HOMBRE

A - Nombres

˒Adam (120, אדָָם), «hombre; humanidad; gente; alguien». Este nombre se encuentra en ugarítico, fenicio y púnico. Un término con los mismos radicales se encuentra en antiguo arábigo meridional con el significado de «siervo». En arábigo tardío los mismos radicales significan tanto «la humanidad» como «toda la creación». El término acádico admu significa «niño». El vocablo hebreo aparece unas 562 veces y en todos los períodos del hebreo bíblico.

Este nombre está relacionado con el nombre ˒adom, «estar rojo», que puede ser una alusión a la tez rojiza o curtida de los hombres en la antigüedad. El nombre expresa el «hombre» como creatura a la imagen de Dios, la corona de toda la creación. En la primera vez que aparece «hombre» se refiere al género humano, es decir, el «hombre» en sentido genérico: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza» (Gén. 1:26). En Gén. 2:7 el vocablo se refiere al primer «hombre», Adán: «Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente».

Entre Gén. 2:5 y 5:5 hay un constante cambio e interrelación entre el uso genérico e individual. El «hombre» se distingue del resto de la creación en que se creó por un acto especial e inmediato de Dios: solo él fue creado a imagen de Dios (Gén. 1:27). Estaba formado por dos elementos, lo material y lo inmaterial (Gén. 2:7). Desde el comienzo ocupó una posición por encima del resto de la creación terrenal y se le prometió una posición aun más exaltada (vida eterna) si obedecía a Dios: «Dios los bendijo y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos. Llenad la tierra; sojuzgadla y tened dominio sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que se desplazan sobre la tierra» (Gén. 1:28 RVA; cf. Gén. 2:16-17). En Gén. 1 el «hombre» se describe como meta y corona de la creación, mientras que en Gén. 2 vemos que el mundo se creó como la escena de la actividad humana. La imagen de Dios en el «hombre» se refiere a su alma y/o espíritu. (Es esencialmente espiritual; tiene una dimensión invisible e inmortal que es indivisible.) Otros elementos de esta imagen son: (1) mente y voluntad, (2) integridad intelectual y moral (se creó con verdadero conocimiento, justicia y santidad), (3) cuerpo (órgano considerado apto para compartir la inmortalidad del ser humano; y también para actuar como agente de Dios en la creación), así como (4) dominio sobre el resto de la creación.

La «caída» afectó profundamente al «hombre», sin embargo, no perdió la imagen de Dios (Gén. 9:6). Después de la caída, el «hombre» ocupa una nueva posición, inferior, delante de Dios: «Jehovah vio que la maldad del hombre era mucha en la tierra, y que toda tendencia de los pensamientos de su corazón era de continuo solo al mal» (Gén. 6:5 RVA; cf. Gén. 8:21). El «hombre» deja de tener comunión perfecta con el Creador; está ahora bajo la maldición del pecado y de la muerte. Se destruyeron el prístino conocimiento, justicia y santidad. La restauración al lugar que le corresponde al «hombre» en la creación y en su relación con el Creador proviene únicamente de la unión espiritual con Cristo, el segundo Adán (Rom. 5:12-21). En algunos de los pasajes posteriores del Antiguo Testamento, es difícil distinguir entre ˒adam e ˒îsh, el «hombre» como contraparte de la mujer y/o en su virilidad.

A veces ˒adam se refiere a un grupo limitado y particular de «hombres»: «He aquí, avanzan aguas del norte, se convierten en torrente e inundan la tierra y su plenitud, la ciudad y sus habitantes. Entonces los hombres gritan, y gime todo habitante de la tierra» (Jer. 47:2 RVA). Cuando se refiere a un grupo en particular de individuos («hombres»), el nombre se encuentra en la frase «hijos de los hombres»: «Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres» (Gén. 11:5). La frase «hijo del hombre» generalmente señala a un individuo en particular: «Dios no es hombre [˒îs] para que mienta, ni hijo de hombre [˒adam] para que se arrepienta» (Núm. 23:19; cf. Ezeq. 2:1). Hay una única y notable excepción del uso de este término en Dan. 7:13-14: «Estaba yo mirando en las visiones de la noche, y he aquí que en las nubes del cielo venía alguien como un Hijo del Hombre [˒enôsh]… su dominio es dominio eterno, que no se acabará; y su reino, uno que no será destruido» (RVA). En este caso, la frase se refiere a un ser divino.

