PROSTITUIRSE

Zanah (2181, זנה), «prostituirse, fornicar, ser prostituta, servir a dioses ajenos». Este es el término corriente para indicar «prostitución» a lo largo de la historia de la lengua hebrea, con matices particulares que surgen de la experiencia religiosa de Israel. El vocablo aparece alrededor de 90 veces en el Antiguo Testamento hebreo. Se usa por vez primera en el texto del final de la historia de la violación de Dina por Siquem, donde los hermanos de esta defienden la venganza con una pregunta: «¿Había de tratar él a nuestra hermana como a una prostituta?» (Gén. 34:31 RVA).

Aunque el vocablo significa «fornicar» y se ajusta tanto a hombres como a mujeres, es digno de mencionar que casi nunca se usa en cuanto a la mala conducta sexual de varones. En parte se debe a que desde antaño en Israel hubo dos actitudes diferentes en referencia a las actividades sexuales de hombres y mujeres. No obstante, la razón principal se debe a que casi siempre el término se usa para describir la «prostitución espiritual» de Israel al abandonar a Dios por los dioses extraños. En Deut. 31:16 (RVA) se ilustra esta acepción: «Y Jehová dijo a Moisés: He aquí que tú vas a reposar con tus padres, pero este pueblo se levantará y se prostituirá tras los dioses extraños de la tierra hacia la cual va. En medio de ella me abandonará e invalidará mi pacto que he hecho con él».

Por esta razón zanah llegó a ser el término corriente para referirse a la apostasía espiritual. El hecho de prostituirse con dioses extraños significaba, sin embargo, más que un cambio de divinidades. Este fue particularmente el caso cuando Israel se fue tras los dioses cananeos porque parte del culto a esas deidades paganas consistía en fornicar con prostitutas sagradas ante los altares cananeos. A veces en el Antiguo Testamento la frase «prostituirse tras sus dioses» se refiere explícitamente al involucramiento de individuos con estas prostitutas sagradas. Un ejemplo de ello puede ser Éx. 34:15-16 (RVA): «No sea que hagas alianza con los habitantes de aquella tierra, y cuando ellos se prostituyan tras sus dioses y les ofrezcan… o que al tomar tú sus hijas para tus hijos y al prostituirse ellas tras sus dioses, hagan que tus hijos se prostituyan tras los dioses de ellas».

La teoría religiosa tras dichos actos en los lugares sagrados de los cananeos era que las actividades sexuales con prostitutos y prostitutas, representantes de los dioses del culto a la fertilidad, podrían estimular la fertilidad en sus cosechas y rebaños. En tal prostitución cúltica no se designaban prostitutas y prostitutos, sino que les llamaban «santos» o «separados», puesto que el término semítico para «santo» significa, en primer lugar, separados para un uso particular. Tenemos un ejemplo de esto en Deut. 23:17: «No habrá prostituta sagrada entre las hijas de Israel, ni prostituto sagrado [«sodomitas» RVR] entre los hijos de Israel» (RVA). El tema de «prostitución religiosa» está muy presente en los profetas que denuncian la apostasía en términos enérgicos. Ezequiel no anda con rodeos cuando llama abiertamente a Judá e Israel «prostitutas», pintando gráficamente la apostasía con colores sexuales (Ezeq. 16:6-63; 23).

El libro de Oseas, en el que la mujer del profeta le es infiel y tal vez se involucra en la prostitución cúltica, nos muestra la angustia que siente Oseas ante esta infidelidad y nos descubre el corazón quebrantado de Dios por la infidelidad de su esposa Israel. La infidelidad de Israel se describe en Oseas 9:1 (RVA): «No te alegres, oh Israel; no te regocijes como otros pueblos, porque te has prostituido apartándote de tu Dios. Has amado la paga de prostituta en todas las eras del grano».

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