ETERNIDAD

˓Ôlam (5769, עולם), «eternidad; tiempo muy lejano; perpetuidad; para siempre». Este término tiene cognados en ugarítico, moabita, fenicio, arameo, arábigo y acádico. Se encuentra unas 440 veces durante todos los períodos del hebreo bíblico.

Primero, en algunos pasajes el vocablo significa «eternidad» en el sentido de no estar limitado al presente. En este sentido, leemos en Ecl. 3:11 que Dios ha limitado al ser humano al tiempo y le ha dado la capacidad de sobreponerse al tiempo (de recordar el ayer, planificar para el mañana y pensar en términos abstractos); sin embargo, no le ha dado conocimiento divino: «Todo lo hizo hermoso en su tiempo; también ha puesto eternidad en el corazón de ellos, de modo que el hombre no alcanza a comprender la obra que Dios ha hecho desde el principio hasta el fin».

Segundo, la palabra quiere decir el «tiempo más remoto» o «tiempo distante». En 1 Cr. 16:36 se dice que Dios es bendito «de eternidad a eternidad» (RVR; «desde siempre y por siempre» NBE; cf. BLA), o sea, desde el pasado más remoto hasta el futuro más distante. En los pasajes en que Dios es Aquel que se conoce como el que existió desde antes de la creación, ˓ôlam (u ˓olam) puede significar: (1) «en el mismo principio»: «Acordaos de las cosas del pasado que son desde la antigüedad, porque yo soy Dios, y no hay otro. Yo soy Dios, y no hay nadie semejante a mí» (Isa. 46:9); o (2) «de la eternidad, desde la precreación, hasta hoy»: «Acuérdate, oh Jehová, de tu compasión y de tu misericordia, que son perpetuas» (Sal. 25:6 RVA; «eternas» LBA). En otros pasajes, el término significa «desde (en) tiempos antiguos»: «Había gigantes en la tierra en aquellos días» (Gén. 6:4). En Isa. 42:14 el vocablo se usa en forma hiperbólica con el concepto de «durante mucho tiempo»: «Por mucho tiempo he callado; he guardado silencio y me he contenido» (RVA). La palabra puede abarcar todo el tiempo entre el pasado muy remoto y el presente: «Los profetas que vinieron antes de ti y antes de mí, desde tiempos antiguos, profetizaron» (Jer. 28:8 RVA). El término puede significar «hace mucho tiempo»: «Porque desde hace mucho quebraste tu yugo y rompiste tus coyundas» (Jer. 2:20 RVA). En Jos. 24:2 el vocablo quiere decir «anteriormente; en tiempos pasados». Se usa la palabra en Jer. 5:15 con la idea de «antiguo»: «He aquí yo traigo sobre vosotros gente de lejos, oh casa de Israel, dice Jehová; gente robusta, gente antigua». Cuando se usa en forma negativa, ˓ôlam (u ˓olam) puede significar «nunca»: «Hemos venido a ser como aquellos sobre quienes tú jam̆s has señoreado» (Isa. 63:19 RVA). Surgen significados similares cuando el término se usa sin preposición y en relación genitiva con otro nombre.

Con la proposición ˓ad, el vocablo puede indicar «hacia un futuro indefinido»: «No entrará el amonita ni el moabita en la congregación de Jehová. Ni aun en la décima generación entrarán jam̆s en la congregación de Jehová» (Deut. 23:3 RVA). La misma construcción puede significar «mientras se tenga vida»: «Yo no subiré hasta que el niño sea destetado, para que lo lleve y sea presentado delante de Jehová, y se quede allá para siempre» (1 Sam. 1:22). Esta construcción preposicional, por tanto, presenta una extensión del tiempo hacia un futuro indefinido, a partir del tiempo en que se encuentra el interlocutor.

En la mayoría de los casos, ˓ôlam (u ˓olam) aparece con la preposición le. Esta construcción es más débil y menos dinámica que en el ejemplo anterior, ya que solo se contempla una «simple duración». La diferencia se hace evidente en 1 Reyes 2:33, donde ambas construcciones se usan. Le˓ôlam se relaciona con la maldición que se pronuncia contra el difunto Joab y sus descendientes. La otra frase más dinámica (ad ˓ôlam), en relación con David y sus descendientes, enfatiza la perpetuidad y continuidad de la presencia de la bendición hasta el «futuro indefinido»: «La sangre de ellos recaiga sobre la cabeza de Joab y sobre la cabeza de sus descendientes, para siempre [le˓ôlam]. Pero haya paz de parte de Jehová para David y sus descendientes, y para su casa y su trono, por siempre [˓ad ˓ôlam]» (RVA). En Éx. 21:6 la frase le˓ôlam significa «para toda la vida»: «Entonces su amo lo acercará ante los jueces, lo acercará a la puerta o al poste de la puerta y le horadará la oreja con una lezna. Y le servirá para siempre». La frase destaca la «continuidad», «precisión» e «inmutabilidad». Este es el énfasis en la primera vez que se usa la frase en Gén. 3:22: «Ahora, pues, que no alargue su mano, tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre» (RV-95).

El mismo énfasis sobre «simple duración» aparece cuando ˓ôlam (u ˓olam) se usa en pasajes como Sal. 61:8, donde aparece solo: «Entonces cantaré salmos a tu nombre para siempre, para pagar mis votos día tras día» (RVA). En Gén. 9:16 el vocablo (en su modalidad absoluta) quiere decir el «futuro más remoto»: «Cuando el arco aparezca en las nubes, yo lo veré para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente». En otros casos, la palabra significa «sin comienzo, sin fin y en continuidad perpetua»: «Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos» (Isa. 26:4).

El plural de este vocablo está en forma intensiva.

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