˒Adam se usa también para referirse a «cualquier hombre», a cualquier persona, varón o hembra: «Cuando alguien [«un hombre» LBA] tenga en la piel de su cuerpo hinchazón, costra o mancha clara y se convierta en la piel de su cuerpo en llaga de lepra, será traído al sacerdote Aarón» (Lev. 13:2 RVA). El nombre ˒odem quiere decir «rubí», vocablo que se encuentra 3 veces y solo en hebreo. En Éx. 28:17 encontramos a esta piedra preciosa de color rojo vivo, un «rubí»: «La primera hilera tendrá un rubí [˒odem], un topacio y un berilo» (RVA).

Geber (1397, גֶבֶֶר), «hombre, varón». Este vocablo se encuentra 60 veces en el Antiguo Testamento hebreo; más de la mitad de los casos (32 veces) están en los libros poéticos. La primera vez que se usa es en Éx. 10:11: «¡No será así! Id vosotros los varones y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros habéis pedido» (RVA).

El significado de la raíz «ser fuerte» ya no es evidente en el uso de geber, puesto que es un sinónimo de ˒îsh: «Así ha dicho Jehová: Inscribid a este hombre [˒îsh] como uno privado de descendencia. Será un hombre [geber] que no prosperará en los días de su vida. Porque ningún hombre [˒îsh] de su descendencia logrará sentarse en el trono de David ni gobernar de nuevo en Judá» (Jer. 22:30 RVA). Otros sinónimos son zakar, «varón» (Jer. 30:6); ˒enôsh, «hombre» (Job 4:17); y ˒adam, «hombre» (Job 14:10). Un geber denota un «varón», como antónimo de «hembra» o «mujer»; cf. «La mujer [˒ishshah] no se vestirá con ropa de hombre [geber], ni el hombre [geber] se pondrá vestido de mujer [˒ishshah]; porque cualquiera que hace esto es una abominación a Jehová tu Dios» (Deut. 22:5 RVA).

En expresiones generalizadas de maldición y bendición, geber también actúa como sinónimo de ˒îsh, «hombre». La expresión puede comenzar con «maldito el hombre» (geber; Jer. 17:5) o «bienaventurado el hombre» (geber; Sal. 34:8). Sin embargo, estas mismas expresiones también aparecen con ˒îsh (Sal. 1:1; Deut. 27:15).

La Septuaginta ofrece las siguientes traducciones: aner («hombre»); anthropos («ser humano; hombre»); y dunatos («los poderosos o fuertes»).

˒Îsh (376, אִִיש), «hombre; marido; pareja; ser humano; humano; alguien; cada uno; todos». Hay cognados de esta palabra en fenicio, púnico, arameo antiguo y arábigo meridional antiguo. El nombre aparece unas 2.183 veces y en todos los períodos del hebreo bíblico. El plural de este nombre usualmente es ˒anashîm, aunque 3 veces es ˒îshîm (Sal. 53:3).

Básicamente el término significa el «hombre» en su relación con la mujer; o sea, el «hombre» es una criatura que se distingue por su virilidad. Este es el énfasis en Gén. 2:24 (primer caso): «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer». Algunas veces la frase «hombre y mujer» puede significar individuos de cualquier edad, incluyendo niños: «Cuando un buey acornee a un hombre o a una mujer, y como consecuencia muera, el buey morirá apedreado» (Éx. 21:28 RVA). Puede también expresar un grupo inclusivo, con niños: «Destruyeron a filo de espada todo lo que en la ciudad había; hombres y mujeres, jóvenes y viejos, hasta los bueyes, las ovejas, y los asnos» (Jos. 6:21). A veces esta misma idea se expresa más explícitamente mediante la serie de vocablos «hombres, mujeres y niños»: «Harás congregar al pueblo, los hombres, las mujeres, los niños y los forasteros que estén en tus ciudades» (Deut. 31:12 RVA).

