HECHICERÍA

˒Ob (178, אוב), «ánima; hechicería, nigromancia; adivinación; hoyo». Este vocablo tiene cognados en sumerio, acádico y ugarítico, donde se encuentran las acepciones «hoyo» y «espíritu de algún difunto». En los casos más antiguos (en sumerio), ˒ob se refiere a un «hoyo o fosa» del que pueden convocarse los espíritus de los muertos. En textos asirios tardíos se usa el vocablo para referirse a un simple agujero en la tierra. Los textos acádicos describen una divinidad que personifica el «hoyo» y a quien se dirigía un rito particular de exorcismo. En hebreo bíblico se constatan 16 ejemplos del vocablo.

El término generalmente se relaciona con el espíritu (espíritu o fantasma) atribulado de un muerto. Este significado se encuentra sin lugar a duda en Isa. 29:4: «Tu voz subirá de la tierra como la de un fantasma; desde el polvo susurrará tu habla».

La segunda acepción, «hechicero» (o adivino), se refiere a un profesional que dice poder convocar los espíritus cuando se lo soliciten o le contraten para hacerlo: «No recurráis a los que evocan a los muertos ni busquéis a los adivinos» (Lev. 19:31 RVA: primer ejemplo del término). Estos «médium» llamaban a sus «guías» de un agujero en la tierra. Saúl solicitó a la «médium» de Endor: «Te ruego que evoques por mí a un espíritu [lit. «del hoyo»], y que hagas subir al que yo te diga» (1 Sam. 28:8 LBA).

Dios le prohibió a Israel buscar información por este medio, común entre los paganos (Lev. 19:31; Deut. 18:11). Tal vez la creencia pagana de manipular a los dioses para provecho personal explica el relativo silencio del Antiguo Testamento acerca de la vida de ultratumba. No obstante, desde los primeros tiempos, el pueblo de Dios creía en vida después de la muerte (p. ej., Gén. 37:35; Isa. 14:15ss).

La hechicería (o adivinación) era tan contraria a la voluntad de Dios que quienes lo practicaban estaban bajo pena de muerte (Deut. 13). Las experiencias insólitas de los hechiceros o adivinos no comprueban que ellos realmente tenían poder para convocar a los muertos. Por ejemplo, la médium o pitonisa de Endor no pudo arrebatar a Samuel de las manos de Dios en contra de la voluntad de Él. Aunque en este caso particular, parece que Dios reprendió la apostasía de Saúl, ya sea con un Samuel revivido o mediante una visión de él. Los médium no tienen la potestad de llamar a los espíritus, ya que esto es reprobable ante Dios y contrario a su voluntad.

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