Cuidados pastorales


person Autor: J. P. FUZIER 1

flag Tema: Los cuidados y el lavado de los pies


Cristo, «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres… ha dado a unos apóstoles; a otros profetas; a otros evangelistas; y a otros pastores y maestros» (Efe. 4:8-11).

Los dones de pastor y maestro están claramente vinculados. Mientras que el ministerio del doctor se ocupa de la doctrina, es decir, de la revelación de Cristo contenida en la Palabra de verdad, el ministerio del pastor se ocupa más bien de aplicar la verdad para el bien de todo el rebaño y de cada oveja individualmente.

El ejercicio del cuidado pastoral presupone, pues, que el pastor esté fundado en la fe, en la sana doctrina, es decir, que conozca de cerca al Pastor Soberano. ¿Cómo se puede presentar a Cristo y su amor a las ovejas si antes no se ha gustado que «el Señor es bueno»? (1 Pe. 2:3).

1 - Los pastores en la Asamblea

No les corresponde a ellos edificar un rebaño: el rebaño es de Dios, y ellos mismos forman parte de él. Pedro les dijo: «Pastoread la grey de Dios que está entre vosotros… como modelos de la grey» (1 Pe. 5:2-4) [1].

[1] Esta exhortación a los «ancianos… entre vosotros» (5:1), como la de Pablo a los ancianos de Éfeso (Hec. 20:28), muestra claramente el carácter pastoral del servicio de los ancianos. Este servicio se limita a la asamblea local, mientras que los dones son para todo el Cuerpo.

El carácter y la función de los pastores fueron definidos por el Señor Jesús, en el momento de la restauración de Simón Pedro (Juan 21:15-17), cuando le dijo: «Apacienta mis corderos», «Pastorea mis ovejas», «Apacienta mis ovejas».

El servicio pastoral tiene como fundamento el amor al Maestro, y este es el carácter esencial de todo siervo de Dios (Éx. 21:5). Así, el pastor podrá cumplir sus 2 tareas principales: apacentar las ovejas, es decir, alimentarlas; y ser su pastor, es decir, conducirlas, cuidarlas y protegerlas.

El rebaño se compone de corderos, tan queridos por el Señor que los menciona en primer lugar, y de ovejas. Son distintas entre sí, pero juntas forman un solo rebaño, de modo que no hay un pastor para los corderos y otro para las ovejas. El plan del enemigo es dividir el rebaño, establecer categorías, separar «las adultas de las jóvenes» (véase Éx. 10:10-11). El plan de Dios es reunir a los suyos «como un solo hombre» (Neh. 8:1-3), en torno a Cristo.

2 - El servicio del pastor (Ez. 34:15-16)

Este pasaje de Ezequiel presenta 6 características de la actividad del pastor: apacienta a las ovejas; las hace descansar; busca a la perdida; trae de vuelta a la descarriada; venda a la herida; fortalece a la enferma.

Las 2 primeras tareas se aplican al cuidado del rebaño en su conjunto. El ministerio de la Palabra en la asamblea asume así el doble aspecto de enseñanza (por parte de los maestros) y de cuidado pastoral. Si este ministerio es objeto de las oraciones de todos los santos en una asamblea local, habrá alimento para todos en esa asamblea. Dios está dispuesto a dar el refrigerio que su pueblo necesita, pero este debe desearlo y pedirlo. Si estimamos que no tenemos, ¿no es a menudo porque no pedimos (Sant. 4:2)?

El pastor cuida de que las ovejas se alimenten y se desalteren. Para que el alimento sea provechoso, las ovejas debes poder masticarlo en paz. De la misma manera, no basta con escuchar la Palabra de Dios, sino que hay que meditarla, repasarla en el corazón, para que se convierta en fuente de gozo y alegría. El pastor da entonces descanso (Sal. 23:2); y el servicio pastoral en la Asamblea consiste en presentar la persona de Cristo a los santos, pues es en él donde encontrarán descanso para sus almas (Mat. 11:29).

3 - Las otras 4 tareas del pastor son cuidados individuales

«Yo buscaré la perdida, y haré volver al redil la descarriada» (Ez. 34:16). Una oveja está perdida o descarriada cuando está lejos de Cristo o se aparta de él.

En la parábola de Lucas 15, la oveja perdida que busca y encuentra el pastor, representa al pecador que se arrepiente. La parábola subraya la perseverancia del pastor en la búsqueda de su oveja, y su alegría cuando la encuentra. Esta oveja pertenece a Cristo, pero no ha comprendido que él la aprecia. Hay creyentes que no tienen la certeza ni el gozo de su salvación; el servicio del pastor en este caso, consiste en presentarles pacientemente el amor de Cristo, que lo ha hecho todo por ellos, para que el temor se aleje de sus corazones.