˒Îsh se usa a menudo en contextos conyugales (cf. Gén. 2:24) con el sentido de «marido» o «compañero»: «Tomad mujeres y engendrad hijos e hijas, tomad mujeres para vuestros hijos y dad vuestras hijas a maridos para que den a luz hijos e hijas» (Jer. 29:6 LBA). Una virgen se describe como una joven que no ha conocido «varón» («marido»): «Y ella fue con sus compañeras, y lloró su virginidad por los montes. Pasados los dos meses volvió a su padre, quien hizo de ella conforme al voto que había hecho. Y ella nunca conoció varón» (Jueces 11:38-39). La acepción «pareja» aparece en Gén. 7:2, donde el vocablo se refiere a animales masculinos: «De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra».

Un matiz especial de ˒îsh aparece en pasajes como Gén. 3:6, donde significa «marido» un «hombre» que tiene la responsabilidad de una esposa o mujer y esta le venera: «Y dio también a su marido, cual comió así como ella». Este énfasis se encuentra también en Oseas 2:16 donde se refiere a Dios (cf. el vocablo hebreo ba˓al).

A veces el término indica que alguna persona en particular es un «verdadero hombre». Como tal, es fuerte, influyente y diestro en batalla: «Esforzaos, oh filisteos, y sed hombres, para que no sirváis a los hebreos como ellos os han servido a vosotros. ¡Sed hombres y combatid!» (1 Sam. 4:9 RVA).

En unos pocos casos ˒îsh se usa como sinónimo de «padre»: «Todos nosotros somos hijos de un mismo hombre» (Gén. 42:11 RVA). En otros pasajes, el término quiere decir «hijo» (cf. Gén. 2:24).

En plural el vocablo puede referirse a grupos de hombres que sirven u obedecen a un superior. Los hombres del faraón escoltaron a Abram: «Y el faraón ordenó a su gente que escoltara a Abram y a su mujer, con todo lo que tenía» (Gén. 12:20 RV-95). En un sentido similar, pero más general, el vocablo puede referirse a personas que pertenecen a otro o a algo: «Porque todas estas abominaciones hicieron los hombres de aquella tierra, que fueron antes de vosotros, y la tierra fue contaminada» (Lev. 18:27).

En muy pocos casos (y en la literatura histórica tardía), este vocablo se usa como un nombre colectivo que se refiere a todo un grupo: «Y respondió su sirviente: ¿Cómo pondré esto delante de cien hombres?» (2 Reyes 4:43).

Muchos pasajes usan ˒îsh en el sentido genérico más general de «hombre» (˒adam), un ser humano: «El que hiriere a alguno [˒îsh], haciéndole así morir, él morirá» (Éx. 21:12). Aunque alguien golpeara o matara a una mujer o a un niño, el culpable debía morir. Véase Deut. 27:15: «Maldito el hombre que hiciere escultura o imagen de fundición». Se usa el término cuando se quiere establecer un contraste entre personas y animales: «Pero entre todos los hijos de Israel, ni un perro les ladrará, ni a los hombres ni a los animales» (Éx. 11:7 RVA). El mismo matiz sirve para contrastar entre Dios y el ser humano: «Dios no es hombre, para que mienta» (Núm. 23:19).

A veces ˒îsh es indefinido, con el significado de «alguno» o «alguien» («ellos»): «Yo haré que tu descendencia sea como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia podrá ser contada» (Gén. 13:16 RVA; «alguno» RVR). En otros pasajes el término tiene el significado de «cada uno» (Gén. 40:5) o «cada cual» (Jer. 23:35).

