La mujer cristiana en la familia y en la Iglesia

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Proverbios 31:10)


person Autor: Biblicom 62

flag Temas: El lugar y la función de la mujer La familia


1 - El lugar de la mujer cristiana en la familia y en la Iglesia

Las mujeres piadosas tienen un gran cometido en la obra del Señor, y aunque hay límites y particularidades en su servicio, no por eso debe ser subestimado. La Biblia lo presenta de manera muy honorable.

Hay dos escollos que evitar cuando evocamos la misión de la mujer cristiana:

  • Decir que ella puede hacer todo como el hombre (idea que se ha desarrollado en la sociedad occidental durante el siglo 20).
  • Decir que ella nada o casi nada puede hacer (siendo considerada como un ser «inferior» en algunas sociedades).

1.1 - La mujer cristiana en la familia

La mujer tiene un cometido particular y esencial en el hogar cristiano, en la familia. Esta papel es descrito en Tito 2:4-5, donde las mujeres jóvenes son llamadas a “amar a sus maridos y a sus hijos, a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa, buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada”.

Primero está la relación fundamental del marido y la mujer, después el lazo con los hijos. Ella puede ser solo esposa (cuando no tiene hijo), o bien esposa y madre, o solo madre. Un hogar es un hogar cristiano según Dios cuando reina la piedad.

1.2 - Con respecto a su marido

Dios da una esposa al marido, es decir una «ayuda idónea para él» (Génesis 2:18). Es también una sola carne con él (Efesios 5:31), y debe sujetarse a la autoridad de su marido.

A su lado, es su equivalente ante Dios, pero protegida por él, y apegada a su corazón para ser amada (Génesis 2); su marido no debe agobiarla.

Su verdadero lugar está expuesto en Efesios 5:22-24: “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;  porque el marido es cabeza (o jefe) de la mujer, así como Cristo es cabeza (o jefe) de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo”.

Se le dice al marido de amar a su mujer como su propio cuerpo “así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5:25, 28).

Las esposas están exhortadas a sujetarse a su marido como al Señor, porque el marido es el jefe de la mujer, como Cristo es el jefe de la Iglesia (jefe, o cabeza, quiere decir: que conduce, es responsable, y no que reina y agobia). El marido vigila en amar a su mujer y la mujer está exhortada a sujetarse; ella acepta pues las decisiones de su marido, pero ella le ayuda para tomar esas decisiones, y lo respeta. Todo esto es el reflejo de la relación de Cristo con su Iglesia.

Hoy la sujeción de la mujer hacia su marido es una noción impopular y rechazada en el mundo. Pero el orden de Dios siempre es el mismo: que las esposas sean sujetas a sus maridos, él es el jefe de la casa (es decir, el responsable), teniendo como resultado gozo y verdadera bendición en la vida del hogar. Si, por el contrario, una esposa toma la dirección del hogar, suplantando a su marido, esto solo dará frutos amargos, con hijos pocos sumisos y educados en el desorden.

1.3 - Con respecto a sus hijos

Su cargo es también de cuidar a sus hijos y de cumplir con las labores ordinarias de la vida. La casa (el hogar) debe ser un abrigo en este confuso mundo que “está bajo el maligno” (1 Juan 5:19).

La educación de los hijos es uno de los más preciados servicios, la responsabilidad recae sobre el padre y la madre. Como pasa más tiempo con ellos que el padre que trabaja fuera, la madre ejerce una gran influencia sobre ellos, en bien o en mal.

La influencia de una madre es el instrumento que Dios se place en utilizar para poner las bases de una educación cristiana. La instrucción de los hijos tendrá un impacto sobre ellos durante toda su vida. Es la labor capital en el hogar, que en ningún caso hay que descuidar.

Como ejemplos bíblicos, notamos la frecuente mención de la madre en relación con los diversos reyes de Israel en 1 y 2 Reyes, y 1 y 2 Crónicas, o también el papel esencial de la madre en la enseñanza espiritual de Timoteo (1 Timoteo 1:5).

1.4 - La responsabilidad del hogar

En 1 Timoteo 5:14, administrar y mantener el orden en la casa (“gobernar su casa”) es el trabajo particular de la esposa, pero de acuerdo con su marido que es responsable porque él es el jefe. Es el pensamiento de Dios.

