¿Qué es un santo?
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«Pablo, apóstol llamado de Jesucristo por la voluntad de Dios... a la asamblea de Dios que está en Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, santos por vocación». (1 Corintios 1:1-2)
¿Qué es un santo? ¿Cómo se llega a ser santo y cuánto tiempo lleva? Encontré esta frase en una página web: Cualquiera que elija la vida religiosa hoy en día sabe que tiene un largo camino que recorrer para alcanzar la santidad. ¿Qué significa “llegar a la santidad”? Los hombres suelen pensar que la santidad es el resultado de un largo camino de privaciones; pero en lugar de escuchar a los hombres, acudamos a las Escrituras y leamos lo que tienen que decir sobre este tema.
El término santos, en primer lugar, se utiliza con bastante frecuencia en el Nuevo Testamento para referirse a los creyentes. Así, cuando Pablo escribió a los corintios, se dirigió a ellos como «santos»; sin embargo, más adelante en la epístola vemos que no se comportaban de manera muy santa, sino que muchos de ellos, por el contrario, andaban como «hombres carnales» (3:1). De hecho, la Palabra llama santo a todo creyente, pues ha recibido la naturaleza pura de Cristo (2 Pe. 1:4; 1 Cor. 1:30). Los cristianos de Corinto eran santos principalmente porque habían sido «santificados» (este participio pasado viene de la misma raíz que santo). Simplemente significa apartado para Dios, y esta santificación es efectiva para nosotros a través de la obra de la salvación. Los que nos salvamos hemos sido santificados por el Espíritu de Dios y por la sangre de Cristo (véase 1 Pe. 1:2), «mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre» (Hebr. 10:10). Esto ocurre en el momento de la conversión, no es un proceso largo y no implica ninguna organización religiosa. Pablo escribió su primera carta a los corintios unos cuatro años después de que se hubieran convertido, y dijo que eran «santos». El apóstol no tuvo nada que ver con esto, excepto que fue el instrumento que Dios utilizó para predicarles el evangelio.
Los cristianos, que somos santos, debemos vivir como tales, no para alcanzar la santidad, sino porque ya somos santos «por el llamado divino». Ser santo ante Dios no es una meta a alcanzar, sino un punto de partida, para que luego podamos proseguir la santidad (Hebr. 12:14) en nuestra vida en la tierra, de modo que nuestra conducta –«conducta santa» (2 Pe. 3:11)– se corresponda con lo que somos ante Dios desde nuestra conversión: ¡«santos» (Efe. 5:3)!
Según B. Reynolds
Nota del traductor:
Todos los creyentes genuinos, nacidos de nuevo, son llamados «santos», como atestiguan los saludos del comienzo de varias epístolas, además de las muchas referencias que podemos encontrar en una concordancia buscando la palabra «santos». Por lo tanto, los evangelistas no son más santos que cualquier cristiano verdadero. Si debiéramos poner «santo» delante del nombre de estos cuatro evangelistas (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) habría que poner también este calificativo delante de todos los nombres propios correspondientes a los nacidos de nuevo del Nuevo Testamento. No poner este calificativo no es, por tanto, una falta de respeto, sino un reconocimiento de que están al mismo nivel que los demás cristianos en su posición ante Dios.