Inédito Nuevo

¿Por qué este desperdicio?


person Autor: Christian BRIEM 20

flag Tema: La adoración personal


1 - La escena de la unción del Señor con el perfume de María

¡Qué palabras tan duras e indignadas de boca de los discípulos! Según Juan 12:4, vemos que fue Judas Iscariote quien les había inspirado: «¿De qué este desperdicio?» (Mat. 26:8); ¿Por qué este derroche? –¿Qué había sucedido para que los discípulos se disgustaran tanto? ¡Ah! Una mujer había entrado en casa de Simón, y había ungido la cabeza y los pies del Salvador con nardo verdadero, de mucho valor, y le había enjugado los pies con sus cabellos. ¡Qué hermoso cuadro el de María a los pies del Señor Jesús! Había esperado mucho tiempo, había “guardado” el perfume de la unción. Ahora había llegado el momento en que podía poner todo el afecto de su corazón a los pies de Aquel que no iba a estar con ellos mucho más tiempo. «Mientras el rey estaba en su reclinatorio, mi nardo dio su olor» (Cant. 1:12). Cuando la verdadera adoración brota de un corazón, ¿es de extrañar que «la casa se llene del olor del perfume»? (véase Juan 12:3).

2 - Satanás hace que se denigre la adoración

Pero ahora se interrumpe la santa contemplación de esta escena. Los discípulos intervienen y reprochan: «¿Para qué este desperdicio? Porque esto pudo haberse vendido por mucho dinero, y darlo a los pobres». Es aquí donde queda al descubierto la intención de Satanás de estigmatizar como «desperdicio» el hecho de cuidar a Cristo y sustituirlo por alguna actividad cristiana. ¡Qué pena que los discípulos del Señor sucumbieran al veneno de las palabras de Judas Iscariote, de quien también aprendemos que su preocupación por los pobres era un pretexto (Juan 12:6)! ¡Qué triste es, también, que en nuestros días Satanás se las arregle para apartar nuestros corazones del cuidado de nuestro Señor, y para relegar la adoración de Su gloriosa persona a un rango secundario y subordinado, conduciéndonos en cambio al «valle de los artífices» (Neh. 6:2; 11:35)! Incluso sabe envolver las actividades de propia voluntad con el manto del amor cristiano al prójimo, y dar a las palabras de la incredulidad apariencia de legitimidad. Porque ¡cuántos «pobres» y cuánta miseria hay en el mundo! Sin embargo, en nuestra época de intensa actividad cristiana, de actividad casi a cualquier precio, hay necesidad de que se nos recuerden los principios de Dios, las prioridades que él ha establecido de una vez por todas en su Palabra, y que no pueden ser anuladas impunemente.

3 - La prioridad: el corazón para el Señor

Ahora bien, sin duda es una gran gracia cuando Dios nos concede el privilegio de poder servir al Señor Jesús con toda verdad. Pero ya que estamos hablando de prioridades divinas, nos gustaría plantear primero la siguiente pregunta: ¿Qué es lo que el Señor Jesús, quien nos ha redimido a gran precio, quiere en primer lugar? ¿Es nuestro tiempo o nuestras fuerzas, nuestra capacidad, nuestro servicio para él? ¿O es nuestro corazón? «Dame, hijo mío, tu corazón» (Prov. 23:26) es el lenguaje del Señor. ¿Un corazón que pertenece enteramente al Señor Jesús siente que estar ocupado con él y su maravillosa Palabra es una «pérdida» de tiempo y energía? Si estamos exhortados en Colosenses 3 a buscar «las cosas de arriba, donde Cristo está sentado a la diestra de Dios», ¿puede esta ocupación ser considerada a los ojos de Dios como una «pérdida» o un «desperdicio» (Marcos 14:4), un esfuerzo malgastado? El Salmo 1 declara bienaventurado al hombre que se deleita en la Ley de Jehová y «en su ley medita día y noche» (v. 2). David dice en el Salmo 27: «Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo» (v. 4).

4 - La buena parte elegida por María

Este era también el deseo del corazón de María. Ya en otra ocasión la vimos sentada a los pies del Señor, escuchando su palabra (Lucas 10:39). A Marta, esto podría haberle parecido un «desperdicio» frente a todo el trabajo que había que hacer. «Dile, pues, que me ayude». Pero, ¿cómo lo veía el Señor? «¡Marta, Marta!, estás ansiosa e inquieta por muchas cosas; pero una sola cosa es necesaria» (v. 40-41). Incluso si dejamos de lado el peligro de estar desviado por «mucho servicio», ¿qué era más precioso para el corazón de nuestro Señor Jesús –y este sigue siendo el punto crucial?– Que Marta le abriera su casa, o que María le abriera su corazón. Marta, con su servicio, le dio el lugar del huesped; María, a sus pies, le dio el lugar del que da. Y «más dichoso es dar que recibir» (Hec. 20:35).

El Señor deja en su lugar todo lo que se hace por amor a él, incluido el servicio de Marta (Juan 12:2), pero no duda en llamar a la parte de María «la buena parte», «que no le será quitada» (Lucas 10:42).

