Índice general
La purificación del leproso
Levítico 14
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1 - La curación del leproso: una obra de Dios
En este pasaje encontramos la ceremonia, según la Ley, para la purificación del leproso, una figura de la purificación que Cristo hizo por nosotros, ya que la lepra es un tipo de pecado. Hay que distinguir la purificación del leproso de la del sacerdote.
Solo había 3 aspersiones de sangre en el Antiguo Testamento: la del leproso, la del pueblo y la del sacerdote; cada una se hacía una sola vez y no se repetía. No había nada que hacer para curar al leproso; era obra de Dios. Para demostrar que la enfermedad era realmente lepra, el leproso estaba aislado, apartado y observado cada 7 días. Cuando estaba completamente blanco, o cuando la mancha se había vuelto blanca, era purificado (comp. con Sal. 32:3-5). Cuando el pecado está oculto y la lepra es interna, el mal es mayor. La manifestación y la confesión del pecado conducen a la paz, y el corazón está tranquilo; ese es el corazón honesto y recto. Los síntomas de la lepra se describen en Levítico 13. La curación venía de Dios; el sacerdote solo podía comprobar la enfermedad y hacer los actos de purificación (Lev. 14). La lepra excluía a su víctima del campamento; el pecado impide la comunión con Dios y con su pueblo.
2 - La purificación para restaurar la comunión
Después de su purificación, el leproso estaba reintegrado en la comunión con los hijos de Israel; pero el primer efecto del conocimiento del pecado es quitarnos el deseo de la comunión con Dios, la comprensión de esta comunión y la búsqueda de la misma. La purificación nos da, en efecto, el derecho a la comunión con los hijos de Dios, aunque a menudo, al principio, las almas no comprenden que tienen este derecho. La curación suele preceder al conocimiento de dicha curación; el alma convertida se somete a la Ley, en lugar de aceptar con gozo todo el Evangelio.
3 - Los medios de purificación
En cuanto a los medios utilizados para la purificación de los leprosos, son los siguientes:
3.1 - El ave muerta / La muerte de Cristo
En primer lugar, las aves, una de las cuales está muerta, tipo de la muerte de Cristo. Se mataba por encima de un recipiente con agua viva. El ave viva es tipo de la resurrección de Cristo (Lev. 14:4-7). Nuestros pecados llevaron a Jesús al sepulcro, pero él resucitó; los dejó atrás; lo había cumplido todo.
3.2 - El lavado con agua / la acción de la Palabra de Dios para justificar y santificar
En segundo lugar (Lev. 14:8-9), el leproso debía ser lavado con agua. Jesús nos purifica mediante la Palabra que nos ha dirigido; su Palabra hace por nuestras almas lo que la purificación con agua hizo por el cuerpo del leproso (Efe. 5:25-27). Esta purificación se hizo de una vez por todas. La santificación se hace de una vez por todas, pero el cristiano debe crecer en ella. Todos los creyentes están justificados en Cristo. Es una realidad cumplida; el Espíritu Santo nos coloca en esta posición. Hay santificación por parte de Dios Padre (Juan 17:17), la de Jesús por su sangre, y la del Espíritu Santo, que da eficacia a la voluntad del Padre y a la obra del Hijo. El Espíritu Santo la lleva a cabo en los individuos. Nos comunica la vida por medio de la Palabra y nos santifica por completo.
3.3 - La unción de la sangre / el conocimiento de lo que se ha hecho y la santificación práctica
En tercer lugar, después de la purificación viene el conocimiento de lo que se ha hecho; el leproso debe comprenderlo y recibir su eficacia en su corazón (Lev. 14:10-20). El leproso está presentado a Dios con un sacrificio por su ofensa. Era ungido con sangre en señal de santificación.
El cristiano nunca debe dejar entrar en su oído nada que sea incompatible con la sangre del Cordero.
La mano derecha es el símbolo de la acción. El cristiano no debe hacer nada que deshonre la sangre de Cristo; todo lo que hace cada día debe hacerse en el nombre del Señor Jesús, y no debe actuar de una manera que no esté de acuerdo con los pensamientos de Dios en la muerte de Jesús. Todo lo que no es santo como la sangre de Cristo en nuestras acciones, es pecado.
La sangre en el dedo gordo del pie es una imagen de la santidad en nuestro caminar. No somos seres negativos; la vida de Cristo debe actuar siempre en nosotros. Nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestro caminar, todo está bajo la sangre de Cristo, y esa sangre es la medida de lo que debe ser nuestra santidad. Hay que estar bajo la sangre de Cristo o fuera de ella. El hijo de Dios tiene sobre sí esta sangre que no puede ser borrada ni perder su valor. Nunca es necesario un nuevo rociado.
Cada día, nuestras almas están renovadas interiormente por el Espíritu Santo, y confesamos nuestros pecados ante nuestro Padre.
3.4 - La unción con aceite / el Espíritu Santo viene a morar en el creyente
En cuarto lugar, la sangre no era lo único necesario; también se requería el aceite. El aceite, un tipo del Espíritu Santo, se da porque la sangre está allí. No es después del agua, sino después de la sangre que se aplicaba el aceite.
El Espíritu Santo viene a morar en nosotros porque la sangre de Cristo está sobre nosotros. Si somos tan puros a los ojos de Dios como esta sangre, ¿por qué no estaría el Espíritu en nosotros? La sangre de Cristo agotó la ira de Dios contra el pecado. Solo hay amor para aquellos que son rociados con esta sangre. El Espíritu Santo es un Espíritu de conocimiento, gozo, paz y amor; estos son sus primeros frutos. También es un Espíritu de fuerza y poderío, capaz de superar los obstáculos que se interponen en nuestro camino.
Todo esto tenía como efecto restablecer al leproso en la comunión con Dios.