El servicio de la esposa, incluso si ella tiene la obligación de trabajar fuera del hogar, es primero y ante todo en la esfera del hogar cristiano.

Una esposa sabia, que cuida de su familia con discernimiento, que administra su presupuesto con economía, que enriquece su hogar de amor y de gozo, es una bendición muy grande para su marido y sus hijos, y para todos aquellos que entran en este hogar.

Por ejemplo, ejercer la hospitalidad (feliz actividad cristiana), es hecha posible gracias a la esposa. Entonces hay un hogar abierto a los ministros de Dios, a los creyentes, a los incrédulos que pueden entonces oír el evangelio. Ver, entre otros, el ejemplo de Priscila y Aquila en Hechos 18:26.

1.5 - Resumen

El círculo del hogar es la esfera particular donde la esposa servirá a Dios y lo glorificará. Que ella no desprecie ni abandone ese servicio; ella es el centro y el corazón de la casa.

La mujer cristiana soltera, o la viuda, también pueden ser una ayuda en el servicio cristiano, o en las cosas temporales: ocuparse de niños, de mayores de edad, de enfermos, y también difundir, guardando su lugar, el evangelio a su alrededor.

El ejemplo de Dorcas en Hechos 9:36-43 es notable, como también la descripción de las actividades de una mujer piadosa en 1 Timoteo 5:10 : “que tenga testimonio de buenas obras; si ha criado hijos; si ha practicado la hospitalidad; si ha lavado los pies de los santos; si ha socorrido a los afligidos; si ha practicado toda buena obra”.

2 - La mujer cristiana fuera de su hogar y en la Iglesia

2.1 - Las ventajas del servicio de las mujeres cristianas

Mencionemos algunos casos en los que Dios ha utilizado a mujeres más allá del círculo de su hogar:

  • Varias mujeres han asistido al Señor en su servicio en la tierra (Lucas 8:2-3).
  • Es una mujer la que ha ungido al Señor para su sepultura antes de Su muerte (Mateo 26:6-13).
  • Eran principalmente mujeres las que estaban cerca de la cruz (Mateo 27:55-56).
  • Eran mujeres las que observaron la puesta en la tumba del Señor y que vinieron para ungirlo después de Su muerte (Lucas 23:55-56).
  • Eran mujeres las que vinieron las primeras al sepulcro y que creyeron en Su resurrección (Mateo 28:1-6).
  • Eran mujeres quienes, las primeras, notificaron la resurrección a los apóstoles (Mateo 28:7-8).

La labor de las mujeres es todavía muy importante hoy. Por ejemplo:

  • Ellas pueden dar testimonio de su fe y hablar del Señor (Juan 4:28-29).
  • Las de más edad pueden también instruir a las más jóvenes (Tito 2:3-5).
  • Ellas pueden practicar la hospitalidad.

2.2 - Señalemos aún tres ejemplos bíblicos

Lidia es un ejemplo de mujer piadosa en la obra del Señor (Hechos 16:12-15, 40). Ella quizá fue la primera en convertirse en Filipos. Después ella incitó a toda su casa a confiarse en Cristo. Cuando fue salva, rogó a Pablo y Silas de morar como invitados en su casa. La Biblia dice: «nos obligó a quedarnos». Así, parece ser que la iglesia en Filipos empezó a formarse por la casa de Lidia. En Hechos 16:40, vemos que cuando salieron de la cárcel, Pablo y Silas fueron a la casa de Lidia y allí exhortaron, o consolaron, a los hermanos. Era probablemente ahí donde la iglesia habría comenzado a reunirse.

Febe (Romanos 16:1-2) era una diaconesa de la iglesia de Cencrea, cerca de Corinto. Ella nos muestra la importancia del cariño a la iglesia y de la dedicación. Servimos al Señor Jesucristo, pero particularmente lo servimos en la iglesia. Febe trabajaba para el Señor, en relación con Pablo y la iglesia. Pablo recomienda a los creyentes darle toda la ayuda de la que ella tenía necesidad.