Y cuando los discípulos la acusan brutalmente de derrochar, él la defiende de forma conmovedora: «¿Por qué molestáis a esta mujer? Es una buena obra lo que ha hecho ella conmigo» (Mat. 26:10). ¡Así que María tuvo el bendito privilegio de una «buena porción» (escuchar su palabra) y una «buena obra» (llevarle la adoración)!

5 - Dar prioridad a la adoración

Generalmente, en la cristiandad, el pensamiento de la adoración –si es que existe– ocupa solo un lugar secundario; pero en la mente de Dios, la adoración tiene el primer lugar: «El Padre busca a los tales para que le adoren a él» (Juan 4:23). Antes de que Abraham o Gedeón edificaran el altar del testimonio y del servicio, habían edificado el altar de la adoración (Gén. 12:7; Jueces 6:24). Por supuesto, la incredulidad llamará a esto “desperdicio”, al igual que Faraón acusó al pueblo de Israel de “pereza” cuando quisieron sacrificar a Jehová en el desierto: «Estáis ociosos, sí, ociosos» (Éx. 5:17). Si damos prioridad a Cristo y a sus derechos, seremos incomprendidos, como María. Pero ¡qué importa si solo contamos con la aprobación del Señor!

6 - Ejemplos en los que el servicio exterior queda en segundo lugar

He aquí otro ejemplo de orden o de prioridades divinos: en 1 Pedro 2, se nos muestra primero que los creyentes son «un sacerdocio santo», «para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por Jesucristo» (v. 5), antes de aprender en el versículo 9 que también son un «sacerdocio real» para anunciar al mundo «Sus virtudes». Así que, en primer lugar, podemos acercarnos como sacerdotes santos para ofrecer a Dios sacrificios de alabanza y acción de gracias, para llevarle lo que habla de la persona de su Hijo amado y lo que el Espíritu Santo ha podido hacer precioso a nuestros corazones sobre la persona y la obra de Jesús. Pero también podemos, como sacerdotes reales –anticipando, por así decir, el servicio del verdadero Melquisedec– salir del santuario para presentar al mundo, ahora vueltos hacia él, las glorias y las excelencias de Dios, lo que hemos visto y aprendido en el santuario. ¡Este es un verdadero servicio! Esta proclamación, sin embargo, es menos una predicación con palabras que con toda nuestra vida y comportamiento.

Como último ejemplo, nos remitimos a lo que el Señor Jesús dijo sobre el «siervo fiel y prudente» en Mateo 24:45 y siguientes. Su señor lo había puesto a cargo de los sirvientes de su casa con el propósito específico de «darles el alimento a su tiempo». Él quería que aquellos que estaban tan cerca de su corazón recibieran todo lo bueno mientras él estaba ausente. Y si lo encontraba «haciendo así» cuando él llegara, el Propietario declaraba a ese esclavo «bienaventurado».

7 - El orden: Amor a Cristo – Obediencia a la Palabra – Glorificar a Cristo

Es una prueba dolorosa del bajo nivel de la Iglesia actual que incluso algunos de los hijos de Dios consideren como un «desperdicio» este servicio a los que están dentro: ¿Por qué no predicáis más bien a los de fuera y los lleváis al conocimiento de Cristo? Pero esto no es lo primero en lo que el Señor Jesús insiste. El siervo fiel y prudente debía cuidar de los de dentro y darles de comer en el momento oportuno. Esta era la voluntad del Señor para él.

Solo en el capítulo siguiente, a partir del versículo 14, el Señor habla, en la parábola de los talentos, del servicio para el exterior, de la actividad de la gracia que sale tanto a buscar a los pecadores como a difundir la verdad de Dios. ¡Qué bendita es nuestra actividad!

Todo tiene su lugar y su tiempo para el Señor. En todo caso, antepone la obediencia a los sacrificios y la escucha atenta a la grosura de los carneros (1 Sam. 15:22). Si nuestros corazones están vueltos hacia él y estamos en sintonía con sus pensamientos, entonces su paz nos llenará en lugar de una febril inquietud. Entonces no necesitaremos esforzarnos hacia esta actividad o aquel servicio, ni siquiera apresurarnos. Cuando llegue Su hora, puede que ponga ante nosotros más trabajo y tareas de las que seamos capaces de afrontar.

Resumamos brevemente la situación: en la mente de Dios hay prioridades, sin que las cosas secundarias se dejen de lado o pierdan su valor. Pero no podemos anteponer lo secundario a lo primario.

El verdadero servicio a Cristo tiene lugar de antemano en el santuario. Tiene su fuente en el amor hacia él, su curso en la obediencia a su Palabra, y su meta en la glorificación de Cristo. Si una actividad no tiene estas características, puede llamarse “cristiana”, pero no lo es, porque pone al hombre en el lugar de Cristo. Si alguien viene a nosotros y descarta como «desperdicio» la parte y el servicio que el propio Señor Jesús llama «buena», tengamos cuidado: ¡Esta no es la voz de nuestro Maestro!

Gottes kostbare Gedanken, p.249-256