PADRE
˒Ab (1, אב), «padre; abuelo; antepasado; ancestro». Hay cognados de este vocablo en ugarítico, acádico y fenicio, además de otras lenguas semíticas. Se constatan unos 1.120 casos en el hebreo de la Biblia y durante todos los períodos.
Fundamentalmente, ˒ab se refiere a la relación familiar que representa el término «padre». Este es su significado en la primera cita en que aparece el vocablo: «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gén. 2:24). En pasajes poéticos, el vocablo a veces se encuentra paralelamente con ˒em, «madre»: «A la fosa digo: Tú eres mi padre, y a los gusanos: Mi madre y mi hermana» (Job 17:14 RVA). También se usa ˒ab con relación a «madre» para referirse a padres de familia (Lev. 19:3). Sin embargo, a diferencia del término ˒em, la palabra ˒ab jamás se aplica a animales.
˒Ab también quiere decir «abuelo» y/o «bisabuelo», como en Gén. 28:13: «Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre [abuelo], y el Dios de Isaac». Los progenitores del lado materno se llamaban «padre de la madre» (Gén. 28:2). El nombre puede usarse también para indicar cualquier antepasado varón: «Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres» (1 Reyes 19:4). De acuerdo a este uso, el vocablo puede referirse al primer padre, a un «antepasado» o a una familia (Jer. 35:6), una tribu (Jos. 19:47), un grupo con una vocación especial (1 Cr. 24:19), una dinastía (1 Reyes 15:3) o a una nación (Jos. 24:3). O sea que «padre» no necesariamente significa el hombre que nos engendró.
Este nombre a veces describe la relación adoptiva, sobre todo cuando se usa con relación al «fundador de una clase o posición social», como por ejemplo un oficio: «Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas, y crían ganados» (Gén. 4:20).
˒Ab puede ser un título de respeto que por lo general se usa con varones mayores de edad, como cuando David dijo a Saúl: «Y mira, padre mío, mira la orilla de tu manto en mi mano» (1 Sam. 24:11). El término también se usa para maestros: «Eliseo, al verlo, gritó: ¡Padre mío, padre mío! ¡Carro de Israel, y sus jinetes!» (2 Reyes 2:12). En 2 Reyes 6:21, la palabra se aplica al profeta Eliseo y en Jueces 17:10, con relación a un sacerdote. El vocablo es también una forma respetuosa de dirigirse al «marido»: «¿Acaso no me llamas ahora: «Padre mío», o «Tú eres el amigo de mi juventud»?» (Jer. 3:4 RVA). En Gén. 45:8 el nombre se aplica a un «consejero»: «Así, pues, no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón, y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto». En cada caso, el sujeto que se denomina «padre» ocupa una posición de privilegio y recibe la honra que le corresponde a un «padre».
Junto con bayit («casa»), el vocablo ˒ab puede significar familia: «Hablad a toda la congregación de Israel, diciendo: En el diez de este mes tómese cada uno un cordero según las familias de los padres [«casas paternas» RVA, LBA], un cordero por familia» (Éx. 12:3). Otras veces «familia» se indica con el plural de «padre»: «Y estas son las cabezas de los padres [«casas paternas» RVA, LBA] de los levitas por sus familias [«clanes» RVA]» (Éx. 6:25 RVR).
Dios es el «padre» de Israel (Deut. 32:6). Él los engendró y los protege, el único al que deben reverenciar y obedecer. En Mal. 2:10 se nos dice que Dios es el «padre» de todos los pueblos. Es el «protector» o «padre» particular de los que no tienen padre: «Padre de los huérfanos y defensor de las viudas es Dios en su santa morada» (Sal. 68:5 LBA). En su calidad de «padre» de un rey, Dios se solidariza en particular con él y con su reino: «Yo seré para él, padre; y él será para mí, hijo. Cuando haga mal, yo le corregiré con vara de hombres y con azotes de hijos de hombre» (2 Sam. 7:14 RVA). No todo monarca era hijo de Dios, solo los que Él adoptaba. En un sentido especial, el rey perfecto fue el Hijo adoptivo de Dios: «Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy» (Sal. 2:7). La extensión, el poder y la duración de su reino se garantizan con la soberanía del Padre (cf. Sal. 2:8-9). Por otro lado, uno de los nombres de entronización del Mesías es «Padre Eterno»: «Y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz» (Isa. 9:6).