Priscila ha trabajado con su marido en las iglesias del comienzo (Romanos 16:3-5). Ella ha, entre otras cosas, ayudado a su marido a instruir a Apolos (Hechos 18:24-26). Es un ejemplo de cómo una esposa puede ayudar a su marido a enseñar la Palabra de Dios a un hombre en una esfera privada. Formaba parte, con su marido, de los compañeros de obra del apóstol Pablo en Cristo Jesús. Juntos habían expuesto su propia vida por la vida de Pablo. No solo Pablo, sino que todas las iglesias de los gentiles podían darles gracias.

2.3 - Las particularidades de la misión de las mujeres cristianas

Vemos principalmente tres pasajes en el Nuevo Testamento que nos hablan explícitamente de los respectivos lugares del hombre y de la mujer en relación con las cuestiones de orar, hablar, profetizar o enseñar: 1 Corintios 11:2-16; 1 Corintios 14:34-35; 1 Timoteo 2:8-12.

1 Timoteo 2:8-12 1 Corintios 14:34-35 1 Corintios 11:2-16
Esfera de aplicación “En todo lugar” es general “En las iglesias”: o sea en las reuniones de la iglesia No es explícito
Actividades mencionadas Oración; enseñanza Hablar, callarse Orar o profetizar
Función explícita del hombre Orar
Función explícita de la mujer Aprender en silencio (o tranquilidad)
No enseñar
No usar de autoridad sobre el hombre
Callarse Hablar o profetizar
Cubrirse la cabeza

Según 1 Timoteo 2, comprendemos que la voluntad de Dios es que sea el hombre (en contraste con la mujer) quien ore. (Por supuesto aquí se trata de la oración audible, entre varias personas, puesto que es evidentemente la voluntad de Dios que cada uno de nosotros, hombre o mujer, tenga además una vida de oración individual). Dios da pues generalmente (“en todo lugar”) al hombre la responsabilidad de la oración. En cuanto a la mujer, el mismo pasaje nos muestra que Dios le da un lugar algo más alejado, en la tranquilidad y la discreción. Ella no enseña, es decir que no toma una posición de maestro ante los otros, ni usa de autoridad sobre el hombre, es decir que ella no usurpa su lugar (que es explícitamente de orar y también de enseñar). La mujer puede no obstante decir “Amen” en voz alta.

1 Corintios 14 claramente se aplica a las reuniones de la iglesia. Estos mandamientos que prohiben a las mujeres hablar en la iglesia es considerado, inoportunamente, por algunos como una orden contra la conversación. El verbo griego utilizado en el original jamás es utilizado en el sentido de charla (o parloteo) en el Nuevo Testamento. Debe entenderse en el mismo sentido que en resto del capítulo (1 Corintios 14:2, 3-6, 9, 11, 13, 18, 19, 21, 23, 27-29, 39). Es el mismo vocablo que igualmente es utilizado en 1 Pedro 4:11: “Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios”.

1 Corintios 11 considera la mujer que ora o que profetiza. No puede ser en la iglesia (estaría en oposición con 1 Corintios 14) ni ante hombres (estaría en oposición con 1 Timoteo 2 donde está dicho que es a los hombres de orar). Podemos comprender que esto se aplica en un círculo de mujeres o con niños. Entonces la mujer bien puede hablar de parte del Señor (profetizar) u orar, pero cubriéndose la cabeza.

Por ejemplo, en Tito 2:3-5, el apóstol exhorta a las ancianas a que sean «maestras del bien» y a enseñar a las mujeres jóvenes. En esta circunstancia, las ancianas pueden bien enseñar, pero el círculo de acción es muy definido, es aquel de las mujeres más jóvenes. Los versículos 4 y 5 nos muestran que esta enseñanza tiene un carácter privado, y abarca temas prácticos vinculados al hogar y a la familia.

Es muy deseable y conveniente que mujeres ayuden a otras a entender las Escrituras y hablen libremente con ellas de la Palabra de Dios. Queremos animar a las hermanas a obrar diligentemente para con otras en esa esfera en el espíritu y la manera en las que la Biblia enseña.

Igualmente, explicar la Biblia a los niños, orar y cantar con ellos, también es un servicio que conviene a las mujeres, primero para con sus propios hijos en el hogar, pero quizá también para con otros niños en un ambiente diferente. Aquí también, que ellas puedan hacerlo en el espíritu y la manera en las que la Biblia enseña.

¡Que las mujeres cristianas puedan asir de corazón el precio, la belleza y las particularidades de la labor que el Señor les ha otorgado en su sabiduría!