La perdida, ha seguido su propio camino. Tal vez ha escuchado voces extrañas, ha prestado oídos a un evangelio diferente que no es otro (Gál. 1:6). O tal vez ha amado el siglo presente (2 Tim. 4:10).

¿No podemos pensar también que incluso cuando la asamblea ha tenido que separarse de alguien que ha caído, el servicio del pastor puede llevarle a ir a la oveja perdida para traerla de vuelta?

En todos los casos, es conveniente volver a llevar a la oveja al pastor y supervisor de nuestras almas (1 Pe. 2:21-25). ¿Cómo puede hacerse esto? Ningún reproche, ninguna condena, ningún precepto moral puede hacer volver a la oveja perdida; todas estas cosas solo serían como palos para ella, que la harían huir aún más lejos. La respuesta está en el pasaje que acabamos de citar: hay que mostrarles a Cristo que sufrió por nosotros, dejándonos un modelo para que sigamos sus huellas. Los cuidados pastorales, como todas las demás actividades del ministerio, consiste en llevar a Cristo, su gracia, su amor, y desvanecerse tras él. Con este espíritu habló Eliú a Job: «Ante Dios tú y yo somos iguales; también yo fui tomado de la tierra. No deberías alarmarte ni temerme, ni debería pesar mi mano sobre ti», «Dios nos habla» (Job 33:6-7, 14, NVI).

Por último, otras 2 circunstancias exigen un cuidado pastoral especial por parte de aquellos a quienes el Señor ha encomendado apacentar su rebaño.

Una oveja puede herirse si el camino es pedregoso y difícil. El pastor atento se dará cuenta enseguida de que cojea o camina con dificultad; entonces intervendrá. Lo que tenemos aquí es un ejemplo de un mal que se origina fuera de la oveja. ¿Qué la ha herido en el camino? Una palabra dicha a la ligera puede herir como una espada (Prov. 12:18); ¡qué fácil es herir una conciencia débil (1 Cor. 8:12)! y muchas otras circunstancias pueden herir el corazón.

El pastor debe entonces buscar la herida, tal vez le será primero ocultada (2 Reyes 4:27), pues debe recordar que la sabiduría viene de Dios, antes de poder curarla y aplicar el bálsamo o la venda necesarios.

Lo mismo se aplica a la enferma. El mal aquí es interno. Puede ser moral, o puede provenir de la intoxicación por falsas doctrinas, por un «veneno de serpiente» (Deut. 32:33). También en este caso, el pastor debe acercarse a la oveja para detectar su mal; necesita sabiduría para darle los cuidados apropiados, y paciencia para cuidarla hasta que se cure.

En todos los casos, tanto si se aplica aceite y vino como un emplasto de higos (Lucas 10:34; 2 Reyes 20:7), la curación está siempre en Cristo, presentado al corazón por la Palabra y el Espíritu Santo.

4 - Ovejas engordadas y fuertes

El final del versículo 16 de Ezequiel 34 presenta un sorprendente contraste con lo que acabamos de ver. Hay ovejas en el rebaño que lo perjudican; son las «engordadas y las fuertes», las que se han alimentado a costa de las demás. ¿No podemos equipararlas a las “gentes” que ya perturbaban las asambleas de Galacia y querían pervertir el Evangelio de Cristo (1:7-8)?

¿Qué buscan esas personas, sino honores, y cierta gloria terrenal? Y esto tratando de adaptar el Evangelio a su imaginación, anunciando doctrinas perversas para atraer los discípulos tras ellos (Hec. 20:30). El apóstol no pide a los ancianos que intervengan directamente contra tales personas: bien podemos pensar, pues, que a los pastores no les queda otra conducta que velar y mantener firme la Palabra de Cristo, dejando al Soberano Pastor la tarea de liberar a su rebaño. Porque ¿quién tiene derecho a destruir al que corrompe el templo de Dios, sino Dios mismo? (1 Cor. 3:17).

Hay otro caso en el que los cuidados pastorales deben detenerse, en presencia del gobierno de Dios: es el de una oveja enferma «de muerte» (1 Juan 5:16); ningún hermano, ningún «don» se atrevería entonces a intervenir.

5 - Conclusión

Estas diferentes figuras se refieren ciertamente al estado moral y espiritual de las ovejas, sin que sea posible hacer de ellas aplicaciones exclusivas o limitativas.

Servir al Señor no consiste en aplicar los artículos de un código, sino en actuar según sus indicaciones, con oración, humildad y amor, y con la inteligencia que da el Espíritu Santo.

Los cuidados pastorales se extienden a todos los que forman parte de la «grey de Dios»; pidamos al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo que aquellos a quienes Cristo ha encomendado este servicio lo lleven a cabo «como por la fuerza que Dios da; para que en todo Dios sea glorificado por Jesucristo, a quien es la gloria y el dominio por los siglos de los siglos» (1 Pe. 4:11).