COMPLETAR

A - Verbo

Shalam (7999, שָלַַם), «terminar, completar, reembolsar, remunerar, recompensar». La raíz hebrea denota perfección en el sentido de que está «completa» una condición o acción. Este concepto está presente cuando se describen objetos concretos. En tiempos de Nehemías, cuando había suficientes materiales de construcción a la mano y obreros disponibles, «la muralla [de Jerusalén] fue terminada» (Neh. 6:15). Por otro lado, la raíz hebrea se encuentra también en vocablos con tantos matices y aplicaciones que a veces es muy difícil percibir su significado original y básico. En las diferentes versiones en castellano shalam se traduce como: «realizar, restaurar, pagar, reembolsar, recompensar, restituir, llenar, sobornar, ser vengativo, amistoso o pacífico, estar en paz, hacer las paces, ofrenda de paz, plenitud, totalidad, seguridad».

La perfección y la plenitud se atribuyen en primer término a Dios. Él en nada es deficiente; ninguna falta desvirtúa sus atributos; debilidad alguna limita su poder. Dios le recuerda a Job su independencia irrestricta y absoluta autosuficiencia: «¿Quién me ha dado primero para que yo le restituya? ¡Todo lo que hay debajo del cielo, mío es!» (Job 41:11 RVA). Y el mismo Job lo admitía: «¿Quién le denunciará en su cara su camino?» (Job 21:31).

Tampoco tiene Dios alguna deficiencia en la ejecución de su justicia; ni carece de misericordia ni de poder para dispensar toda suerte de bondades. Uno de los amigos de Job le dice: «Si fueres limpio… [Dios] hará próspera la morada que en justicia mereces» (Job 8:6). Dios tiene el poder para hacer que «el bien recompense a los justos» (Prov. 13:21 RVA). El Señor dice respecto a Ciro: «cumplirá todo lo que yo quiero» (Isa. 44:28). El Señor también le dará «consuelo a él y sus enlutados» durante el cautiverio babilónico (Isa. 57:18).

El Dios de perfecta justicia y bondad espera la total devoción de sus criaturas. Quienes sospechan que Job no rinde suficiente pleitesía a su Creador, le instan a ponerse «en paz con Dios» (Job 22:21 LVP).

Es fundamental para las relaciones humanas cumplir a cabalidad con las obligaciones contraídas. La ley social de Israel requería que la persona que causara daño o prejuicio debía hacer «completa restitución» (Éx. 22:14 RVA). «El que hiere a algún animal ha de restituirlo, animal por animal» (Lev. 24:18). En algunos casos, al «que los jueces condenaren, pagará el doble a su prójimo» (Éx. 22:9). David declara que el hombre rico que mata la única ovejita del hombre pobre «debe pagar cuatro veces el valor de la corderita» (2 Sam. 12:6 RVA). Ninguna deuda podía quedarse sin cancelar. Después de suministrar a la viuda el aceite suficiente, Eliseo le ordenó: «Ve y vende el aceite, y paga [shalam] a tus acreedores; y tú y tus hijos vivid de lo que quede» (2 Reyes 4:7). En cambio, «el impío toma prestado y no paga» (Sal. 37:21). Y el ladrón que ha enderezado su camino «restituye la prenda y paga lo que ha robado» (Ezeq. 33:15 RVA).

Las relaciones entre naciones se fundamentan sobre negociaciones «completas». Después de aceptar las condiciones de Josué, las ciudades y los pueblos hicieron «la paz con los israelitas» (Jos. 10:1). La guerra entre los dos reinos cesó cuando Josafat «hizo la paz con el rey de Israel» (1 Reyes 22:44).

B - Adjetivo

Shalem (8003, שָלֵֵם), «perfecto». Dios demanda la obediencia total de su pueblo: «Sea, pues, perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos y guardando sus mandamientos» (1 Reyes 8:61). Salomón no cumplió con este requisito porque «su corazón no era perfecto con Jehová su Dios» (1 Reyes 11:4). Por otro lado, Ezequías protesta: «He andado delante de ti en verdad y con íntegro corazón» (2 Reyes 20:3).

En sus negocios, se requiere de los israelitas «pesa exacta y justa… medida exacta y justa» (Deut. 25:15 RVA).

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