PODER

Koaj (3581, כֹחַ), «fortaleza; poder; fuerza; capacidad; aptitud». Esta palabra hebrea se usa en hebreo bíblico, rabínico y moderno con poco cambio de significado. La raíz es incierta en hebreo, aunque el verbo se encuentra en arábigo (wakaha, «derribar» y kwj, «derrotar»). Koaj, que se encuentra 124 veces, es un término poético usado con mayor frecuencia en la literatura poética y profética.

El significado básico de koaj es la capacidad de hacer algo. La «fuerza» de Sansón radicaba en su cabellera (Jueces 16:5) y no debemos olvidar que esta «fuerza» la demostró al enfrentarse con los filisteos. Las naciones y los reyes ejercen sus «poderes» (Jos. 17:17; Dan. 8:24). Se puede decir que un campo tiene koaj porque tiene o no «poderes» vitales para producir la cosecha: «Cuando trabajes la tierra, ella no te volverá a dar su fuerza [es decir, cosecha]» (Gén. 4:12 RVA: primer caso del término). Se reconoce en el Antiguo Testamento que con comer se adquieren «fuerzas» (1 Sam. 28:22), mientras que uno pierde sus «capacidades» cuando ayuna (1 Sam. 28:20): «Se levantó, comió y bebió. Luego, con las fuerzas de aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios» (1 Reyes 19:8 RVA).

La definición anterior de koaj encaja muy bien en la descripción de Daniel y sus amigos: «Jóvenes en quienes no hubiese ningún defecto, bien parecidos, instruidos en toda sabiduría, dotados de conocimiento, poseedores del saber y capaces para servir en el palacio del rey; y que les enseñase la escritura y la lengua de los caldeos» (Dan. 1:4 RVA). La «capacidad» a la que se refiere aquí no es física sino mental. Eran talentosos porque tuvieron la perspicacia intelectual de aprender los conocimientos de los babilonios, con lo que se ganaron la oportunidad de capacitarse para ser consejeros del rey. La «fortaleza» interna se manifiesta más durante las dificultades y frustraciones. El siguiente proverbio demuestra esta enseñanza tan importante: «Si desmayas en el día de la dificultad, también tu fuerza se reducirá» (Prov. 24:10 RVA).

Un uso especial de koaj tiene que ver con «propiedad». Las «capacidades» innatas, el desarrollo de dones especiales y las manifestaciones de «fortaleza» a menudo conducen a la prosperidad y a las riquezas. Los que regresaron del cautiverio dieron voluntariamente de sus riquezas (koaj) para construir el templo del Señor (Esd. 2:69). Hay un proverbio que advierte contra el adulterio porque las «fuerzas» y las riquezas pueden tomarlas otros: «Para que no sacies con tu fuerza a gente extraña, ni vayan a dar en casa ajena tus esfuerzos» (Prov. 5:10 NVI).

En el Antiguo Testamento, Dios demostró su «poder» a Israel. El lenguaje del «poder» divino es altamente metafórico. La mano derecha de Dios manifiesta gloriosamente su «poder» (Éx. 15:6). Su voz es «potente»: «Voz de Jehová con potencia; voz de Jehová con gloria» (Sal. 29:4). Liberó a Israel de Egipto con «poder» (Éx. 32:11) y los condujo a través del mar Rojo (Éx. 15:6; cf. Núm. 14:13). Defendiendo los derechos del pobre y necesitado (Isa. 50:2), Dios conduce a los israelitas, un pueblo necesitado, con poder a la tierra prometida: «El poder de sus obras manifestó a su pueblo, al darle la heredad de las naciones» (Sal. 111:6). Aunque se deleita en ayudar a su pueblo, Dios no tolera la autosuficiencia en los seres humanos. Isaías reprendió la arrogancia del rey de Asiria cuando se jactaba de sus victorias militares (Isa. 10:12-14), observando que el hacha (Asiria) no debe jactarse de la mano del que la utiliza (Dios; v. 15). De la misma manera, Dios advirtió a su pueblo sobre el orgullo cuando tomaron la tierra de Canaán: «No sea que digas en tu corazón: Mi fuerza y el poder de mi mano me han traído esta prosperidad. Al contrario, acuérdate de Jehová tu Dios. Él es el que te da poder para hacer riquezas, con el fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día» (Deut. 8:17-18 RVA). El creyente tiene que aprender a depender de Dios y a confiar en Él: «Este es el mensaje del Señor para Zorobabel: «No depende del ejército, ni de la fuerza, sino de mi Espíritu, dice el Señor todopoderoso»» (Zac. 4:6 LVP).

En la Septuaginta encontramos las siguientes traducciones del término: isjus («fuerza; poder; fortaleza») y dunamis («poder; fuerza; fortaleza; habilidad; capacidad»).

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