INMUNDO
A - Verbo
Tame˒ (2930, טָמֵֵא), «estar/ser inmundo». Esta raíz se limita al hebreo, arameo y arábigo. El verbo aparece 160 veces en hebreo bíblico y principalmente en Levítico, por ejemplo en Lev. 11:26: «Todo animal que tiene pezuñas no partidas, que no las tiene hendidas en mitades, o que no rumia, os será inmundo. Todo el que los toque quedará impuro» (RVA). Tame˒ es lo contrario de taher, «estar/ser puro».
B - Nombre
Tum˒ah (2932, טֻמְְאה), «inmundicia». El nombre tum˒ah, que se deriva de tame˒, aparece 37 veces en hebreo bíblico. El termino lo encontramos en Núm. 5:19: «Y el sacerdote la conjurará y le dirá: Si ninguno ha dormido contigo, y si no te has apartado de tu marido a inmundicia, libre seas de estas aguas amargas que traen maldición» (RVA). Aquí la palabra se refiere a impureza sexual. Tum˒ah se encuentra dos veces en Lev. 16:16 y se refiere a «inmundicia» moral y religiosa.
C - Adjetivo
Tame˒ (2931, טָמֵֵא), «inmundo». El adjetivo aparece 89 veces en el Antiguo Testamento, sobre todo en Levítico, donde se encuentra el primer ejemplo: «El que haya tocado cualquier cosa inmunda, sea el cadáver de un animal inmundo no doméstico, o el cadáver de un animal doméstico inmundo, o el cadáver de un reptil inmundo, aunque no se haya dado cuenta de ello, será impuro y culpable» (Lev. 5:2 RVA).
El uso de tame˒ en el Antiguo Testamento se asemeja al de tahôr, «puro». En primer lugar, «inmundo» es una condición del ser, por lo que el leproso tenía que anunciar su inmundicia a dondequiera que fuese (Lev. 13:45). Al mismo tiempo, esta condición tenía matices religiosos ya que su inmundicia era ritual, por lo que se puede concluir que este segundo uso del vocablo es el más fundamental. En el sentido cúltico-religioso, tame˒ es un término técnico que denota el estado de ser ceremonialmente deficiente. Los animales y cadáveres, las personas y los objetos inmundos contaminaban con su impureza a quienes los tocaran: «Todo lo que el impuro toque será inmundo. Y la persona que lo toque quedará impura hasta el anochecer» (Núm. 19:22 RVA). El flujo de semen (Lev. 15:2) y la menstruación (Lev. 15:25) también causaban impurezas; y todo lo que una persona impura tocase se tornaba también impura.
Las traducciones en la Septuaginta son: akathartos («impuro; inmundo») y miaino («mancha, impureza»).