NOMBRE

Shem (8034, שֵֵם), «nombre; reputación; memoria; renombre». Hay cognados de este vocablo en acádico, ugarítico, fenicio, arameo y arábigo. El vocablo aparece unas 864 veces a través del Antiguo Testamento hebreo.

No siempre es el caso que los «nombres» personales revelaban la esencia de un individuo. Ciertos nombres asimilan palabras de otras lenguas o términos muy antiguos cuyo significado se desconocía. Por cierto, nombres como «perro» (Caleb) y «abeja» (Débora) no tenían nada que ver con la personalidad de sus dueños. Tal vez algunos nombres indicaban alguna característica sobresaliente del que lo llevaba. En otros casos, un «nombre» conmemora un hecho o sentimiento que experimentaron los padres en torno al nacimiento del niño o cuando le pusieron el nombre. Otros nombres dicen algo acerca de quien lo recibe que sirve para identificarlo. Este sentido del nombre como identificación aparece en Gén. 2:19 (uno de los primeros casos en la Biblia): «Todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre». Por otro lado, los nombres por los que Dios se autorrevela (˒Adonay, ˒El, ˒Elohîm) sí reflejan algo de su persona y obra.

Shem puede ser un sinónimo de «reputación» o «fama»: «Venid, edifiquémonos una ciudad y una torre cuya cúspide llegue al cielo. Hagámonos un nombre, no sea que nos dispersemos sobre la faz de toda la tierra» (Gén. 11:4 RVA). «Darse renombre» es hacerse «famoso»: «¿Y qué otra nación hay en la tierra como tu pueblo Israel, al cual Dios fue para rescatarlo como pueblo para sí, a fin de darse renombre y hacer a favor de Él hechos grandes y temibles?» (2 Sam. 7:23 RVA). «Dar renombre» es dar a conocer su reputación y fama: «Y salió tu renombre [«tu fama se difundió RVA»] entre las naciones a causa de tu hermosura» (Ezeq. 16:14 RVR). La fama puede estar acompañada de poder: «Y este blandió su lanza contra trescientos y los mató, y tuvo tanto renombre como los tres» (2 Sam. 23:18 LBA). La expresión «hombres de reputación» se encuentra en Gén. 6:4: «Ellos eran los héroes que desde la antigüedad fueron hombres de renombre» (LBA).

A veces el vocablo es sinónimo de «memoria» o «reputación» (lo que permanece): «¡Así extinguirán el carbón encendido que me queda, no dejando a mi marido nombre ni descendencia sobre la tierra!» (2 Sam. 14:7 RVA). En este caso «nombre» puede incluir propiedad o una heredad: «¿Por qué ha de ser quitado el nombre de nuestro padre de su clan, por no haber tenido un hijo varón? Danos heredad entre los hermanos de nuestro padre» (Núm. 27:4 RVA).

Shem puede indicar «renombre» y «continuidad» (los que siguen después de uno): «Y se levantaron contra Moisés, junto con 250 hombres de los hijos de Israel, dirigentes de la congregación, nombrados de la asamblea y hombres de renombre» (Núm. 16:2 RVA). Las mismas implicaciones se encuentran en la frase «restaurar el nombre»: «El mismo día que adquieras el campo de manos de Noemí, deberás también adquirir a Rut la moabita, mujer del difunto, para restaurar el nombre del difunto a su heredad» (Rut 4:5 RVA; cf. Deut. 9:14; 25:6).

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