PIEDRA

˒Eben (68, אֶבֶֶן), «piedra». Una comparación entre las antiguas lenguas semíticas muestra que todos tenían un término común para indicar «piedra»: ˒eben. Hay cognados filológicos (gramática) y semánticos exactos (significados) en acádico, ugarítico, fenicio, arameo, antiguo arábigo meridional y en varios dialectos etiópicos. El Antiguo Testamento griego (la Septuaginta) traduce ˒eben con lƒthos. El vocablo se usa casi exclusivamente para indicar piedras movedizas, a diferencia de sela, «roca» y shûr «peñasco» o «acantilado».

El nombre ˒eben se encuentra en el Antiguo Testamento 260 veces, alrededor de la misma cantidad de veces en singular (y colectivo) como en plural. Aparece con más frecuencia en prosa que en poesía.

Palestina siempre ha sido famosa por las «piedras» que están en todas partes. Tan marcada en la mente de los autores bíblicos estaba «piedra» que se usaba como símil (Éx. 15:5), metáfora (Ezeq. 11:19) e hipérbole (1 Reyes 10:27; 2 Cr. 1:15; 9:27). En Palestina, la construcción en piedra era la regla y no la excepción; tal es así que el autor bíblico hace alusión a la costumbre mesopotámica de usar ladrillos de barro (Gén. 11:3). Sin embargo, parece que los canteros en los tiempos de David estaban rezagados en su arte porque en la construcción del palacio real se emplearon artesanos de Tiro (2 Sam. 5:11).

Además de servir de material de construcción, las «piedras» eran usadas para cubrir pozos (Gén. 29:3ss), depósitos de agua (Éx. 7:19); se usaban además como pesas (Deut. 25:13; Prov. 11:1), para tirar con la honda (1 Sam. 17:49), plomadas (Isa. 34:11) y a veces para pavimentar (2 Reyes 16:17). La Biblia habla también de «piedras» de granizo (Jos. 10:11; Ezeq. 13:11ss). La costumbre israelita de enterrar en cuevas supone tumbas de piedra (Isa. 14:19); en 3 ocasiones, cuando no fue posible enterrar cadáveres, se cubrieron con «piedras» (Jos. 7:26; 8:29; 2 Sam. 18:17).

Las leyes del Pentateuco relacionadas con conceptos de pureza e impureza estipulaban que el castigo por ciertos crímenes era el apedreamiento. La fórmula que se usaba al imponer el castigo incluía el verbo ragam o saqal seguido por una preposición y el nombre ˒eben. Dentro de esta categoría de penas se encuentran los crímenes de blasfemia (Lev. 24:23; Núm. 15:35-36), culto a Moloc (Lev. 20:2), idolatría (Deut. 13:10) y prostitución (Deut. 22:21, 24). En sus orígenes, el apedreamiento fue simplemente un medio para expulsar a delincuentes de la comunidad; sin embargo, en el antiguo Israel llegó a ser una forma de imponer la pena de muerte con el fin de que la comunidad se liberara del infractor, que se consideraba impuro, sin necesidad de entrar en contacto físico con él.

Dentro del culto, se les prohibió estrictamente a Israel las pequeñas imágenes talladas en «piedra» adoradas comúnmente en todo el Medio Oriente antiguo (Lev. 26:1). Tallar una «piedra» para usos cúlticos equivalía a profanarlo (Éx. 20:25). Los altares y memoriales que se acostumbraba construir durante el período patriarcal y de la conquista eran de «piedra» no labrada (Gén. 28:18ss; 31:45; Jos. 4:5; 24:26-27). Al mismo tiempo, entre los objetos cúlticos en el tabernáculo en el desierto se encuentran que solo las tablas del Decálogo que eran de «piedra» (Éx. 24:12; 34:1, 4; Deut. 4:13); en el templo de Ezequiel (40:42) había también cuatro mesas de «piedra».

A menudo se mencionan en la Biblia «piedras» preciosas como el ónice (Gén. 2:12) y el zafiro (Ezeq. 1:26), sobre todo como parte del efod y el pectoral del sumo sacerdote (Éx. 39:6ss). El costo elevado de las vestimentas del sumo pontífice debían estar a la altura de la artesanía especialmente trabajada del Lugar Santísimo donde Aarón servía.

En ciertos textos, ˒eben adquiere interpretaciones teológicas. A Dios se le llama la «Roca de Israel» en Gén. 49:24. Y varias menciones de ˒eben en el Antiguo Testamento se consideraron mesiánicas, como lo demuestran el Antiguo Testamento griego, los escritos rabínicos y el Nuevo Testamento (p. ej. Gén. 28:18; Sal. 118:22; Isa. 8:14; 28:16; Dan. 2:34; Zac. 4:7).

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