NUBE

˓Anan (6051, עָנָָן), «nube; niebla; nubarrón; humo». Se encuentran cognados de esta palabra en arameo y arábigo. Los 87 casos del vocablo están esparcidos en todo el material veterotestamentario.

Comúnmente el término significa una «masa nubosa». ˓Anan se usa en particular para indicar la masa de «nubes» por cuyo medio la presencia de Dios insólitamente se manifestó: «Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube, para guiarlos por el camino» (Éx. 13:21 RVA). En Éx. 34:5, se usa solo ˓anan para hablar de esta presencia: «Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová».

Cuando el arca del testimonio se llevó al Lugar Santísimo, la nube llenó la casa de Jehová: «Y los sacerdotes no pudieron continuar sirviendo por causa de la nube, porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová» (1 Reyes 8:10-11 RVA). De esta manera la «nube» manifestó la presencia de la gloria de Dios. Asimismo, el salmista escribe que Dios está rodeado de «nube y oscuridad» (Sal. 97:2); Dios se presenta como el que controla soberanamente la naturaleza. Esta descripción es un tanto paralela a la descripción en la mitología ugarítica de Baal, señor de la tormenta y dios de la naturaleza. La «nube» es señal de la «protección divina» (Isa. 4:5); es una barrera que esconde la plenitud de la santidad y gloria divina, a la vez que impide que el pecador se aproxime a Dios (Lam. 3:44). Por tanto, es Dios y no los hombres, quien inicia y sostiene la relación entre Él y los seres humanos.

La primera vez que aparece ˓anan es en relación con la señal divina que Él nunca más destruiría la tierra con un diluvio: «Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra» (Gén. 9:13). En otros pasajes, la nube simboliza la naturaleza transitoria de la lealtad (Oseas 6:4) y existencia de Israel (13:3). En Isa. 44:22, Dios dice que después del debido castigo Él borrará, «como a nube tus rebeliones, y como a niebla tus pecados».

˓Anan puede significar un «nubarrón» y se usa también para simbolizar una «fuerza invasora»: «Tú subirás; vendrás como una tempestad y serás como una nube que cubre la tierra, tú con todas tus tropas, y muchos pueblos contigo» (Ezeq. 38:9 RVA; cf. Jer. 4:13). En Job 26:8 RVA, se dice que el nubarrón es de Dios: «Él encierra las aguas en sus nubes, y las nubes no se rompen a causa de ellas». En varios pasajes, un denso nubarrón y las tinieblas que lo acompañan son símbolos de «penumbra o tristeza» (Ezeq. 30:18) y/o «juicio divino» (Ezeq. 30:3).

˓Anan puede expresar el «humo» que asciende del incienso quemado: «Pondrá el incienso sobre el fuego delante de Jehová, y la nube de incienso cubrirá el propiciatorio que está sobre el testimonio; así no morirá» (Lev. 16:13 RVA). Esta «nube de humo» tal vez represente la protección que se interpone entre la presencia de Dios (que está encima del propiciatorio) y el hombre pecaminoso. Si es así, quizás simbolice también la «gloria divina». Por otro lado, muchos estudiosos opinan que la «nube de incienso» representa las oraciones del pueblo que se elevan a Dios.

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