El Señor Está Cerca

Lunes
14
Noviembre

Dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz.

(Colosenses 1:12)

En la luz

La grandeza de la gracia nos detiene, sobrecoge y abruma. Ninguna pluma humana puede añadir algo a la plenitud y bendición de estas palabras. Hacemos bien en tomar una pausa y meditar en este pensamiento inmenso y, a la vez, lleno de gracia: hechos aptos para participar de la herencia de los santos en luz. No se trata simplemente de compartir la herencia de los santos, o de los santos en el cielo, sino de los santos «en luz» –en la luz de la presencia inmediata de nuestro Padre. ¡Cuán absoluto es el efecto de la obra de Cristo en el alma! Somos puestos, más blancos que la nieve (cf. Sal. 51:7), en la luz donde moran la santidad y la justicia, y nos damos cuenta que somos hechos aptos para disfrutar la porción que nos es dada como hijos.

Pero tal vez alguien dirá con escepticismo: estos deben ser santos avanzados, creyentes que han alcanzado grandes logros en la vida cristiana. Pero no es así; aquí se hace referencia a todo aquel que cree en el Señor Jesús, en cada periodo de la vida, y en todas las épocas y países. Aquel que cree –sea el más joven de todos como el más anciano, el más ignorante como el más erudito– es hecho apto por el Padre para participar de la luz en la que Él habita. Y todo esto por medio de la obra de Dios en Cristo Jesús, la cual nunca podrá fallar.

Desde su conversión, el cristiano está en la luz, así como Dios está en la luz. Es verdad que en la práctica podemos olvidarnos de esto, o podemos no estar andando conforme a la luz, incluso puede que a veces estemos en un estado tenebroso e infeliz. A pesar de esto, el verdadero cristiano siempre está en la luz, pues su lugar y aceptación es en Cristo; pero esto hace que los errores y fracasos del cristiano sean mucho más serios. Sin embargo, la gracia de Dios nunca podrá fallar y, bendito sea su Nombre, nuestra posición es en gracia. El pecador arrepentido en la cruz estaba tan apto para el paraíso al momento de creer como si hubiese vivido cincuenta años como el creyente más devoto sobre la tierra. Su corona podrá ser diferente, pero no podría estar mejor capacitado para los reinos de la luz y la gloria.

A. Miller

arrow_upward Arriba