El vocablo ˒ishôn significa «hombre pequeño». Este diminutivo del nombre, que aparece 3 veces, tiene un cognado en arábigo. Aunque literalmente significa «hombre pequeño», se refiere a la pupila del ojo y es así como se traduce (cf. Deut. 32:10; «la niña de sus ojos»).

˒Enôsh (582, אֱֱנוש), «hombre». Esta palabra semítica común es la que se usa en el arameo bíblico como el genérico para «hombre» (equivalente hebreo de ˒adam). Aparece 25 veces en el arameo bíblico y 42 en el hebreo bíblico. El hebreo utiliza ˒enôsh exclusivamente en textos poéticos. La única excepción aparente está en 2 Cr. 14:11. Sin embargo, ese versículo es parte de una oración, por lo cual utiliza lenguaje poético.

El término ˒enôsh nunca aparece con el artículo definido y siempre, salvo una excepción (Sal. 144:3), presenta una idea colectiva del «hombre». En la mayoría de los casos en que aparece en Job y en los Salmos, el vocablo sugiere, a diferencia de Dios, la fragilidad, vulnerabilidad y limitación del «hombre» en el tiempo y el espacio: «El hombre, como la hierba son sus días. Florece como la flor del campo» (Sal. 103:15). Por tanto, el «hombre» no puede ser justo ni santo delante de Dios: «¿Será el mortal [˒enôsh] más justo que Dios? ¿Será el hombre [geber] más puro que el que lo hizo?» (Job 4:17 RV-95). En los Salmos la palabra se usa para indicar un enemigo: «¡Levántate, oh Jehová! ¡Que no prevalezca el hombre! Sean juzgadas las naciones delante de ti» (Sal. 9:19 RVA). Aquí el paralelismo muestra que ˒enôsh es sinónimo de «naciones» o del enemigo. Por tanto, se representa a estas naciones como débiles, vulnerables y finitas: «Pon, oh Jehová, temor en ellos; conozcan las naciones que no son sino hombres» (Sal. 9:20).

La acepción ˒enôsh puede ser «hombres» débiles, pero no necesariamente débiles en cuanto a moral: «Bienaventurado el hombre [˒enôsh] que hace esto, y el hijo de hombre [˒adam] que persevera en ello» (Isa. 56:2 RVA). En este pasaje el ˒enôsh recibe bendición porque ha sido moralmente fuerte.

En algunos lugares el término no implica matices éticos ni se refiere al «hombre» en un sentido paralelo a ˒adam. Es finito a diferencia de un Dios infinito: «Los haré pedazos, borraré la memoria de ellos de entre los hombres» (Deut. 32:26 LBA: primer caso bíblico del vocablo).

Bajûr (970, בָָחור), «joven». Los 44 casos de este vocablo están esparcidos por todos los períodos del hebreo bíblico.

El término significa un hombre completamente desarrollado, vigoroso y soltero. La primera vez que se encuentra bajûr se contrapone a betûlah, «doncella» o «virgen»: «Afuera desolará la espada, y adentro el espanto, tanto a los jóvenes como a las vírgenes, al que mama y al hombre con canas» (Deut. 32:25 RVA). La fuerza de un «joven» se contrapone a las canas (corona de honra) del anciano (Prov. 20:29).

Hay dos nombres bejurîm y bejurôt; aparecen una sola vez para describir el período cuando el «joven» está en la flor de la vida (¿tal vez durante el período en que es elegible para el servicio militar, es decir, entre los 20 y los 50 años?). Bejurîm se encuentra en Núm. 11:28.

B - Verbo

Bajar (977, בָחַַר), «examinar, escoger, seleccionar, elegir, preferir». Este verbo, que aparece 146 veces en hebreo bíblico, tiene cognados en arameo tardío y cóptico. El nombre poético bajir, «los escogidos», también se deriva de este verbo. No todos los estudiosos están de acuerdo en que estos vocablos tienen relación con el nombre bajûr. Prefieren relacionarlos con el primer sentido de la raíz bhr, cuyo cognado en acádico se refiere a hombres de guerra. El término significa «escoger o seleccionar» en Gén. 6:2: «Tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas».

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