ADIVINACIÓN, ADIVINO

Qasam (7080, קסַַם), «adivinar, practicar la adivinación». Cognados de este vocablo aparecen en arameo tardío, en cóptico, siríaco, mandeano, etiópico y arábigo, así como la lengua de Palmira. La raíz hebrea aparece 31 veces en el texto bíblico: 11 veces como verbo, 9 como participio y 11 como nombre.

La adivinación era un paralelo pagano de la profecía: «No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación… Porque estas naciones que vas a heredar, a agoreros y a adivinos oyen; mas a ti no te ha permitido esto Jehová tu Dios. Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a Él oiréis» (Deut. 18:10, 14-15: primer uso del término).

El término qasam se refiere al acto de buscar la voluntad de los dioses a fin de conocer sus acciones futuras o conseguir su bendición para alguna acción propuesta (Jos. 13:22). Es posible que los adivinadores conversaban con demonios (1 Cor. 10:20).

En ciertos casos, la práctica de adivinación involucraba ofrendas y sacrificios sobre un altar a la divinidad (Núm. 23:1ss). A través de un hueco en la tierra, el adivinador se comunicaba también con los muertos (1 Sam. 28:8). O sacudía saetas, consultaba ídolos domésticos y estudiaba los hígados de animales muertos (Ezeq. 21:21).

La adivinación era uno de los intentos humanos de conocer y controlar el mundo y el futuro, dejando de lado al Dios verdadero. Era lo opuesto a la verdadera profecía, la cual es esencialmente sumisión a la soberanía de Dios (Deut. 18:14).

Tal vez el uso más ambiguo y complicado del término aparece en Núm. 22 - 23 y Prov. 16:10, en donde parece ser equivalente a «profecía». Balaam tenía fama de adivino entre los paganos; al mismo tiempo, reconocía a Jehová como su Dios (Núm. 22:18). Aceptó dinero por sus servicios y probablemente no tenía problemas con ajustar su mensaje al agrado de sus clientes. Esto explicaría el porqué Dios se enojó con él y lo confrontó (Núm. 22:22ss), aun cuando ya le había dicho que aceptara la comisión y acompañara a los enviados del rey (Núm. 22:20). Según parece, Balaam había resuelto agradar a sus clientes. Pero, una vez que esa actitud se volvió sumisión, Dios le permitió seguir su camino (Núm. 22:35).

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