BENDECIR
A - Verbo
Barak (1288, ברַךְ), «arrodillarse, bendecir, ser bendecido, maldecir». La raíz de esta palabra se encuentra en otras lenguas semíticas, las cuales, como la hebrea, lo usan con mayor frecuencia con referencia a un dios. Existen también paralelos del vocablo en egipcio.
Barak aparece unas 330 veces en la Biblia, comenzando por Gén. 1:22: «Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos». Las primeras palabras que Dios dirige al hombre comienza de la misma manera: «Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos» (v. 28). De esta manera se demuestra que toda la creación depende de Dios para su continua existencia y multiplicación (cf. Sal. 104:27-30). Barak se usa otra vez en relación al género humano en Gén. 5:2, al principio de la historia de los hombres de fe, y de nuevo después del diluvio en Gén. 9:1: «Bendijo Dios a Noé y a sus hijos». El elemento central del pacto de Dios con Abram es: «Te bendeciré… y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren… y serán benditas en ti todas las familias de la tierra» (Gén. 12:2-3). Esta «bendición» sobre las naciones se repite en Gén. 18:18; 22:18 y 28:14 (cf. Gén. 26:4; Jer. 4:2). En todos estos casos, la bendición de Dios se dirige a las naciones a través de Abraham o su simiente. La Septuaginta traduce todos estos casos de barak en el pasivo, como lo hacen también algunas traducciones modernas. Pablo cita la traducción en la Septuaginta de Gén. 22:18 en Gál. 3:8.
La promesa del pacto convocó a las naciones a buscar la «bendición» (cf. Isa. 2:2-4), pero dejando bien en claro que la iniciativa para la bendición proviene de Dios, y que Abraham y su simiente debían ser instrumentos de bendición. Dios, ya sea en forma directa o a través de sus representantes, aparece más de 100 veces como el sujeto de este verbo. La bendición levítica está basada en esta orden: «Así bendeciréis a los hijos de Israel… Jehová te bendiga… y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré» (Núm. 6:23-27).
Se usa la forma pasiva de barak cuando Melquisedec pronuncia la «bendición de Dios sobre la humanidad»: «Bendito sea Abram del Dios Altísimo» (Gén. 14:19). «Bendito por Jehová mi Dios sea Sem» (Gén. 9:26) es una expresión de alabanza. «Bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano» (Gén. 14:20) es alabanza con acción de gracias.
Una forma común de saludarse era: «Bendito seas tú de Jehová» (1 Sam. 15:13; cf. Rut 2:4). Saúl «salió a recibir [a Samuel], para saludarle» (1 Sam. 13:10).
En 2 Cr. 6:13 se usa la forma simple del verbo: «Se arrodilló». Seis veces se usa el vocablo para indicar el acto de maldecir, como en Job 1:5: «Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones».
B - Nombre
Berakah (1293, בְרָכָָה), «bendición». La forma del radical de esta palabra se encuentra en las lenguas semíticas del noroeste y del sur de la región semítica. Se usa conjuntamente con el verbo barak («bendecir») 71 veces en el Antiguo Testamento. El término aparece con mayor frecuencia en Génesis y en Deuteronomio. La primera vez es el caso de la bendición de Dios sobre Abram: «Y haré de ti una nación grande y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición [berakah]» (Gén. 12:2).
Cuando la expresa el hombre, «bendición» es un deseo o una súplica en pro de bendición futura: «Y [Dios] te dé la bendición de Abraham, y a tu descendencia contigo, para que heredes la tierra en que moras, que Dios dio a Abraham» (Gén. 28:4). Esto se refiere a la «bendición» que los patriarcas antes de morir solían pronunciar sobre los hijos de Israel. La «bendición» de Jacob a las tribus (Gén. 49) y la «bendición» de Moisés (Deut. 33:1ss) son otros ejemplos bien conocidos de este hecho.
Bendición era lo contrario a maldición (qelalah): «Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición» (Gén. 27:12). Una forma concreta de presentar una bendición era mediante un regalo. Por ejemplo: «Acepta, te ruego, el regalo que te he traído, pues Dios me ha favorecido y todo lo que hay aquí es mío. E insistió hasta que Esaú lo tomó» (Gén. 33:11 RV-95). La «bendición» dirigida a Dios es una expresión de alabanza y gratitud, como en el caso siguiente: «Levantaos, bendecid a Jehová vuestro Dios desde la eternidad hasta la eternidad; y bendígase el nombre tuyo, glorioso y alto sobre toda bendición y alabanza» (Neh. 9:5).
La bendición del Señor descansa sobre quienes le son fieles: «La bendición, si oyereis los mandamientos de Jehová vuestro Dios, que yo os prescribo hoy» (Deut. 11:27). Su bendición trae justicia (Sal. 24:5), vida (Sal. 133:3), prosperidad (2 Sam. 7:29) y salvación (Sal. 3:8). La «bendición» es como lluvia o rocío: «Y daré bendición a ellas y a los alrededores de mi collado, y haré descender la lluvia en su tiempo; lluvias de bendición serán» (Ezeq. 34:26; cf. Sal. 84:6). El Señor envía su «bendición» en la comunión de los santos: «Como el rocío de Hermón, que desciende sobre los montes de Sion; porque allí envía Jehová bendición, y vida eterna» (Sal. 133:3).
En contados casos se dice que el Señor hizo que personas fuesen de «bendición» a otros. Abraham es bendición a las naciones (Gén. 12:2). Se espera que sus descendientes sean de bendición a las naciones (Isa. 19:24; Zac. 8:13).
La Septuaginta traduce berakah como eulogia («alabanza; bendición»). Varias versiones modernas lo traducen como «bendición o regalo».