vestían con humildes prendas de pelo de animales, las cuales los distinguían en su camino de separación (Zac. 13:4; Mat. 3:4). Aquel que es Profeta, Sacerdote, y Rey puede ser visto aquí en su senda de total separación del mal.

Estas cubiertas no solo nos dan un entendimiento más profundo de la plenitud de Cristo, sino que también transmiten lecciones de gran importancia para el cristiano, el cual es dejado en este mundo para representar a Cristo, y cuya responsabilidad es seguir sus pisadas. Si las cortinas de lino torcido nos presentan la pureza inmaculada de Cristo, el creyente debe aprender que él también debe ser puro (1 Juan 3:3). Las cortinas de pelo de cabra hablan de la separación del mal en el Siervo en quien Dios halla contentamiento, y aquel que sirve a Cristo debe buscar separarse del mal en todas sus formas. «Si alguno me sirve, sígame» (Juan 12:26). «Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo» (2 Tim. 2:19).

J. T. Armet

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