MAR

Yam (3220, יָָם), «mar; océano». Este vocablo tiene cognados en arameo, acádico, ugarítico, fenicio y etiópico. Se encuentra unas 390 veces en todos los períodos del hebreo bíblico.

El término se refiere a masas de agua a diferencia de las masas de tierra (continentes e islas) y de la extensión del cielo: «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay» (Éx. 20:11). Cuando se usa en este sentido, yam significa «océano». Este es su significado en Gén. 1:10, la primera vez que aparece; se puede escribir tanto en singular como nombre colectivo o en plural, como en este caso: «A la parte seca llamó Dios «Tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «Mares»» (RV-95).

Yam puede aplicarse a «mares» sean estos de aguas dulces o saladas. El mar Grande es el Mediterráneo: «Vuestro territorio será desde el desierto y el Líbano hasta el gran río, el río Éufrates, toda la tierra de los heteos hasta el mar Grande, donde se pone el sol» (Jos. 1:4 RVA). También se le llama mar de los filisteos (Éx. 23:31) o «mar occidental» (Deut. 11:24 RVR; «la mar postrera» RV). El mar Muerto se llama mar Salado (Gén. 14:3), el Arabá (Deut. 3:17 RVR; «mar del llano» RV) y mar oriental (Ezeq. 47:18). Esto indica que yam puede referirse a agua salada en el interior de una masa terrestre. También puede señalar un lago o «mar» de agua dulce como el mar de Galilea: «La frontera… descenderá y se extenderá sobre el costado oriental del mar Quinéret» (Núm. 34:11 RVA).

El vocablo se usa a veces con la acepción de oeste o hacia el oeste, es decir, en dirección al Mar Grande: «Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente» (Gén. 13:14). En Gén. 12:8 (RVA) yam quiere decir «del lado oeste»: «Después se trasladó a la región montañosa al oriente de Betel y extendió allí su tienda, entre Betel al oeste y Hai al este». Además de orientación, el vocablo se puede usar en términos de ubicación: «Dio la vuelta hacia el lado occidental» (Ezeq. 42:19 RVA). Éx. 10:19 (RVA) usa yam como calificativo de «viento»: «Jehová hizo soplar un fortísimo viento del occidente que llevó la langosta y la arrojó al mar Rojo».

Yam se usa también para designar la fuente de bronce que estaba precisamente frente al Lugar Santísimo: «Los caldeos hicieron pedazos las columnas de bronce que estaban en la casa del Señor, y las basas y el mar de bronce que estaban en la casa del Señor, y llevaron el bronce a Babilonia» (2 Reyes 25:13 LBA). También se llamaba «mar de metal fundido» (1 Reyes 7:23 LBA) o simplemente el «mar» (Jer. 27:19).

Yam se usa para los grandes ríos como el Nilo: «Y las aguas del mar faltarán, y el río se agotará y secará» (Isa. 19:5). Esta declaración se encuentra en medio de una profecía sobre Egipto. Por tanto, «el río» es el Nilo; y puesto que el término «río» se encuentra en paralelismo directo con «mar», este vocablo también se refiere al Nilo. En Ezeq. 32:2 (RVA) se usa yam para las afluentes del delta del Nilo: «Tú eres como el monstruo de los mares; irrumpes en tus ríos, agitas las aguas con tus pies y enlodas sus corrientes [yam]». El mismo término se usa en relación con el río Éufrates (Jer. 51:36).

En algunos casos la palabra yam puede referirse al dios cananeo Yamm: «Por sí solo extiende los cielos y camina sobre las ondas del mar» (Job 9:8 RVA). Si esta declaración se puede entender como una referencia a Yamm, se traduciría: «Y pisotea las espaldas de Yamm». No obstante, el paralelismo entre «cielos» y «mar» nos lleva a concluir que aquí, al menos, se está hablando literalmente del «mar». Hay más posibilidades de encontrar a Yamm en Sal. 89:9-10, donde se califica al vocablo como enemigo de Dios, así como a la diosa Rahab: «Tú tienes dominio sobre la braveza del mar; cuando sus olas se levantan, tú las sosiegas. Tú quebrantaste a Rahab como a un cadáver; con el brazo de tu poder esparciste a tus enemigos» (RVA). Nótese particularmente Job 7:12 (RVA): «¿Acaso soy yo el mar [yam] o el monstruo marino, para que me pongas bajo guardia?» (cf. Job 26:12; Sal. 74:13).

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